Entrada
original: “La Ley de Memoria Democrática y mi trabajo”
Fecha:
Sábado, 16 de julio de 2022
Enlace:
https://varietesyrepublica.blogspot.com/2022/07/la-ley-de-memoria-democratica-y-mi.html
Tipo de alusión
Indirecta y estructural. Usa la LMD para blindar su enfoque y presentarlo como “rigor institucional”, pese a falsedades previas sobre mi padre y mi abuelo paterno.
Estrategia de Ríos Carratalá
Auto-aval académico (“mayor rigor posible”).
Ley como maza: convertir en estándar un relato parcial.
Generalizaciones: “los que ganaron nunca buscaron la reconciliación”.
Omisiones: violencia del otro bando y casos como el de mi familia.
Puntos discutibles
Rigor selectivo (nombra unas víctimas y borra otras).
Legitimación ex post (ley para cerrar debate, no abrir investigación).
Culpabilidad colectiva (Juzgado de Prensa = represores por defecto).
Corporativismo (“colectivo académico” como escudo).
Réplica narrativa: Memoria con regla y escuadra: la ley como coartada y el rigor como eslogan
El 16 de julio de 2022,
el catedrático de
Literatura Española de la Universidad de Alicante, Juan Antonio Ríos
Carratalá, celebró La
Ley de Memoria Democrática y mi trabajo.
Dice investigar “con el mayor rigor posible”. Ojalá ese rigor
hubiera aparecido cuando habló de mi padre: secretario del juez
instructor durante su servicio
militar, sin
formar parte de consejos de guerra ni pedir condenas. Eso no lo
invento: lo avalan documentos y resoluciones conocidas.
Cita la ley: se declaran
ilegales/ilegítimos
los tribunales franquistas y nulas
sus resoluciones. Bien: juzgar autoritarismos con estándares
democráticos. Pero, ¿dónde encajan la otra mitad del horror y mi
propia familia?
— Mi abuelo,
Francisco Baena Jiménez,
asesinado en 1936 por motivos religiosos y por negarse a delatar
inocentes y ayudarles a
huir por tener conocimiento de que los iban a asesinar.
Los que no le hicieron
caso fueron ejecutados...
—
Mi padre, con
quien quisieron hacer lo mismo que con su padre,
muy perseguido y detenido
en diversas ocasiones,
pasado por chekas
y
por
el
exilio para salvar la vida,
con la casa
saqueada
y la familia arrojada a más
absoluta la
miseria...
¿Eso fue “legal”? ¿O la legalidad solo importa
en una dirección?
Ríos Carratalá repite que “los que ganaron nunca buscaron la reconciliación”. Ya se sabe lo que ganó mi familia (ya que Ríos la sitúa en el bando vencedor): muerte, persecución y miseria… Frase rotunda… y vacía si se usa para borrar la violencia del otro bando y para fabricar culpabilidades colectivas (cualquiera que pasó por el Juzgado de Prensa = artífice voluntario de represión). Si vamos a hablar de barbaries, hablemos de todas. No de una selección útil para el relato.
Remate corporativo:
“Con respaldo legal ya podré afirmar que esos actos son ilegales y sus resoluciones nulas… importante para erradicar obstáculos que el colectivo académico ha sufrido…”
Traducido: la ley como coartada para convertir una línea historiográfica en ortodoxia y apartar lo que incomode (incluidas peticiones de rectificar falsedades). Memoria democrática sí; memoria de trinchera, no. La que yo defiendo nombra a todas las víctimas y corrige lo falso, aunque moleste...
Algunos ejemplos documentados de barbarie en la retaguardia republicana
(para ilustrar la parcialidad de quienes solo miran un lado):
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