Miguel Hernández fue un poeta excepcional, marcado por la
pobreza, la guerra y la cárcel. Su obra conserva una fuerza lírica
y testimonial incuestionable. Pero el uso público
de su figura ha ido mucho más allá de su poesía: convertido en
icono político, símbolo de marca cultural e incluso recurso
económico, Hernández se ha transformado en un mito con
vida propia.No se trata de menospreciar su valor literario ni
su tragedia personal, sino de señalar cómo el endiosamiento
institucional y académico corre el riesgo de distorsionar
al hombre y a su obra.
1. La mitificación reconocida
La propia Fundación Miguel Hernández admite que el poeta está
rodeado de una “aureola simbólica y mítica” añadida
por panegíricos y homenajes sucesivos, que a menudo van más allá
de la obra.
🔗 Fundación
MH — Vitrina 7: Recepción crítica
El crítico lo expresa con claridad: “toda mitificación es una malversación de la verdad”. Cuando se sacraliza, se corre el riesgo de fabricar un mito ajeno al escritor real.
2. Hiperconmemoración institucional
El Centenario de 2010 se convirtió en un
despliegue de actos oficiales, congresos, rutas, murales y homenajes
sin descanso. El catálogo recoge incluso la rotulación de la
estación intermodal de Orihuela y de un avión de Iberia.
🔗
Catálogo
completo del Centenario (PDF)
Más que homenaje, parece un proceso de hiperconmemoración en el que el poeta se convierte en una marca cultural rentable.
3. El caso del aeropuerto: mito como “branding”
En 2016 el Gobierno aprobó que el Aeropuerto de
Alicante-Elche pasara a llamarse “Miguel
Hernández”.
🔗 Europa Press — decisión oficial
La medida fue celebrada como acto de justicia histórica, pero
también criticada en Elche por la falta de consulta ciudadana.
🔗
Cadena SER — críticas locales
En el acto inaugural, las autoridades hablaron del poeta como “universal” y “símbolo de libertad”, en un tono claramente hagiográfico.
4. Propaganda y militancia: bases del mito
Durante la guerra, Miguel Hernández se volcó en la propaganda
poética y en el discurso político militante, lo que
explica su posterior instrumentalización como icono de la
izquierda.
🔗 Biblioteca Virtual Cervantes — “Propaganda
poética en Miguel Hernández (1936-1939)”
También se ha recordado su papel en el Quinto Regimiento,
bajo el apodo de “el comisario Hernández”, algo que
contrasta con la imagen beatificada de víctima pasiva.
🔗
Nueva
Revista — “El comisario Hernández”
5. Biografía, tópicos y negocio
Muchos ensayos académicos se han dedicado a desmontar tópicos:
el “pastor-poeta” como cliché, la versión monolítica del
hombre bueno sin fisuras, etc.
🔗 Andrés
Salom — Miguel Hernández: ¿pastor poeta… o poeta pastor?
(Cervantes Virtual)
El propio José Luis Ferris, biógrafo principal, insistió en que
su objetivo era “desmontar falsos mitos y humanizar”
a Hernández:
🔗 Entrevista a Ferris — La Vanguardia
Sin embargo, Ferris también se ha alineado sin fisuras con Ríos Carratalá, defendiendo un corporativismo académico que ha pesado más que el afán de verdad biográfica. Este es un tema que merece una entrada propia: cómo incluso quienes dicen desmontar mitos, participan del engranaje institucional que los refuerza.
Conclusión
Miguel Hernández merece ser leído, no convertido en tótem. Reconocer su talento y su tragedia no debería significar elevarlo a santo laico ni explotarlo como marca cultural. Hoy, su nombre está en aeropuertos, fundaciones, centros educativos, murales, rutas turísticas y congresos académicos. Detrás de ese despliegue hay un entramado de políticos, editores, periodistas, catedráticos y gestores culturales que viven del mito.
La pregunta no es si Miguel Hernández merece memoria —la merece—, sino si este culto desmedido no termina por ocultar al hombre de carne y hueso, con sus contradicciones y su contexto, al tiempo que convierte su figura en arma ideológica.
📌 Referencias adicionales para ampliar
Propaganda poética en Miguel Hernández (1936-1939), BVMC
Ferris en La Vanguardia
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