viernes, 5 de diciembre de 2025

“NOS VEMOS EN LA SER: LA ENTREVISTA DONDE NACIÓ EL BULO”

 

Análisis palabra a palabra de cómo se construyó y amplificó la falsedad sobre mi padre



Ficha de entrada

Tema: desmontaje completo de la entrevista de Ríos Carratalá en Radio Alicante (Cadena SER), emitida alrededor de 2016.
Objetivo:

  • exponer cómo se introdujo por primera vez la falsedad,

  • mostrar la ausencia total de contraste periodístico,

  • documentar cada afirmación incorrecta,

  • explicar su impacto posterior en la difusión del bulo.

    Material:

  • audio original (enlace facilitado por mí),

  • transcripción parcial,

  • documentos judiciales,

  • archivo militar y judicial del caso Miguel Hernández.



Hay momentos en la historia de un bulo que funcionan como un disparo de salida.
Una frase, un tono de voz, una afirmación dicha con seguridad.
La entrevista de Juan Antonio Ríos Carratalá en Radio Alicante (SER) es ese momento.

Antes de esa entrevista, mi padre jamás había sido señalado públicamente como “verdugo”, “secretario que condenó a muerte” o “responsable directo de la sentencia a Miguel Hernández”.
Después de esa entrevista, el relato ya estaba en marcha.


1. El inicio: un tono de autoridad

El locutor presenta a Ríos como:

  • catedrático”,

  • experto”,

  • investigador”,

  • especialista en el caso de Miguel Hernández”.

Ese “marco de autoridad” es clave.
Antes de que hable, ya se le concede infalibilidad.

No se anuncia debate.
No se invita a nadie más.
No se menciona que sus afirmaciones no estaban contrastadas.
El oyente recibe al profesor como
fuente de verdad.


2. Primera afirmación falsa: “El secretario que condenó a Miguel Hernández se llamaba Baena”

Ríos lo dice sin dudas.
Sin matices.
Sin condicionales.

Dice: “Fue Baena.”

Esa afirmación es falsa, y hoy lo sabemos por:

  • el Archivo General e Histórico de Defensa,

  • el expediente completo del consejo de guerra,

  • la firma autógrafa del verdadero secretario,

  • la Sentencia 311/2021.

La SER no le pregunta lo obvio:

  • ¿Usted tiene el expediente completo?” y, en caso de que lo tenga, ¿lo tiene de adorno?

  • ¿Ha visto la firma del secretario?”

  • ¿Ha cotejado documentos?”

No.
Nada de eso ocurrió.


3. Segunda afirmación falsa: “Actuó con severidad”

No solo identifica erróneamente a mi padre como secretario,
sino que añade una
valoración moral sin fundamento.

¿Severidad en qué?
Mi padre:

  • no intervino en la sentencia,

  • no pidió pena,

  • no estuvo en la sala,

  • no firmó nada del consejo de guerra.

La frase no describe hechos:
construye un personaje.


4. Tercera afirmación manipulada: “Firma documentos del proceso”

Aquí es donde la manipulación es más sutil y más peligrosa.

Ríos insiste en que mi padre “firmó documentos del proceso”, insinuando que actuaba con autoridad o iniciativa propia. Cuando he tenido que ir a la Comisaría de Policía para denunciar insultos y amenazas por este asunto, el agente que me ha atendido ha firmado en el documento, porque es el trámite...

La verdad es muy distinta:

Mi padre no era militar profesional como han publicado y como han querido hacer ver

Cumplía su servicio militar obligatorio tras volver del exilio.

Fue asignado como secretario adscrito a un juez del Juzgado Especial de Prensa

Precisamente por ser licenciado en Derecho (como han querido negar), como muchos jóvenes destinados a tareas administrativas.

En ese contexto, sí aparecen firmas suyas en la fase de instrucción,

pero no como decisiones personales, sino como cumplimiento de órdenes del juez.

Firmar diligencias no significa:

  • pedir penas,

  • participar en el juicio,

  • redactar acusaciones,

  • tener capacidad decisoria,

  • actuar como represor.

Y lo que Ríos oculta es decisivo:

  • En el acta del consejo de guerra,

  • en la sentencia,

la firma de mi padre NO aparece,
porque
no formó parte del consejo,
y porque
no tenía autoridad procesal alguna.

Reducir a “iniciativa represiva” lo que eran funciones administrativas obligadas es un ejercicio de mala fe histórica.

La SER, otra vez, calla.


5. Cuarta afirmación falsa: “Está vinculado a la condena”

Es la afirmación moral más grave:

Está vinculado directamente a la condena a muerte del poeta.”

Nada —absolutamente nada— en archivos o sentencias sostiene esto.

Mi padre estaba destinado en Justicia Militar, como miles de jóvenes licenciados (en contra de la generalización que Ríos manifiesta de personas que actuaban sin formación y con fines represivos e interesados de ascensos de todo tipo).
Pero
estar destinado no es ser responsable.

La SER no pregunta qué significa “vinculación”,
ni pide un solo documento.
Silencio.


6. Quinta afirmación falsa: “Era un hombre duro con los represaliados”

Ríos le atribuye una “fama” inventada.
No hay un solo documento que sostenga esa afirmación.

Y lo más irónico:

Mi padre fue él mismo víctima de persecución, tortura y exilio tras el asesinato de u padre (algo que también niega el riguroso catedrático, la familia dice que hablará de otro Baena, con todo lo que padecieron, el Baena que sale de la ficción de Ríos Carratalá. Mi abuela, con el hogar saqueado, entonces joven y viuda con cuatro menores a su cargo, mis tíos, declarados “enemigos” por haber asesinado a mi abuelo por ser creyente, mi padre sin poderse acercar a la familia, todo se lo inventaron, Ríos Carratalá es quien conoce la verdad absoluta y rigurosa, que estaba allí y lo vivió todo).
Un joven que regresó a cumplir un servicio militar obligatorio.
Pero el relato necesitaba un villano.

Ríos se lo fabricó.




7. Sexta afirmación falsa: “Lo he contrastado todo”

Quizá el momento más doloroso del audio.

Todo lo que digo está documentado.”

No lo estaba.

Lo sabemos porque:

  • yo pedí todos los expedientes completos en los diversos organismos, ,

  • yo fui quien consultó archivos que él nunca vio,

  • la sentencia 311/2021 desmontó sus afirmaciones,

  • él mismo retiró textos cuando le señalé que contenían falsedades, aunque después su soberbia, su egocentrismo y su fanatismo los volviera colocar.

Aun así, la SER lo acepta como palabra sagrada.


8. El efecto mediático: la SER abre la puerta, EFE la multiplica

Después de la entrevista, tras mis quejas y, en especial, por el periodista Ferrán Bono de El País

  • los titulares se repiten,

  • las agencias los copian,

  • los medios los amplifican,

  • las redes insultan.

El origen está aquí:
en
este micrófono,
en esta irresponsabilidad compartida.


9. La SER nunca rectificó

Nunca.
A pesar de:

  • mis documentos,

  • mis aclaraciones,

  • la sentencia,

  • los archivos,

  • el daño causado.

Ni una nota.
Ni un minuto.
Ni un ajuste.

El silencio también difunde un bulo.


10. Conclusión: esta entrevista es el fósil del bulo

Todo estaba ahí:

  • la afirmación falsa,

  • la autoridad concedida,

  • la ausencia de archivo,

  • la exageración moral,

  • la falta de contraste,

  • la amplificación posterior.

Es la pieza fundacional del daño.

Sin esta entrevista, el bulo quizá no habría nacido.
Con ella, nació una “verdad pública” que tardará años en desmontarse y que siempre quedará algo.

Mi padre merece que este origen quede fijado, con claridad y con documentos.


P.D.: Esa entrevista —aún disponible hoy en la web de la Cadena SER— https://play.cadenaser.com/audio/085RD010000000025650/

Transcripción y comentario detallado en mi web:
www.antonioluisbaenatocon.es/l/nos-vemos-en-chicote-2016-y-2025

https://www.antonioluisbaenatocon.es/l/el-origen-del-engano-2015-2016/

EL AUTOR DEL RELATO: ANATOMÍA DE UNA FALSEDAD ACADÉMICA CONVERTIDA EN VERDAD PÚBLICA.

Cómo Juan Antonio Ríos Carratalá construyó, difundió y mantuvo una atribución falsa que dañó a un hombre fallecido y a su familia


Ficha de entrada

  • Tema: análisis en profundidad del papel central de Ríos Carratalá en la construcción y difusión inicial del bulo.

  • Objetivo: exponer, con documentación y sin estridencias, cómo se gestó la falsedad y por qué tuvo tanto recorrido.

  • Material utilizado:

    • Mis escritos,

    • intervenciones de Ríos (entrevista en la SER 2016 incluida),

    • artículos y posts del blog Varietés y República,

    • omisiones documentales,

    • sentencias y archivos.



Hay un punto que conviene dejar claro desde el principio:
el origen del bulo no está en la Agencia EFE, ni en los medios, ni en Twitter.
El origen está en un académico con nombre y apellidos:
Juan Antonio Ríos Carratalá, catedrático de Literatura Española en la Universidad de Alicante.

Un académico que, lejos de actuar con el rigor exigible a su posición, construyó una atribución falsa sobre mi padre que luego se convirtió —por repetición, amplificación y credulidad mediática— en “verdad pública”.

No fue un error inocente.
No fue un desliz menor.
No fue una mala interpretación puntual.
Fue una
atribución sin pruebas, repetida durante años, sostenida incluso después de las correcciones judiciales, mediáticas y documentales.

Voy a intentar reconstruir, paso a paso, cómo se creó el relato.


1. Cuando la ideología sustituye al archivo

Ríos Carratalá partió de una premisa simple, pero equivocada:

  • Si había un funcionario con apellido Baena en la Sección de Justicia Militar,

  • y si hubo un consejo de guerra contra Miguel Hernández,

  • entonces ese Baena debía ser “el secretario que lo condenó”.

Eso no es investigación.
Eso es
rellenar huecos ideológicos con nombres reales.

Del archivo apenas extrajo nada relevante.
De los documentos esenciales, ninguno.
No pidió el sumario completo o no quiso verlo.
No cotejó las firmas.
No comparó los roles.
Consultó el expediente militar de mi padre (en ese momento saltándose la legislación vigente al respecto, algo que le permitieron desde la jefatura de la institución que lo custodia, tal y como me informó el responsable que le sucedió. Su antecesor hizo una interpretación que no compartía) y como el catedrático no encontró lo que quiso hizo sus aseveraciones sin fundamento.

Actuó desde una idea previa:
encajar la figura de mi padre en un relato antifranquista de buenos y malos.

Y cuando uno empieza desde la ideología y no desde el archivo, el resultado es siempre el mismo:
la mentira.


2. La entrevista de la SER (2016): el primer acto de amplificación.

Primer acto de ampliación del que tengo noticia, con la seguridad de que habría otras actuaciones anteriores, “más de lo mismo” (frase que le incomoda al catedrático cuando es mi padre quien en algún momento la escribió)

Poco se habla de esto, pero es importante:

En Radio Alicante (Cadena SER), Ríos presentó su tesis sobre el “alférez Baena” con una seguridad que jamás habría debido tener:

  • afirmó que mi padre era el secretario del consejo de guerra,

  • afirmó que tenía un papel decisivo,

  • afirmó incluso que había solicitado pena para Miguel Hernández.

Nada de eso era cierto.
Ni una sola afirmación tenía soporte documental.

Pero la SER le dio micrófono.
No preguntó.
No contrastó.
No pidió documentos.
No consultó archivos.
Y, por supuesto,
nadie me llamó.

Ese momento —esa entrevista— fue la chispa que encendió todo lo que vino después.
Y la prueba está en que aún hoy se siguen repitiendo frases que él introdujo allí.

Esa entrevista —aún disponible hoy en la web de la Cadena SER— https://play.cadenaser.com/audio/085RD010000000025650/

Transcripción y comentario detallado en mi web:
www.antonioluisbaenatocon.es/l/nos-vemos-en-chicote-2016-y-2025

https://www.antonioluisbaenatocon.es/l/el-origen-del-engano-2015-2016/


3. Los artículos y el blog: insistir para convertir un error en “verdad”

Entre 2016 y 2023, Ríos publicó artículos y entradas en su blog Varietés y República donde:

  • repetía la atribución falsa,

  • añadía valoraciones morales (“verdugo”, “severidad”, “represión”),

  • citaba frases que no están en ningún archivo,

  • cargaba tintas ideológicas para dar dramatismo,

  • presentaba hechos dudosos como certezas absolutas.

Incluso cuando se le mostró la falsedad,
incluso cuando le escrib
í personalmente,
incluso cuando retiró parte de los textos,
nunca rectificó públicamente.

Dijo que los quitaba “por amabilidad”.
No por reconocimiento del error.
No por respeto a la verdad.
No por ética académica.

Por “amabilidad”.


4. EFE, SER y medios diversos: el eco perfecto del académico confiado

Los medios adoran un catedrático que habla con vehemencia.
Y Ríos habla siempre con absoluta seguridad.

  • No duda.

  • No matiza.

  • No consulta.

  • No corrige.

Habla como hablan quienes creen tener la razón porque tienen un título académico.
Y esa seguridad fue suficiente para que:

  • EFE reprodujera su tesis sin verificar,

  • periódicos la repitieran en automático,

  • tertulianos la asumieran como hecho,

  • usuarios de redes la multiplicaran sin filtro.

La autoridad académica funcionó como un sello de garantía falso.
Pero eficaz.


5. Su principal omisión: jamás pidió los expedientes reales de mi padre.

Sí solicitó el expediente militar —como explico en el punto 1, “Cuando la ideología sustituye al archivo”—, y lo leyó a su manera.

Y aquí está lo demoledor.

Para sostener su afirmación, Ríos necesitaba una sola cosa:
aclarar correctamente lo que aparecía en ese expediente militar y, sobre todo, consultar el expediente administrativo y profesional de mi padre. Ese expediente lo aporté yo mismo al Juzgado tras localizarlo previamente e investigarlo personalmente en los archivos correspondientes. De hecho, gracias a mi trabajo, él llegó a conocer su existencia.

En la vista judicial quedó claro que Ríos buscaba allí cualquier detalle —por insignificante que fuera— para convertirlo en un “hallazgo” interpretado con ojos del siglo XXI, siempre para reforzar su propio relato. Él es, según proclama, el catedrático riguroso (que siempre tiene razón). Tanto, que llega a inventarse que mi padre era funcionario en 1934, cuando en realidad aún estaba estudiando, solo para encajar su tesis tal como la presenta en “Nos vemos en Chicote”.

La prisa con la que quiso presentar su “descubrimiento” —“más propia de un alumno de primero deseoso de entregar un trabajo” que de un investigador serio— deja en evidencia el nivel de rigor profesional del que presume.

Porque la verdad es simple:

  • Jamás lo pidió.

  • Nunca lo citó.

  • Nunca lo comentó.

  • Nunca lo cotejó.

  • Nunca lo consultó.

Su relato no se construyó sobre documentos, sino sobre deducciones ideológicas.
Y cuando un académico sustituye el archivo por suposiciones,
lo que produce no es historia:
es ficción ideologizada.


6. La sentencia 311/2021 dejó a Ríos sin argumento… pero no rectificó

Cuando el Juzgado de Alicante dictó la Sentencia 311/2021, la atribución falsa quedó aniquilada.

El juez dijo:

  • que mi padre NO formó parte del consejo de guerra,

  • que NO pidió pena alguna,

  • y que la atribución era errónea.

Ríos tenía tres opciones éticas:

  1. Rectificar.

  2. Pedir disculpas.

  3. Guardar silencio dignamente.

Eligió la cuarta:
seguir insistiendo en que él tenía razón, pese a que un juez, los archivos y la documentación demostraban lo contrario.

La negación de la evidencia es siempre un síntoma de que el relato importa más que la verdad.


7. El problema no es solo el error: es la persistencia en él

Todos podemos equivocarnos.
Pero lo inadmisible es:

  • equivocarse en público,

  • causar daño real,

  • ser advertido del error,

  • tener pruebas de que es un error,

  • y aun así seguir sosteniéndolo.

Eso no es un descuido.
Eso es un acto consciente.

Un académico serio habría agradecido la corrección.
Un académico honesto habría publicado una rectificación.
Un académico riguroso habría revisado sus fuentes.

Pero Ríos Carratalá hizo lo contrario.
Y ese acto ha generado un daño enorme.


8. Conclusión: el origen tiene nombre

La Agencia EFE amplificó.
Los medios replicaron.
Algunos tertulianos añadieron su propia cosecha.
Las redes insultaron.

Pero el origen de la mentira tuvo una sola pluma responsable:
la del catedrático Juan Antonio Ríos Carratalá.

Sin su afirmación inicial,
sin su relato ideologizado,
sin su falta de contraste,
sin su insistencia,

no habría existido bulo.

Y la vida de mi padre —y la dignidad de mi familia— no habrían sido dañadas.

La verdad importa.
Y la responsabilidad intelectual también.

jueves, 4 de diciembre de 2025

LA SENTENCIA QUE NADIE LEYÓ: LO QUE REALMENTE DICE EL JUEZ SOBRE MI PADRE

  Y LO QUE LOS MEDIOS Y EL AUTOR DEL BULO OCULTARON...


Ficha de entrada

  • Tema: análisis divulgativo y contundente de la Sentencia 311/2021 del Juzgado Contencioso-Administrativo nº 3 de Alicante.

  • Objetivo: explicar con claridad, y para cualquier lector, qué establece la sentencia judicial sobre tu padre Antonio Luis Baena Tocón y por qué desmonta todo el relato difundido desde 2019.

  • Material: texto de la sentencia, tus escritos judiciales, análisis de medios, documentos archivísticos.




Hay un dato que debería haber frenado en seco toda la campaña de desinformación contra mi padre:
una sentencia judicial que aclaraba de manera inequívoca cuál fue —y cuál NO fue— su papel durante la Guerra Civil.

Esta sentencia existe.
Tiene número: 311/2021.
Tiene fecha: 1 de septiembre de 2021.
Tiene juez, tiene fundamentos y tiene documentación archivística. Un juez que, por cierto, era “colega” del Sr. Ríos Carratalá (como a él le gusta decir) en la Universidad de Alicante
Y, sin embargo, nadie quiso leerla en su totalidad, sólo lo que les interesaba. (Me imagino que, a pesar de todo, las presiones que tendría que haber soportado dicho magistrado),

Ni el catedrático Juan Antonio Ríos Carratalá, ni algún colega suyo que decía “trabajar codo con codo con él”, pero para silenciar aspectos de la sentencia que no les agradaba,
ni la Agencia EFE,
ni los medios que publicaron más de 1.000 noticias falsas,
ni quienes replicaron la mentira en redes sociales.

Había una sentencia.
Pero el relato pesaba más que la verdad.

Hoy vamos a leerla. Con calma.
Y vamos a dejar claro, punto por punto, qué dice el juez y qué destruye para siempre.


1. Lo primero que dice el juez: Mi padre NO fue secretario del consejo de guerra

La frase es literal en su contenido legal:

El Sr. Antonio Luis Baena Tocón NO formó parte del consejo de guerra que condenó a Miguel Hernández.”

Esto no es opinión.
No es interpretación.
Es
un hecho jurídico declarado en sentencia.

La sentencia se basa en:

  • los legajos del Archivo General e Histórico de Defensa,

  • la relación de partícipes del consejo de guerra,

  • la firma original del verdadero secretario judicial ( un tal José María X -con apellido ilegible-.),

  • la documentación procesal completa del caso MH.

Nada deja lugar a dudas.


2. Lo segundo que dice el juez: Mi padre NO pidió pena de muerte alguna

Esto es fundamental, porque destruye la acusación más grave y dañina.

La sentencia establece:

No existe documento alguno en el que el Sr. Baena Tocón solicite pena para Miguel Hernández.”

Ni pena de muerte,
ni pena menor,
ni acusación alguna,
ni intervención en fase de juicio.

De hecho, la sentencia explica que el papel de mi padre no fue procesal, sino meramente administrativo-militar —y fuera del consejo de guerra—, en tareas sin efecto decisorio.

Con esto, ya debería haber sido imposible llamarlo “verdugo”.
Pero lo hicieron.


3. El juez desmonta explícitamente la atribución inventada por Ríos Carratalá

La sentencia dedica parte de sus fundamentos a explicar que la atribución que el catedrático hace a mi padre no se sostiene documentalmente.

Es decir, el juez señala —de forma implícita pero inequívoca— que el relato publicado por Ríos Carratalá es contrario a la documentación oficial.

No dudó ni un minuto.
No lo dejó en ambigüedad.
No abrió interpretaciones.

Simplemente dijo: los hechos no son los que afirma el catedrático.


4. El juez diferencia claramente entre fase de instrucción y consejo de guerra

Este punto es clave porque:

  • muchos medios confundieron voluntariamente ambos momentos,

  • y Ríos Carratalá tergiversó el papel que se asignaba a quien hacía tareas en juzgados militares.

La sentencia dice que:

  • el consejo de guerra fue presidido por un juez concreto,

  • el secretario judicial fue otra persona (José María X.),

  • y mi padre solo realizó labores accesorias previas, sin intervención en juicio, sentencia o penas.

Es decir, no estaba en la sala,
no participó en la condena,
no firmó nada relativo al fallo,
y ni siquiera estaba en el espacio donde se juzgaba a Miguel Hernández.


5. El juez reconoce la confusión mediática… pero la corrige

La sentencia dedica un apartado a algo poco habitual:
el juez advierte que hubo “difusión pública de una atribución errónea” relativa a mi padre.

Dicho de otro modo:

La justicia reconoce que los medios difundieron una falsedad.

Y aun así, EFE siguió repitiéndola como un mantra.


6. La sentencia convierte en imposible todo titular que EFE difundió

Estos titulares quedan jurídicamente imposibles:

  • El secretario que condenó a muerte a Miguel Hernández”

  • Funcionario clave en la sentencia a muerte del poeta”

  • El verdugo administrativo”

  • El hombre que firmó la condena”

  • Responsable de la severidad contra MH”

Todo eso queda destruido por la sentencia.
No es opinable.
No es debatible.
Es
jurídicamente falso.


7. Un detalle que desmonta cualquier duda: la firma del verdadero secretario

El documento 3 de mi demanda fue decisivo:

  • aparece la firma autógrafa del secretario del consejo de guerra;

  • esa firma coincide en todos los documentos procesales;

  • no hay ni una sola firma de mi padre en nada relativo al juicio propiamente dicho.

La sentencia lo asume y lo usa como prueba.

Por eso es devastador para el relato de Ríos.


8. Conclusión: La sentencia 311/2021 es la verdad que nadie quiso ver

La sentencia no deja resquicios.
No permite dobles lecturas.
No autoriza interpretaciones creativas.
No abre puertas al “relato”.

Dice lo que dice:

✔ mi padre NO fue secretario del consejo de guerra,
✔ mi padre NO pidió pena para MH,
✔ mi padre NO intervino en la sentencia,
✔ y la atribución mediática es falsa.

Y, aun así,
EFE,
SER,
Ríos,
y muchos otros decidieron seguir adelante.

Porque la verdad judicial no encajaba en su historia.
Pero encaja en la mía.

EL ECOSISTEMA DEL BULO: CUANDO UNA MENTIRA ENCUENTRA ALIADOS, MICRÓFONOS Y SILENCIO

 

¿Por qué una falsedad académica se convierte en verdad mediática sin que nadie pregunte, nadie verifique y nadie rectifique?...


Ficha de entrada

  • Tema: análisis estructural del caso; cómo la mentira sobre mi padre se convierte en “verdad mediática” por acumulación, repetición y connivencia tácita.

  • Objetivo: mostrar que el problema no es solo EFE ni un catedrático, sino un sistema completo que premia el relato ideológico y castiga la verdad incómoda.

  • Material utilizado: las tres entradas anteriores, jurisprudencia, experiencia personal desde 2019 y análisis de medios.



Hay casos que nacen de una mala lectura.
Otros, de un prejuicio.
Y algunos —como el mío— nacen de algo mucho más grave:
la combinación perfecta entre un relato ideológico, una figura académica con autoridad y unos medios de comunicación dispuestos a publicar sin contrastar.

Ese ecosistema no surge por casualidad. Se construye.
Y cuando se construye mal, con prisas, sin ética y sin verdad, los daños los paga alguien.
En mi caso, ese “alguien” fue la figura mi padre fallecido hace muchos años, Antonio Luis Baena Tocón.

Hoy quiero hablar del ecosistema del bulo, no del bulo en sí.
Porque el bulo siempre tiene un autor…
pero también cómplices, amplificadores y silencios.


1. El origen: un académico que escribe como activista

Juan Antonio Ríos Carratalá escribió sobre mi padre sin rigor, sin documentación (haciendo ficción, inventando) o manipulando documentación, sin cuidado y sin verdad.
No fue un error: fue una construcción ideológica.

  • Extrajo conclusiones sin fundamento.

  • Atribuyó papeles inexistentes.

  • Ignoró documentos esenciales.

  • Usó etiquetas morales (“verdugo”, “severidad”, “represión”) que no se corresponden con ningún archivo.

  • Y jamás hizo lo que exige la mínima deontología: preguntar a la familia, o al menos verificar el dato más grave. Él manifestó en sesión judicial que intentó contactar con la familia, especialmente con mi hermana (algo totalmente falso, le dedicaré ese asunto a otra entrada para no alargarme ) y más que verificar lo que ha hecho es manipular documentos en pro de su fanatismo ideológico. Los documentos dicen lo que dicen y no lo que él ha querido que digan...

Pero el problema no es solo él.
Es
cómo se le concedió autoridad absoluta sin contraste.


2. El micrófono: medios que aman el relato y desprecian el archivo

En una democracia, un medio debería preguntar:

  • ¿Está esto documentado?”

  • ¿Quién firma este dato?”

  • ¿Es verificable?”

  • ¿Hay sentencia judicial que diga lo contrario?”

Nada de eso ocurrió.

EFE, Cadena SER, diarios regionales y plataformas digitales repitieron la frase sin verificarla, además de colegas ideológicos afines, alguno de ellos manifestando no conocer los documentos de los archivos históricos (cosa que yo sí los he consultado) me han reprochado públicamente, contradecir al inventor del bulo.
Porque el relato era cómodo, encajaba en una narrativa que ya estaba decidida:

Poeta universal / verdugo franquista”.

Es un guion perfecto.
Potente.
Vende.
Pero es
falso.

**Ningún periodista me llamó.

En realidad hubo uno, que se puso en contacto conmigo, mintiéndome y actuando muy cínica y muy amablemente (como su amigo Ríos Carratalá) para engañarme y hacer las publicaciones que le diera la gana con las interpretaciones que le dio la gana hacer y difundir… Y hubo otra que se quiso poner en contacto conmigo después de haber publicado todas las falsedades y añadidos que quiso. Evidentemente ya no tenía nada que hablar con ella. A ambos, entre algún que otro, les dedicaré otra entrada.

Nadie pidió un solo documento.
Nadie leyó los archivos.**

La ética periodística quedó sustituida por la urgencia del titular.


3. El repetidor automático: las agencias y su efecto cascada

Las agencias son, literalmente, las fábricas del bulo masivo cuando fallan.

Un error en un blog llega a cien personas.
Un error en una agencia llega a cientos de miles e incluso millones.

Eso pasó con EFE:

  • No contrastó.

  • Reprodujo lo que decía Ríos.

  • Lo envió a decenas de medios.

  • Todos lo publicaron en automático.

  • Nadie comprobó nada.

EFE actuó como multiplicador institucional del error.

Y luego, cuando se les pide responsabilidad, responden con bromas de platillos volantes.


4. El silencio: quienes podrían hablar, callan

Las universidades que avalan a sus catedráticos callan.
Los medios que difundieron falsas noticias callan.
Los periodistas y no periodistas que me insultaron en redes callan.
Quienes me difamaron y borraron luego sus mensajes callan.
Quienes rectificaron en privado, pero no en público, callan.

El silencio es la forma más cobarde de participación.

Es más fácil señalar al hijo que pide verdad que al catedrático que mintió.


5. La víctima perfecta: un hombre sin defensa

Mi padre llevaba décadas muerto.
Era ideal para el relato:

  • No podía responder.

  • No podía acudir a los archivos.

  • No podía explicar su verdadera trayectoria.

  • No podía defenderse.

Lo convirtieron en un “personaje útil”.
En una pieza de una narrativa política contemporánea.

Y cuando yo —su hijo— pedí que se respetara la verdad, la reacción fue inmediata:

  • ridiculizarme,

  • aislarme,

  • negarme voz,

  • caricaturizarme,

  • acusarme de censura,

  • expulsarme del debate.

Porque el bulo no se sostiene si la víctima habla.


6. La cadena de montaje del bulo: así funciona

Podemos resumirlo así:

  1. Un académico escribe algo ideologizado.

  2. Un medio copia sin contrastar.

  3. Una agencia distribuye en masa.

  4. Otros medios reproducen automáticamente.

  5. Redes sociales amplifican.

  6. Insultos y amenazas llegan a la familia.

  7. Cuando el afectado protesta, se le trata como excéntrico.

  8. Cuando denuncia, se le ridiculiza.

Es un sistema.
Un engranaje perfecto.
Un ecosistema.


7. El coste humano: lo que nadie quiere mirar

No es un juego.
No es un debate académico.
No es un ensayo literario.

Es la vida de un hombre honesto difamada durante años.
Es una familia insultada y amenazada.
Es un hijo (yo) teniendo que defender con documentos lo que nunca debería haber sido cuestionado:

**que mi padre no fue verdugo de nadie.

Que no formó parte de ningún consejo de guerra.
Que jamás pidió pena alguna.
Y que la verdad estaba en los archivos desde el primer día.**


8. Conclusión: romper el ecosistema del bulo

No basta con denunciar a quien escribió la falsedad.
Hay que señalar a quienes la amplificaron, la adornaron, la repitieron, la aplaudieron y la protegieron.

Porque la mentira no actúa sola.
Necesita estructura, canal y legitimidad.

Y en este caso, los tuvo.

Mi trabajo —y el de mi familia— es desmontar ese ecosistema con documentos:

  • expedientes originales,

  • sentencias judiciales,

  • certificaciones de archivo,

  • informes periciales.

No con sarcasmos.
No con titulares.
No con ideología.

Con verdad.

miércoles, 3 de diciembre de 2025

CUANDO LA DIFAMACIÓN SE CONVIERTE EN CHISTE: EL SARCASMO COMO DEFENSA Y EL DESPRECIO COMO MÉTODO

 

Ficha de entrada

  • Tema: El uso del sarcasmo por parte de la Agencia EFE para ridiculizar la indemnización solicitada y trivializar el daño causado.

  • Objetivo: desmontar esa estrategia, mostrar su gravedad y explicar por qué el daño sufrido es real, acreditado y jurídicamente relevante.

  • Texto base: último bloque de mi escrito jurídico (sarcasmos sobre la indemnización, referencia a islas del Caribe, platillo volante, casa de Bertín Osborne, etc.), más la comparación con la demanda de AMI contra META.



En los procesos judiciales por intromisión ilegítima en el honor, uno espera —al menos— un mínimo de seriedad.

No pido solemnidad romana ni frases lapidarias; basta con respeto.
Lo que nunca imaginé es encontrarme con la escena final de una
comedia barata dentro de un procedimiento donde se discutía, nada menos, que el honor de mi padre y el daño causado a mi familia.

Porque sí: la Agencia EFE decidió responder a una demanda perfectamente fundamentada —con documentos, jurisprudencia, peritajes y sentencias— con sarcasmos.

No con argumentos,
no con hechos,
no con verificaciones,
sino con
bromas.

Según ellos, la indemnización solicitada por mí permitiría:

  • vivir varias vidas a pleno lujo”,

  • comprar “una isla en el Caribe”,

  • adquirir “un platillo volante”,

  • o incluso la casa de Bertín Osborne,

  • quedándome aún “seis millones para gastos menores”.

No es ficción.
Es texto oficial de la contestación a la demanda.


1. El sarcasmo como cortina de humo

Esto nos obliga a una reflexión dolorosa pero necesaria:

¿Por qué una agencia pública, de titularidad estatal, decide responder con chistes?

La respuesta es sencilla: porque no tienen argumento alguno.

  • No pueden justificar que difundieron una falsedad.

  • No pueden justificar que no contrastaron en un archivo público.

  • No pueden negar que existe una sentencia judicial que desmonta su información.

  • No pueden justificar que vulneraron su propio Código Ético y su Estatuto de Redacción.

  • No pueden ocultar que cuentan con un departamento llamado EFE Verifica y aun así no verificaron nada.

Cuando no hay defensa jurídica, aparece el recurso primitivo del sarcasmo, que cumple dos funciones:

  1. Humillar al demandante, convertir su reclamación en un chiste.

  2. Evitar hablar del fondo del asunto, desplazando la discusión hacia lo grotesco.

No argumentan sobre la verdad.
No argumentan sobre la veracidad.
No argumentan sobre su responsabilidad.

Argumentan sobre un platillo volante.

Y aquí empieza lo peligroso.


2. Cuando el humor sustituye a la responsabilidad

Los chistes, en apariencia simpáticos, cumplen un propósito disciplinario:
reírse del que reclama verdad y reforzar la posición de poder del que difama.

El mensaje subterráneo es claro:

Si te quejas de que hemos difundido una mentira sobre tu padre, te ridiculizaremos”.

Es una táctica muy vieja:

  • convertir al ofendido en caricatura,

  • ridiculizar su sufrimiento,

  • trivializar una difamación,

  • minimizar un daño real.

Pero aquí la situación resulta todavía más grave porque quien aplica esta táctica no es un bloguero cualquiera, sino la Agencia EFE, un organismo estatal con función de servicio público y presupuesto público.


3. ¿Es exagerado el quantum indemnizatorio? La verdad es que NO

El sarcasmo de EFE pretende instalar la idea de que mi solicitud económica es extravagante, casi delirante.
Pero la realidad es tozuda:

En diciembre de 2023, 83 medios de comunicación españoles demandaron a META por 550 millones de euros.

¿Les acusó alguien de querer “vivir varias vidas a pleno lujo”?
No.

¿Les dijeron que podrían comprarse una isla en el Caribe?
Tampoco.

¿Les compararon con Bertín Osborne?
Ni remotamente.

Esos 83 medios —entre ellos varios de los demandados en mi caso— consideraron proporcionado reclamar 550 millones a una empresa norteamericana por una cuestión de protección de datos.

Yo, por una campaña de desinformación que afectó al honor de mi padre, difamada en más de 1.000 publicaciones, pido una indemnización milimétricamente justificada, por daños, entre otros:

  • al honor,

  • a la memoria de mi padre fallecido,

  • a mi salud emocional,

  • y a la de mi familia.

Y la Agencia EFE responde con burlas.

Cuál es la diferencia real:

A META la demandan 83 medios muy poderosos.
A EFE la demanda un ciudadano que solo pide que no se mienta sobre su padre.

La sátira de EFE revela, en el fondo, un desprecio social:
hay quienes creen que la verdad de las familias humildes vale menos que la de los grandes grupos mediáticos.


4. Lo que está en juego no es dinero: es memoria, honor y verdad

Podría no haber reclamado ni un euro.
Podría haber pedido solo una rectificación.
Y aun así EFE habría reaccionado igual, porque el problema no es la cuantía:
el problema es que no quieren reconocer la mentira.

Ni la falsedad,
ni la irresponsabilidad,
ni el incumplimiento,
ni el daño causado.

Porque admitir eso implicaría:

  • reconocer que Ríos Carratalá mintió documentalmente,

  • reconocer que EFE replicó su mentira,

  • reconocer que no contrastaron nada,

  • reconocer que actuaron con sesgo ideológico,

  • reconocer que su departamento EFE Verifica es incapaz de verificar,

  • y reconocer que se rompió el principio más básico del periodismo:
    no difundir lo falso cuando es comprobable lo verdadero.

Eso es lo que no quieren admitir.
Por eso el sarcasmo.
Por eso la burla.
Por eso el platillo volante.


5. El sarcasmo es la admisión involuntaria de culpa

Si alguien tiene un buen argumento jurídico, lo expone.
Si alguien tiene un buen argumento fáctico, lo demuestra.
Si alguien tiene un buen argumento documental, lo aporta.

Pero cuando alguien responde a una demanda con chistes, significa solo una cosa:

no tienen defensa.

El sarcasmo es el refugio final de quien no puede justificar sus actos.
Y en este caso, además, es una falta de respeto no solo hacia mí, sino hacia la propia función pública que EFE representa.


6. Conclusión: la dignidad no admite sarcasmos

El sarcasmo, convertido en argumento jurídico, es un síntoma de decadencia institucional.
Y también una confesión.

La Agencia EFE podrá hablar de platillos volantes, de islas caribeñas y de casas de famosos.
Podrá intentar ridiculizar mi reclamación.
Podrá intentar que el daño que han causado parezca un chiste.

Pero la verdad sigue ahí:
difundieron una falsedad que ya había sido desmontada judicialmente,
y su actuación no fue un error: fue una negligencia repetida, extensa y profundamente dañina.

Y mientras no asuman su responsabilidad,
seguiré explicándolo —con documentos y sin sarcasmos— todas las veces que haga falta.

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