El rigor académico no es censura ni la
rectificación un ataque a la libertad de expresión.
El victimismo y la
demagogia no pueden servir de excusa para eludir la responsabilidad intelectual.
Martes, 11 de marzo de 2025.
En una reciente publicación de Cadena Ser, fechada el 10 de marzo de 2025
(https://cadenaser.com/comunitat-valenciana/2025/03/10/una-juez-condena-al-catedratico-rios-carratala-a-rectificar-expresiones-contra-el-secretario-judicial-que-participo-en-el-proceso-contra-miguel-hernandez-radio-alicante/),
se recogen las declaraciones del catedrático Ríos Carratalá tras la sentencia
que le obliga a rectificar expresiones vertidas contra Antonio Luis Baena Tocón.
En dichas declaraciones, Ríos Carratalá se refiere a la jueza que dictó la sentencia afirmando que "no ha superado épocas pasadas". ¿Qué pretende insinuar con esto? El mensaje es claro: para él, todo aquel que no comparte su postura es tachado de franquista o fascista. Este modus operandi es recurrente en su discurso: lanzar insinuaciones veladas sin afirmarlas de manera explícita, para luego poder escudarse en que nunca dijo tal cosa. Se trata de un auténtico juego de trileros, donde en lugar de cubiletes y dados, el engaño se juega con las palabras.
Este tipo de discurso, en el que la crítica legítima se disfraza de censura y la responsabilidad individual se diluye en una causa colectiva, es una estrategia bien conocida. No se trata aquí de un debate sobre la libertad de expresión o de cátedra, sino de la responsabilidad que conlleva el uso de la palabra, especialmente en el ámbito académico. La rectificación no es un atentado contra la libertad de expresión, sino un ejercicio de rigor y honestidad intelectual, algo que cualquier académico debería valorar por encima de cualquier protagonismo mediático.
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