Cuando la
justicia y la crítica dejan de ser objetivas, se convierten en
herramientas de conveniencia, manipulación y victimismo.
Ríos Carratalá oscila entre la libertad
de expresión y la distorsión de los hechos, planteando un doble
rasero donde la verdad es selectiva y la intransigencia se disfraza
de justicia.
Antes
incluso de que se dictara la sentencia del 10 de marzo de 2025, ya
sabía que el Sr. Ríos Carratalá la recurriría. Me parece perfecto
que lo haga, está en su derecho, como yo en el mío, y no me
sorprende en absoluto su frase: "La sentencia es propia
de épocas felizmente superadas por quienes creemos en la libertad de
expresión, de investigación y de cátedra." Para mí,
esa declaración es una forma velada de insinuar que la jueza es
franquista o fascista. Claro, él dirá que jamás utilizó esas
palabras, pero el mensaje implícito es evidente. Le gusta lanzar la
piedra y esconder la mano, dejando que algún fanático traduzca su
mensaje en términos menos académicos y más directos.
Siempre que hay una sentencia, está convencido de tener la razón.
Si el fallo no le favorece completamente, lo minimiza o lo oculta,
como ocurrió con la resolución del contencioso-administrativo de
Alicante. En ese caso, tanto él como sus colegas, quienes
aseguran trabajar estrechamente con él, no se molestaron en
contrastar los hechos y optaron por el
corporativismo.
Incluso la hija de uno de estos profesores, que dice trabajar "codo
con codo" con él, repetía exactamente lo mismo que su papá...
Conservo capturas de pantalla que demuestran cómo
omitieron
partes clave de la sentencia, donde se establecía claramente que mi
padre era abogado y que no había formado parte de ningún consejo de
guerra. El fallo no fue favorable para mí, no porque se
desmintieran estos hechos, sino porque
el juez se declaró no
competente en materia académica y dio
paso a instancias superiores, donde se reconoció que la
reclamación era susceptible de demanda civil. Pero eso lo
callan, teniendo pleno conocimiento de la sentencia.
Lo más llamativo es que el juez que resolvió aquel caso era
colega suyo, profesor en la misma universidad. Curiosamente, el Sr.
Ríos Carratalá
llama "colegas" a todos los profesores
universitarios, sin importar su área de especialización,
como
si así reforzara su autoridad intelectual y pretendiera blindar su
verdad ante cualquier cuestionamiento externo. Me pregunto si a este
juez también le habrá dicho que su sentencia es propia de "otras
épocas superadas", una expresión que, en la práctica,
equivale a insinuar que simpatiza con el franquismo solo porque el
fallo no le resultó del todo favorable.
No lo creo, pero sí tengo la certeza, aunque siempre se
puede equivocar uno, de que ese juez debió enfrentar
presiones para resolver el procedimiento. ¿Acaso
cualquier juez que falle en su contra es automáticamente un
franquista o un fascista? Es una visión bastante peculiar de la
justicia para alguien que se autoproclama defensor de la libertad,
pero que, paradójicamente, demuestra la misma intransigencia que
tanto critica.
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