Cuando hacer preguntas molesta: del Congreso al estrado
El caso del
periodista Vito Quiles y su exclusión del Congreso ha reabierto un debate
necesario: ¿quién decide quién puede hablar, preguntar o escribir? Y, sobre
todo, ¿qué ocurre cuando quienes se proclaman defensores de la libertad de
expresión la convierten en privilegio ideológico?
¿Quién es Vito Quiles?
Vito Quiles
es un joven reportero vinculado a medios como EDATV y anteriormente con Estado
de Alarma TV, de Javier Negre. Se ha hecho conocido por sus intervenciones
incisivas en ruedas de prensa, su estilo confrontativo y sus preguntas
dirigidas a representantes del Gobierno, muchas veces con un tono provocador.
¿Molesto o infractor?
A FAVOR DE SU ACTUACIÓN
- Preguntas que incomodan, pero
son legítimas
- Aborda temas como
subvenciones, corrupción, uso de fondos europeos... asuntos que interesan
a cualquier ciudadano.
- La libertad de información no
puede depender del agrado o desagrado del poder político.
- Derecho a la acreditación
- Si su medio está legalmente
inscrito y cumple con los requisitos, no debería excluirse por criterio
ideológico.
- La prensa no está para hacer
preguntas cómodas.
- No es el único provocador
- En democracias consolidadas
hay periodistas disruptivos que cumplen una función fiscalizadora
esencial.
EN CONTRA DE SU ACTUACIÓN
- Estilo provocador que roza el
activismo
- Ha sido acusado de interrumpir
o introducir valoraciones, confundiendo el rol de periodista con el de
militante.
- Medio poco transparente
- EDATV no tiene un código ético
claro, utiliza titulares sensacionalistas (aunque muchos medios afines tienen publicados códigos éticos muy
bonitos, pero al conocer sus actuaciones se comprueba que los tienen de
adorno).
- Riesgo de convertir la prensa
en un show
- Las formas pueden erosionar la
credibilidad del periodismo y el respeto mutuo en instituciones
democráticas.
📌 La clave: ¿incumple normas objetivas o
simplemente incomoda? En democracia, lo incómodo no puede ser lo sancionable.
Pero las normas deben aplicarse con imparcialidad a todos.
Doble rasero en acción
Mientras a
periodistas como Quiles se les expulsa o censura, otros personajes como el
catedrático Juan Antonio Ríos Carratalá gozan de impunidad mediática y apoyo
institucional, pese a haber difundido falsedades documentadas sobre mi padre,
Antonio Luis Baena Tocón.
He vivido en
carne propia cómo se manipulan documentos, se deforma la realidad histórica y
se levantan acusaciones sin pruebas. Se me ha tachado de revisionista, mientras
quienes difaman son amparados por instituciones, medios y editoriales.
Lo más grave
es que muchos de los periodistas que denuncian la "censura" a Vito
Quiles son los mismos que han repetido sin verificar las falsedades de Ríos
Carratalá. En unos casos se pide libertad absoluta, en otros, se respalda el
silencio cómplice.
Una carta que me llegó... y me interpeló
Hace pocos
días recibí un correo de Vito Quiles alertando sobre una reforma del Reglamento
del Congreso que permitiría vetar a periodistas "incómodos" como él.
Lo expresaba en tono urgente, incluso apocalíptico, pero con una pregunta de
fondo ineludible: ¿quién decide qué preguntas pueden hacerse?
La paradoja
es que yo también me quedé con muchas preguntas por hacer. En mi caso, al
catedrático que difamó a mi padre. Pero los procedimientos civiles no permiten
interrogar directamente a la parte contraria y mi letrado se atiene
estrictamente al procedimiento judicial, ya que su actuación estaba basada en
lo documental y no en el teatro. Si Vito Quiles hubiera estado presente, tal
vez habría hecho lo que yo no pude.
Las 32 preguntas que nunca respondió Juan Antonio Ríos
Carratalá
(Y
que quizás podría hacerle un periodista con libertad para preguntar)
1. ¿Confirma usted que Antonio Luis Baena Tocón fue el secretario judicial del consejo de guerra que condenó a muerte al poeta Miguel Hernández?
2.
Además de catedrático de Literatura, ¿es usted
licenciado o doctor en Historia o en Derecho para evaluar actuaciones judiciales?
3.
¿Sostiene usted que Baena Tocón firmó la condena a
muerte del poeta o que fue su verdugo, como han dicho medios codemandados?
4.
¿Publicó usted en su blog del 27 de agosto de 2024
hasta 12 documentos con la firma de mi padre en el Juzgado Especial de Prensa,
sin mostrar el documento donde figura el verdadero secretario judicial del
consejo de guerra contra Hernández?
5.
¿Por qué no aclaró nunca la composición real del
consejo de guerra ni el nombre del secretario judicial cuya firma aparece en el
Documento 3 de la demanda?
6.
¿Puso usted en duda que mi padre fuera licenciado en
Derecho?
7.
¿Reconoce usted que en julio de 2019 declaró a La
Nueva España que mi padre fue el secretario judicial del consejo de
guerra, y que en agosto de 2024 dijo en su blog que fue solo secretario
instructor del Juzgado de Prensa?
8.
¿Confirma haber dicho que “la documentación está en los
archivos públicos” y que eso prueba la implicación de mi padre?
9.
¿Cómo valora la campaña de desinformación con más de
mil publicaciones y mensajes en redes, algunos con amenazas contra mi familia?
10. ¿Cómo
encaja su afirmación de que mi padre “siempre pedía la máxima condena” con la
sentencia que señala que no participó ni firmó esa condena?
11. ¿Reconoce
usted que el origen del litigio es una petición ante la AEPD y la UA para
desindexar URLs con datos inexactos?
12. ¿Fue
usted quien contactó con los medios, incluyendo El País, tras la
resolución administrativa favorable a mi solicitud?
13. ¿Confirma
que la Universidad de Alicante convocó una rueda de prensa para dar marcha
atrás en dicha resolución?
14. ¿Publicó
usted que “nunca ha fabulado” sobre las actividades de mi padre como secretario
del Juzgado Especial de Prensa?
15. ¿Cómo
explica que los documentos y una sentencia judicial demuestren que mi padre no
intervino en el consejo de guerra contra Miguel Hernández?
16. Si
revisó usted el sumario, ¿por qué nunca identificó al verdadero secretario
judicial cuya firma está en el Documento 3?
17. ¿Está
documentado en los sumarios que los periodistas De Pedro, De la Pascua, Marín
Alcalde y Dicenta Alonso “pasaron por las manos” de mi padre?
18. ¿Publicó
usted documentos no incluidos en la demanda con firmas de mi padre en otros
sumarios para justificar sus afirmaciones anteriores?
19. ¿Cómo
justifica afirmar que esos periodistas pasaron por sus manos si el sumario no
lo demuestra?
20. ¿Afirmó
usted en el recurso de alzada que el nombre de Baena Tocón aparece en consejos
de guerra como secretario judicial?
21. ¿Por
qué nunca corrigió a los medios que repitieron que mi padre firmó la condena a
muerte?
22. ¿Se
refería a las leyes de Protección de Datos y del Honor cuando dijo que “la ley
no está hecha para reescribir la historia”?
23. ¿Firmó
Baena Tocón la sentencia de muerte de Miguel Hernández?
24. ¿Verificó
usted en el Archivo los sumarios citados? ¿En qué documentos se basa?
25. ¿Entregó
usted en 2024 a la UA el segundo volumen de su obra con un capítulo sobre
Dicenta, donde afirma que pasó por manos de mi padre, aunque en el sumario no
aparece su firma?
26. ¿Mantiene
usted esa afirmación respecto a Dicenta Alonso y otros en su nueva obra aún inédita?
27. ¿Conoce
usted el alcance mediático de las publicaciones falsas repetidas por medios y
redes?
28. ¿Reconoce
usted que todo lo que han publicado sobre mi padre como secretario del consejo
de guerra es falso e inveraz?
29. ¿Reconoce
que mantiene una polémica con Andrés Trapiello, quien lo acusa de manipular la
realidad histórica?
30. ¿Escribió
usted el 24 de julio de 2024 en su blog que “si hubiera escrito la barbaridad
de que un miembro del Cuerpo Jurídico era responsable de un tiro en la nuca…
ahora tendría un juicio encima”?
31. ¿Reconoce
usted con esa frase que mi padre solo redactó una diligencia como secretario
del Juzgado Especial de Prensa y no participó en el consejo de guerra?
32. ¿Conoce usted la sentencia del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo nº 3 de Alicante que lo desmiente?
Y
a estas 32 preguntas —todas documentadas, pertinentes y en el orden expuesto—
se añadirían muchas más, como por ejemplo:
— ¿Cómo explica que en 2025 entregara a la Universidad de Alicante el tercer
volumen de su obra con las mismas falsedades ya desmontadas judicialmente?
— ¿Por qué insiste en vincular a mi padre con personas como Joaquín Dicenta
Alonso y otros, pese a que los documentos consultados no lo avalan?
No se trata de alargar esta entrada más de lo necesario, pero que nadie se llame
a engaño: la lista está lejos de terminar.
Y no, no se
trata de que esas preguntas las formule un periodista afín en una entrevista
pactada para reforzar su ideología, prepotencia y egocentrismo. Ni siquiera
basta con que lo haga un periodista valiente. Lo justo sería que las
respondiera ante un juez, con todos los documentos sobre la mesa. Sin aplausos
interesados. Sin escudos ideológicos. Sin victimismo corporativo.
¿Y si Quiles fuera del otro bando?
Imaginemos
por un momento que Vito Quiles hiciera preguntas molestas a un Gobierno
conservador o cuestionara las fundaciones religiosas. ¿Sería tachado de
agitador, o estaría recibiendo premios de periodismo comprometido?
El problema
no es el estilo. El problema es el sesgo con el que se reparte la legitimidad.
Conclusión: cuando hacer preguntas molesta, es que alguien tiene mucho que
ocultar
No hay libertad de expresión si solo vale para unos pocos.
No hay derecho a la verdad si se convierte en patrimonio exclusivo de quienes
gritan más.
Y no hay justicia si la crítica honesta se castiga, mientras la ficción
ideológica se premia como historiografía o como periodismo comprometido.
Porque la libertad de expresión no consiste en repetir una consigna, sino en
hacer preguntas, aunque molesten.
Y la democracia no se defiende censurando al que interroga, sino obligando a
responder al que difama.
Ahora bien, lo justo sería que esas preguntas no las formulara un periodista
“amigo” en una entrevista pactada —como las que acostumbra a conceder para
reforzar su ideología sin ser nunca contradicho, ni dejar de alimentar su
egocentrismo—. Tampoco basta con que las plantee un periodista valiente, si
quien debe responder puede esquivar o escudarse en el victimismo académico.
Lo que realmente haría falta es que un juez —con todos los documentos encima
de la mesa— pudiera interrogarlo con rigor, sin pactos ni aplausos interesados.
Que no pudiera distraer la atención con rodeos literarios, ni presentar como
“libertad académica” lo que ha sido falsedad comprobada.
Porque lo que está en juego no es un relato, ni un estilo narrativo, sino el
honor de una persona concreta —mi padre— y el derecho de su familia a que no se
construya sobre él una historia de ficción ideológica.
Por eso, cuando leí la carta de Vito Quiles, pensé:
Ojalá alguien como él —sin miedo, sin ataduras— tuviera delante al Sr.
Carratalá.
Ojalá pudiera hacerle esas preguntas que no suelen tener cabida en los
procedimientos civiles.
Ojalá lo interrumpiera si trata de irse por las ramas (como hizo en el
juicio de octubre de 2024).
Ojalá insistiera.
A algunos les incomoda Vito Quiles.
A mí, me incomoda mucho más el doble rasero de quienes reparten carnés de
periodista, de historiador o de demócrata según convenga.
Porque cuando hacer preguntas molesta, es que alguien tiene mucho que
ocultar.
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