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original
de Juan Antonio Ríos Carratalá: “Nos vemos en Chicote ha sido
reeditado” (11 de julio de 2019)
Enlace:
https://varietesyrepublica.blogspot.com/2019/07/nos-vemos-en-chicote-ha-sido-reeditado.html
Tipo
de alusión
Indirecta
pero grave.
No menciona nombres, pero celebra sin reservas la
reedición del libro Nos
vemos en Chicote,
cuya primera edición contiene afirmaciones falsas sobre mi padre, lo
que motivó la posterior denuncia judicial.
a
consecuencia del modo de actuar de su autor.
Reafirma su
contenido sin matices, a pesar de que la polémica ya estaba abierta,
y reivindica las mismas falsedades como si fueran verdades
historiográficas.
Estrategia
discursiva
Ríos
Carratalá utiliza un tono triunfalista y propagandístico. Presenta
la reedición como un “acto de justicia” frente a supuestos
intentos de censura.
Elude cualquier referencia a la
controversia real: que se le había acusado de difundir falsedades
sobre una persona fallecida, que esa reclamación ya era formal, y
que se le había solicitado rectificación.
En su lugar,
encuadra el conflicto como una batalla entre la “historia crítica”
y la “tentación de olvidar”, reduciendo una demanda legítima a
una caricatura ideológica.
Puntos discutibles o falsos
Reivindica y promociona un libro con errores graves sin corregirlos, a pesar de haber sido advertido de ello.
Oculta al lector que ya existía una reclamación formal por afirmaciones falsas contenidas en esa obra.
Presenta la reedición como una muestra de valentía intelectual, cuando en realidad es una persistencia irresponsable en una falsedad documentada.
La tercera edición, publicada en 2025, reproduce literalmente las mismas falsedades incluso después de haber sido condenado en 2024 por vulnerar el honor de mi padre.
Réplica
narrativa: Reeditar
un error no lo convierte en verdad
El
11 de julio de 2019, Juan Antonio Ríos Carratalá celebró la
reedición de su libro Nos
vemos en Chicote.
No
mencionó que en ese libro escribió falsedades sobre mi padre. No
eliminó las falsedades que hay en él.
No dijo que esas afirmaciones ya estaban siendo cuestionadas
formalmente. Tampoco reconoció que se le había pedido rectificar ni
que existían pruebas documentales que las desmentían.
Reivindicó la obra como si fuera una victoria sobre la censura. La presentó como una aportación crítica a la historia. Y se felicitó por reeditarla tal cual, sin mover una coma.
Pero reeditar un error no lo convierte en verdad.
Cuando alguien con tribuna y respaldo editorial difunde datos falsos sobre una persona fallecida, y luego los reafirma con orgullo, está usando la historia como arma de descrédito.
En
marzo de 2025 fue condenado por vulnerar el derecho al honor de mi
padre.
Y, aun así, a continuación en 2025 publicó una tercera
edición del mismo libro, sin corregir nada.
Eso
no es investigación. Es propaganda.
Es soberbia.
Y es un
desprecio al deber mínimo de cualquier investigador: verificar lo
que dice y rectificar si se equivoca.
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