HISTORIA, FICCIÓN Y ARROGANCIA ACADÉMICA: UNA CRÍTICA A LA MANIPULACIÓN HISTORIOGRÁFICA.
Viernes, 17 de enero de 2025
El jueves 12 de octubre de 2017, el catedrático Ríos Carratalá publicó en su blog una reseña de Contemos cómo pasó, de José A. Pérez Bowie, catedrático de la Universidad de Salamanca, publicada en la revista Anales de Literatura Española Contemporánea. Como era de esperar, la reseña está llena de alabanzas.
No entraré a comentar dicho libro en particular, pero sí quiero señalar algunos elementos recurrentes que he observado en sus trabajos, especialmente en Nos vemos en Chicote.No creo que
la escritura errática sea el enfoque adecuado para la redacción de libros. Sin
embargo, este estilo lo ha seguido en otras obras, como Nos vemos en Chicote, donde
parece ensamblar piezas sueltas para integrarlas en una construcción arbitraria
y sesgada, como ha hecho con mi difunto padre.
Respecto a la
modestia, es algo debatible en alguien que no deja de presumir de sus
amistades, de los cargos que ostentan y de la cantidad de libros que ha
publicado, como si se tratara de hacer rosquillas. Sus comentarios son
atribuibles a una experiencia personal, no a una verdad universal.
Se ha evidenciado que su interés no es
precisamente la Historia con mayúsculas, aunque insista en proclamarse
historiador y califique sus trabajos como "documentos históricos".
Así lo defendió ante mi reclamación inicial, acusándome de querer borrar
archivos históricos y reescribir la Historia.
En cuanto a
los "personajes oscuros e insignificantes", ¿qué criterio sigue para
definirlos? Según parece, el que él considere adecuado. A mi padre lo calificó
de "tenebroso recuerdo" en Nos vemos en Chicote, una opinión gratuita, sobre todo
cuando aún hay muchas personas vivas que lo conocieron y pueden dar testimonio
de lo contrario.
¿Y qué decir
sobre aquellos de "existencias grises"? ¿Se refiere a los que él
decida etiquetar como tales? Es un concepto sumamente subjetivo. ¿Quién
determina quién es un "personaje gris" entre la gente común? ¿O acaso
es una categorización reservada para quienes no encajan en la autocomplacencia
de ciertos catedráticos que se consideran superiores a los demás?
En lo
referente a mi padre, no ha existido rigor alguno; simplemente ha extraído las
enseñanzas que mejor se ajustaban a su narrativa. ¡Curiosas enseñanzas!
Efectivamente,
mezcla ficción y realidad con facilidad, haciendo uso de una gran imaginación
para sus "creaciones", con mucho orgullo y soberbia para mantener sus
desenlaces, aunque sean un fraude historiográfico. Dice no renunciar al rigor
del conocimiento, pero lo omite cuando no le conviene.
Es cierto que la sonrisa puede ser un
elemento permanente y cómplice, sobre todo si se escribe para un tipo
específico de lectores. Pero el compromiso con la veracidad se vuelve subjetivo
cuando se introduce sesgo o sectarismo.
Es difícil salir exitoso de una escritura
sin orden ni concierto y, al mismo tiempo, pretender que sea compatible con una
investigación rigurosa y objetiva en archivos históricos.
El humor y la ironía pueden ser
herramientas efectivas en la divulgación histórica, pero en una investigación
académica pueden resultar problemáticas en varios contextos. Situaciones en las
que su uso puede ser inapropiado o incluso contraproducente:
1. Cuando
distorsionan los hechos
·
La ironía y el humor pueden simplificar
demasiado la información o exagerar ciertos aspectos de la historia, lo que
puede llevar a interpretaciones erróneas.
·
En una investigación rigurosa, se espera
precisión y objetividad, y el uso de recursos humorísticos puede dar la
impresión de falta de seriedad.
2. Cuando
afectan la imparcialidad
·
La ironía suele implicar una postura
subjetiva o un juicio de valor. En una investigación histórica, esto puede
sesgar la presentación de los hechos.
·
Puede dar la sensación de que el
investigador está ridiculizando a ciertos actores históricos en lugar de
analizarlos de manera objetiva.
3. Cuando
deslegitima el sufrimiento de las víctimas.
·
En temas sensibles, como guerras,
dictaduras o injusticias sociales, el uso del humor puede percibirse como una
falta de respeto hacia las víctimas y sus descendientes.
·
Incluso si la intención es denunciar, el
tono irónico puede restarle gravedad a eventos trágicos. Antonio Luis Baena
Tocón y su familia fueron víctimas de la Guerra Civil.
4. Cuando
debilita la credibilidad del investigador
·
En el ámbito académico, el tono serio y
argumentativo es clave para la autoridad de un trabajo.
·
Un uso excesivo de la ironía puede hacer
que la investigación parezca más un ensayo de opinión que un estudio
fundamentado en fuentes y análisis crítico.
5. Cuando
genera confusión en el lector
· No todos los lectores interpretan la
ironía de la misma manera. En un texto académico, la claridad es esencial, y el
humor puede generar ambigüedad en la interpretación de los hechos.
En
conclusión, en la investigación histórica académica se debe mantener un tono
neutral y objetivo, mientras que en la divulgación y el ensayo
historiográfico puede haber espacio para la ironía, siempre que se use con
respeto y precisión reales.
En el caso de mi padre: Si se tratara de una investigación histórica no
se ha visto el tono neutral y objetivo y si se tratara de un ensayo historiográfico
no se aprecian el respeto a la verdad en todos los sentidos, ni la precisión de
los datos...
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