domingo, 30 de noviembre de 2025

EL DERECHO AL RECUERDO… ¿O A LA PROPAGANDA? CUANDO LAS AMISTADES LITERARIAS SUSTITUYEN A LOS HECHOS

 


1. MODO DE ALUSIÓN (A MI PADRE)

En esta entrada, Ríos vuelve a:

inventar funciones que mi padre nunca tuvo (secretario del tribunal militar)
✔ presentarlo como “victimario franquista” sin base documental
✔ usar su nombre para reforzar su discurso de “investigador perseguido”
✔ difundir, por enésima vez, la falsedad del “derecho al olvido” convertido en censura

Mi padre aparece como personaje instrumental para su narrativa victimista y para promocionar su libro.


2. ESTRATEGIA DISCURSIVA DE RÍOS

  1. Autoridad por amistad:
    Abre con un elogio a Ignacio Martínez de Pisón, amigo premiado y novelista, y usa su apoyo como argumento de autoridad.

  2. Autovictimización:
    Habla de su “cruzada judicial” como si fuera perseguido por investigar, no por haber difundido falsedades.

  3. Falsa reconstrucción histórica:
    Presenta a mi padre como secretario de un tribunal militar, a pesar de saber que no lo era.

  4. Inversión moral:
    Califica como “censura” lo que es una petición legítima de respeto al honor y a la verdad documental.

  5. Propaganda incrustada:
    Inserta autopromoción de su libro en mitad del relato.

  6. Simplificación populista:
    Habla de un “macrojuicio” que pagarán los contribuyentes, como si él no fuera responsable de su existencia.


3. PUNTOS DISCUTIBLES O FALSOS

1. Mi padre NO era secretario del tribunal militar

Era secretario adscrito a un juez instructor en un destino militar obligatorio.
No formó parte de ningún consejo de guerra.

2. Nada tuvo que ver con la condena de Miguel Hernández

El relato de Ríos atribuye funciones que jamás tuvo ni podía tener.

3. No solicité censurar la historia

Pedí la retirada de algunas publicaciones falsas y/o la corrección de datos manipulados.
Ríos convierte eso en “censura previa” para justificar su huida hacia adelante.

4. No denuncié a “quien mencionara a mi padre”

Solo a quienes añadieron falsedades, injurias o amenazas —muchas de ellas derivadas de las ficciones de Ríos.

5. Mi padre no era funcionario en 1934

Lo fue casi una década después. Pero le interesaba que lo fuera para hacer su relato sobre los funcionarios de la época
Ríos modifica su biografía para convertirlo en “personaje público”. Y aunque manifiesta pública y falsamente haberlo rectificado (así lo hizo saber su abogado en sesión judicial de 14 de octubre de 2024), tenemos libros suyos publicados en 2025 y tras sentencia civil que sigue diciendo lo mismo… Se ríe de la Justicia.

6. Ríos fue condenado por vulnerar el honor de mi padre

Y respondió acusando a la jueza de dictar una sentencia “franquista”.
Garantismo selectivo.


4. RÉPLICA NARRATIVA: “El derecho al recuerdo… ¿o a la propaganda? La historia según los amigos del catedrático”

El 14 de enero de 2024, Juan Antonio Ríos Carratalá volvió a hacer lo que lleva cinco años haciendo: convertir su blog en un espacio donde mezclar la épica de la víctima, la autoridad prestada de amigos literarios y la publicidad de sus libros.

Ignacio Martínez de Pisón. Fuente: Blog Varietés y República

Esta vez le tocó el turno a Ignacio Martínez de Pisón, novelista, Premio Nacional de Narrativa y —según Ríos— amigo de décadas. Nada tendría de particular si no fuera porque esta “amistad” sirve como comodín retórico para apuntalar un relato profundamente falso sobre mi padre.

Ríos presenta la solidaridad de Martínez de Pisón como una especie de aval ético:
si un novelista de prestigio lo apoya, él debe de tener razón.
El problema es que
el prestigio literario no convierte en verdad lo que es falso, ni dota de rigor a lo que nació como un libelo ideológico.

Ríos vuelve a difundir que mi padre fue “secretario del tribunal militar” que condenó a Miguel Hernández.
Una función que jamás tuvo, una atribución que él mismo sabe que es falsa, y una pieza imprescindible en la narrativa que lleva años vendiendo.

En su entrada, además, vuelve a presentarse como víctima de una “cruzada judicial”.
Curioso: un catedrático con decenas de artículos, entrevistas y libros a la espalda, hablando de ser perseguido…
por un hijo que pidió algo tan elemental como que no se mintiera sobre la vida de su padre.

Y tan elemental como recordar:
—que mi padre estaba cumpliendo
servicio militar obligatorio,
—que no redactaba
ni dictaba sentencias,
—que no formó parte de ningún consejo de guerra,
—que no tenía poder alguno,
y —sobre todo—
que Ríos
se inventó funciones para encajarlo en su relato ideológico.

Pero en este país es más fácil gritar “censura” que rectificar.

Según él, yo pretendía “borrar archivos históricos” y “reescribir la historia”.
Lo cierto es lo contrario:
si alguien ha manipulado documentos, cambiado fechas, inventado cargos y alterado trayectorias vitales, ha sido el señor Ríos Carratalá.
Por eso fue condenado en primera instancia en un juicio civil.
Y por eso su reacción fue desacreditar a la jueza llamando “franquista” a la resolución que emitió.

De ese detalle, en su blog, ni una línea, salvo la descalificación a la jueza y su sentencia para seguir con más de lo mismo....

La entrada continúa con la ya habitual autopromoción de sus libros, entre lamentos por su “acoso” y por un “macrojuicio” que —según él— pagarán “los contribuyentes”…
En cambio, no explica que ese juicio solo existe porque él decidió durante años
no rectificar y sostener falsedades en los medios de comunicación.

Ríos insiste en que “la Historia está hecha de nombres y apellidos”. De acuerdo.
Y por eso mismo, también está hecha de las responsabilidades de quienes los manipulan.

Mi padre no fue victimario ni tuvo poder alguno; y en cuanto a mi abuelo, también víctima de la guerra, Ríos llega incluso a colocarlo en un bando que no coincide con la realidad histórica: fue asesinado por milicias republicanas de la CNT-FAI pese a ser republicano, creyente y defensor de inocentes.”
En cambio, su propio padre, víctima
según él, aparece en sus textos como figura moralmente impecable.
Las víctimas, ya se sabe, son flexibles según quién las invoque.

Quizá lo más revelador sea que, después de tanto hablar del derecho al recuerdo, Ríos no quiera recordar algo muy sencillo:
que las falsedades tienen consecuencias.
Que las amistades literarias no sustituyen a la verdad.
Y que la “cruzada” que él denuncia no nació en mi casa, sino en su despacho.

5. NOTA FINAL DE TRANSPARENCIA

Esta respuesta se basa exclusivamente en documentos judiciales, archivos oficiales y pruebas verificables. Ninguna afirmación se sustenta en opiniones personales, sino en datos contrastados frente a las falsedades divulgadas sobre Antonio Luis Baena Tocón.


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