domingo, 31 de agosto de 2025

CUATRO ENTREGAS MÁS PARA UN MISMO SILENCIO: MIGUEL HERNÁNDEZ Y EL RIGOR IMPOSTADO

 

Títulos originales:
El consejo de guerra instruido en Orihuela, Elche y Alicante contra Miguel Hernández (1–4)

Fechas: 1 y 2 de diciembre de 2021

Enlaces:

  1. 01/12/2021 – https://varietesyrepublica.blogspot.com/2021/12/el-consejo-de-guerra-instruido-en.html

  2. 01/12/2021 – https://varietesyrepublica.blogspot.com/2021/12/el-consejo-de-guerra-instruido-en_1.html

  3. 02/12/2021 – https://varietesyrepublica.blogspot.com/2021/12/el-consejo-de-guerra-instruido-en_2.html

  4. 02/12/2021 – https://varietesyrepublica.blogspot.com/2021/12/el-consejo-de-guerra-instruido-en_30.html


Modo de alusión

  • No hay referencia directa a tu padre.

  • Alusión indirecta por contexto: al seguir con el caso Miguel Hernández y los consejos de guerra, mantiene vivo el marco narrativo donde le vinculó falsamente.


Estrategia discursiva de Ríos Carratalá

  1. Exhibición de datos: acumula nombres, lugares y fechas para dar apariencia de erudición.

  2. Reafirmación del rol de especialista: intenta consolidarse como voz autorizada en el caso Hernández.

  3. Ausencia de rectificación: pese a revisar con tanto detalle, nunca corrige el error de haber atribuido a mi padre papeles que no tuvo.

  4. Progresismo impostado: el tono se reviste de autoridad moral (“dar luz a la represión”), pero se convierte en plataforma personal más que en investigación rigurosa.


Puntos discutibles

  • Nunca había leído tanto ni publicado tanto sobre Miguel Hernández hasta que el proceso judicial lo puso bajo presión.

  • La estrategia es la misma que en noviembre: saturar de entregas para aparentar rigor, en lugar de rectificar.

  • El silencio sobre tu padre es significativo: habla de todos los actores, pero no aprovecha para corregir lo que ya sabe que tergiversó.

  • Metodología defensiva: no es investigación fresca, sino búsqueda selectiva para blindar un relato previo.


Réplica narrativa: Cuatro entregas para un mismo silencio: Miguel Hernández y el rigor impostado

Entre el 1 y el 2 de diciembre de 2021, Ríos publicó cuatro entradas seguidas sobre el consejo de guerra contra Miguel Hernández. Orihuela, Elche, Alicante… un desfile de nombres y fechas. Mucha letra, poco rigor.

El método es ya conocido: aparentar exhaustividad, repetir datos obvios, pero nunca llegar al punto central. Porque en todo ese despliegue de información no hay ni una sola rectificación de lo que ya había dicho falsamente sobre mi padre, Antonio Luis Baena Tocón.

Resulta evidente que nunca había leído tanto ni con tanto detalle sobre el caso Hernández como en aquellos meses. Y no por amor a la verdad, sino porque necesitaba desesperadamente blindar su relato después de que la justicia pusiera en evidencia su error (ocultándolo con manifestaciones de victoria).

El resultado es un progresismo impostado: diez entradas en noviembre, cuatro más en diciembre, todas orientadas a dar la imagen de investigador meticuloso. Pero ¿qué investigador serio dedica catorce entradas seguidas a un tema y, aun así, no corrige su propia falsedad previa?

La respuesta es clara: alguien que no investiga, sino que actúa como propagandista. Mucho ruido de archivo, pero ninguna rectificación. Mucha erudición de escaparate, pero ninguna honestidad académica.

sábado, 30 de agosto de 2025

DIEZ ENTREGAS PARA CUBRIR UN ERROR: LA SERIE DE MIGUEL HERNÁNDEZ Y EL SILENCIO SOBRE BAENA TOCÓN

 


Títulos originales:
Errores e irregularidades en el proceso a Miguel Hernández (1–10)
(en la nº 9, “Errores e imprecisiones” en lugar de “irregularidades”)

Fechas: del 13 de noviembre al 1 de diciembre de 2021

Enlaces:

  1. 13/11/2021 – https://varietesyrepublica.blogspot.com/2021/11/errores-e-irregularidades-en-el-proceso.html

  2. 20/11/2021 – https://varietesyrepublica.blogspot.com/2021/11/errores-e-irregularidades-en-el-proceso_20.html

  3. 22/11/2021 – https://varietesyrepublica.blogspot.com/2021/11/errores-e-irregularidades-en-el-proceso_22.html

  4. 24/11/2021 – https://varietesyrepublica.blogspot.com/2021/11/errores-e-irregularidades-en-el-proceso_22.html

  5. 24/11/2021 – https://varietesyrepublica.blogspot.com/2021/11/errores-e-irregularidades-en-el-proceso_63.html

  6. 25/11/2021 – https://varietesyrepublica.blogspot.com/2021/11/errores-e-irregularidades-en-el-proceso_25.html

  7. 28/11/2021 – https://varietesyrepublica.blogspot.com/2021/11/errores-e-irregularidades-en-el-proceso_28.html

  8. 30/11/2021 – https://varietesyrepublica.blogspot.com/2021/11/errores-e-irregularidades-en-el-proceso_30.html

  9. 30/11/2021 – https://varietesyrepublica.blogspot.com/2021/11/errores-e-imprecisiones-en-el-proceso.html

  10. 01/12/2021 – https://varietesyrepublica.blogspot.com/2021/12/errores-e-irregularidades-en-el-proceso.html


Modo de alusión

  • No hay mención directa a mi padre ni a ti.

  • Alusión indirecta e interesada: al centrarse en Miguel Hernández y sus procesos judiciales, Ríos refuerza el marco narrativo en el que ya había situado falsamente a mi padre como “secretario judicial de la condena”.


Estrategia discursiva de Ríos Carratalá

  1. Acumulación de entregas: diez posts seguidos, que aparentan rigor y exhaustividad.

  2. Blindaje discursivo: justo después del eco mediático de septiembre–octubre 2021, intenta consolidarse como especialista incuestionable en el caso Hernández.

  3. Cortina de humo: en vez de reconocer errores previos (atribuir a mi padre funciones que correspondían a otros, entre otras variopintas falsedades), se sumerge en una avalancha de datos técnicos.

  4. Autoridad fabricada: “yo he leído todo el sumario, por tanto no me equivoco”. La cantidad sustituye a la precisión.


Puntos discutibles

  • Nunca antes había publicado tanto seguido sobre Miguel Hernández. Esto coincide con la presión judicial y mediática que sufría, lo que sugiere que buscaba desesperadamente munición para su relato.

  • Desplazamiento del foco: si bien habla de irregularidades, omite la más clara: la suya propia, al haber atribuido a mi padre un papel que no tuvo, entre otras falsedades.

  • Lectura selectiva: en vez de iluminar el conjunto del proceso, parece rastrear con lupa detalles que sirvan para sostener su discurso.

  • Confusión añadida: la reiteración de “errores” en los títulos transmite la idea de que él corrige lo que otros pasaron por alto, pero nunca corrige lo que él mismo deformó.


Réplica narrativa: Diez entregas para cubrir un error: la serie de Miguel Hernández y el silencio sobre Baena Tocón

Entre noviembre y diciembre de 2021, Ríos publicó nada menos que diez entradas consecutivas sobre los “errores e irregularidades” en el proceso a Miguel Hernández. Nunca había dedicado tanto espacio seguido al poeta, ni siquiera en años anteriores. ¿Por qué entonces? Porque venía de septiembre y octubre, meses en los que una sentencia judicial desmontaba parte de su relato y la prensa hablaba de él como “furioso”.

La estrategia es clara: blindarse con datos, saturar con entregas y presentarse como el gran especialista. Es un patrón típico: en lugar de reconocer su error —haber atribuido a mi padre, Antonio Luis Baena Tocón, funciones que no le correspondían— decide taparlo con una avalancha de publicaciones técnicas. Como si la cantidad de posts pudiera compensar la falta de verdad.

Pero hay un detalle que no puede ocultar: nunca había leído tanto y con tanto detalle los sumarios de Miguel Hernández como en ese momento. Y no por amor a la investigación, sino porque necesitaba encontrar algo, lo que fuera, para sostener el bulo que había construido en torno a mi padre.

Así convierte las irregularidades del proceso de Hernández en una cortina de humo. Habla de defectos procesales, de imprecisiones históricas, de olvidos documentales… pero calla la irregularidad más obvia: haber señalado con nombre y apellidos a una persona inocente como si fuera pieza clave en aquel consejo de guerra.

Diez entregas seguidas no son signo de rigor, sino de desesperación. Publicar mucho no es lo mismo que investigar bien. Y en este caso, más que erudición, lo que destilan esas entradas es un intento de tapar con ruido el error original.


viernes, 29 de agosto de 2025

DEL “APAREZCO FURIOSO” AL “ESTABA FURIOSO”: LA MÁSCARA DEL RELATO

 

Título original: Una noticia donde aparezco “furioso”

Fecha: jueves, 7 de octubre de 2021
Enlace: Varietés y República

Modo de alusión

  • Directa e indirecta. Aunque el foco de la entrada es una noticia de prensa (La Otra Crónica, El Mundo), la etiqueta con la que clasifica el post incluye a mi padre y al “derecho al olvido”. Eso muestra que, incluso en una entrada que aparentemente trata de él mismo, vuelve a arrastrar el caso Baena Tocón a su terreno narrativo.

Estrategia discursiva de Ríos Carratalá

  1. Victimismo mediático: afirma que un periodista lo calificó de “furioso” sin haberlo llamado. Se presenta como víctima de un titular injusto.

  2. Reforzamiento del relato: aunque se queja del término, lo aprovecha para recordar el procedimiento judicial y vincularlo al derecho al olvido, reforzando su marco narrativo.

  3. Etiqueta interesada: usa el etiquetado de la entrada (incluyendo el nombre de mi padre y el derecho al olvido) como anclaje discursivo para mantener mi caso en su repertorio de “ejemplos” recurrentes.

  4. Ambigüedad calculada: se distancia de la palabra “furioso”, pero el hecho de reproducirla y darle espacio en su blog termina fijando esa imagen en sus lectores.

Puntos discutibles

  • El título mismo (“Una noticia donde aparezco furioso”): aunque dice criticarlo, lo amplifica. Lejos de desmentir el adjetivo, lo inmortaliza en su propio blog.

  • La etiqueta a mi padre en su entrada de blog: innecesaria si solo quisiera quejarse del trato mediático hacia él. Muestra que la intención era seguir explotando el caso.

  • El enlace modificado o desaparecido: sugiere manipulación posterior, lo que dificulta la comprobación de la fuente y si realmente reflejaba lo que él dice.

  • Contradicción de tono: en ese momento sí estaba furioso, como recuerdo yo mismo. Pretendió callarme pero no fue así. Convertirlo en “aparezco furioso” es un eufemismo para dulcificar una reacción real de enfado.


Réplica narrativa: Del “aparezco furioso” al “estaba furioso”: la máscara del relato

La entrada de Ríos del 7 de octubre de 2021 es un buen ejemplo de cómo manipula hasta las emociones. Titula su post “Una noticia donde aparezco furioso”, como si todo se redujera a una etiqueta caprichosa de la prensa. Pero la realidad es otra: en aquel momento sí estaba furioso, y su reacción pública lo demuestra.

El contexto es revelador. Apenas un mes antes, el 2 de septiembre, había celebrado con alharaca la resolución contencioso-administrativa bajo el título “Una sentencia a favor de la libertad de investigación”. Un título engañoso, porque la sentencia no hablaba de eso, pero que él convirtió en victoria académica y mediática. Y pocos días después, el 28 de septiembre, la cadena autonómica À Punt difundía la pieza titulada “La croada judicial del fill d’un funcionari…”, donde el caso aparecía presentado con un tono combativo, casi de campaña. Ese clima de exposición pública —alimentado por él mismo— es el que desemboca en octubre en la etiqueta de “furioso”.

Al quejarse del adjetivo, no lo borra: lo fija para siempre en su propio blog. Esa es la paradoja. Dice que no lo representa, pero lo multiplica. Y lo hace, además, vinculando el episodio con el “derecho al olvido” y etiquetando a mi padre, Antonio Luis Baena Tocón, sin necesidad alguna. ¿Qué tiene que ver una noticia de sociedad sobre él con el nombre de mi padre? La respuesta es clara: volver a meterlo en su maquinaria de etiquetas y discursos.

Lo más llamativo es la ambigüedad: simula desmarcarse de la palabra “furioso”, pero la conserva porque le sirve. Por un lado, victimiza su figura de académico incomprendido; por otro, reaviva el caso judicial y el relato donde me presenta como censor. Así convierte su propio enfado en arma de propaganda.

Incluso ha modificado después la entrada y el enlace que citaba. ¿Para qué? Para que quede la queja, pero no se pueda comprobar fácilmente qué se dijo ni cómo. Otro ejemplo de su estilo: publicar, manipular, y cuando no interesa, borrar o cambiar.

En definitiva, no es que “apareciera furioso”: lo estaba. Y en lugar de reconocerlo, lo camufló bajo el disfraz de mártir mediático. Una jugada más de su trilerismo narrativo, donde hasta la rabia se convierte en material de autopromoción.

miércoles, 27 de agosto de 2025

DEL COMANDANTE ALFARO AL FALSO SECRETARIO: DOS RELATOS, UN MISMO TRILERISMO ACADÉMICO

 


Entradas originales de Ríos Carratalá:

  1. Un nuevo dato sobre el proceso a Miguel Hernández (21/10/2021)
    👉
    https://varietesyrepublica.blogspot.com/2021/10/un-nuevo-dato-sobre-el-proceso-miguel.html

  2. El comandante Pablo Alfaro Alfaro y Miguel Hernández (05/12/2021)
    👉
    https://varietesyrepublica.blogspot.com/2021/12/el-comandante-pablo-alfaro-alfaro-y.html


Entrada 1 (21/10/2021)

  • Mención directa a mi padre: No lo nombra, pero el contexto enlaza con publicaciones anteriores donde atribuía a tu padre papeles que correspondían a otros.

  • Punto clave: Afirma que el comandante Pablo Alfaro Alfaro presidió el consejo de guerra contra Miguel Hernández.

  • Problema: Oscilación y falta de rigor: en otras publicaciones, Ríos ha atribuido a mi padre funciones que en realidad correspondían a Alfaro, sin reconocer la confusión.

  • Comentario relevante: Actúa como si lanzara los dados: publica primero y luego espera que otros especialistas corrijan sus errores.


Entrada 2 (05/12/2021)

  • Mención directa a mi padre: No explícita, pero mantiene vivo el marco narrativo de los “verdugos de Miguel Hernández”, en el que antes situó a mi padre.

  • Punto clave: Continúa perfilando el papel de Alfaro, pero sin aclarar ni reparar la atribución indebida hecha a mi padre en el pasado.

  • Problema: Inconsistencia: en lugar de rectificar los errores anteriores, los encubre con nuevas versiones, como si la culpa flotara de un personaje a otro.

  • Comentario relevante: Ha buscado minuciosamente en sumarios y expedientes, incluso en documentos que yo aporté al juzgado, no para esclarecer, sino para rascar cualquier detalle que sirva a su empeño en desacreditar a mi padre y a mi, sin tener en cuenta el tiempo y circunstancias en que se hiciera.


Réplica narrativa: Del comandante Alfaro al falso secretario: dos relatos, un mismo trilerismo académico

Las dos entradas de Ríos sobre el comandante Pablo Alfaro Alfaro muestran con claridad su manera de proceder: publicar primero, corregirse a medias después, y nunca reconocer un error.

En octubre de 2021 afirmó que Alfaro presidió el consejo de guerra que condenó a Miguel Hernández. En diciembre volvió sobre el mismo personaje, como si descubriera la pólvora, pero sin aclarar lo más importante: que en publicaciones anteriores atribuyó a mi padre papeles que nunca tuvo y que, en realidad, correspondían a Alfaro.

Ese vaivén es más que un lapsus: es la prueba de un método deficiente y oportunista. Un historiador serio contrasta antes de publicar. Ríos, en cambio, lanza los dados y luego espera que otros especialistas desmientan o corrijan, en caso de que lo hagan; mientras tanto, o para siempre, el daño ya está hecho.

Además, esta insistencia en Alfaro no es inocente. Sirve para mantener vivo el relato de los “verdugos de Miguel Hernández”, en el que él mismo ya había situado falsamente a mi padre. Y mientras enreda con nombres y cargos, sigue ocultando lo que está documentado y fue declarado judicialmente: que mi padre era abogado, que no estuvo en ningún consejo de guerra y que no pidió penas de muerte.

Todo ello revela un patrón: se aferra a cualquier documento, incluso de los que yo aporté en sede judicial, buscando detalles nimios de épocas y circunstancias pasadas para presentarlos hoy como si fueran faltas graves. Es un juego tramposo que confunde a lectores poco atentos y alimenta el mito de que “nunca se equivoca”.

Pero sí se equivoca, y mucho. Lo grave es que en vez de rectificar, manipula. Lo hizo al cargar sobre mi padre responsabilidades ajenas, y lo vuelve a hacer al cubrir esas atribuciones con nuevas historias sobre Alfaro. Así se construye un relato de cartón piedra: cambiar nombres según convenga, pero nunca admitir la verdad.


lunes, 25 de agosto de 2025

CUANDO SE VENDE CENSURA DONDE SOLO HABÍA UNA PETICIÓN DE VERDAD




Estrategia discursiva de Ríos Carratalá

  1. Escudo académico y judicial: se ampara en la sentencia del contencioso-administrativo para proclamar que tiene razón y no debe rectificar nada.

  2. Uso de enlaces como coro: añade numerosos enlaces de prensa y medios afines, que repiten su versión sin contrastarla. Busca mostrar un “consenso mediático” para reforzar su relato.

  3. Desviación del conflicto real: enmarca la cuestión como un ataque a la “libertad de investigación”, cuando lo que se pidió fue la supresión de datos falsos y manipulados.

  4. Victimismo corporativo: se presenta como defensor de la verdad frente a un supuesto intento de censura, y oculta los puntos clave de la sentencia que no le favorecen.


Puntos discutibles o falsos

  1. Libertad de investigación”: se invoca este principio para encubrir falsedades. La sentencia no avala la veracidad de sus escritos, solo resolvió un aspecto administrativo.

  2. Los medios citados: repiten sin contraste que mi padre fue “secretario judicial de la condena a Miguel Hernández” o que la familia quería “borrar su nombre”. Ambas son afirmaciones falsas:

    • Antonio Luis Baena Tocón no fue secretario de ningún consejo de guerra.

    • Nunca se pidió borrar su nombre, sino rectificar falsedades.

  3. Ocultación de lo que sí declaró la sentencia:

    • Que mi padre era abogado.

    • Que no estuvo en ningún consejo de guerra.

    • Que no pidió penas de muerte ni para Miguel Hernández ni para nadie.
      Eso, Ríos y los medios afines lo silencian.

  4. Trilerismo argumental: transforma una demanda de rectificación en un intento de “censura histórica”, cuando en realidad la causa estaba fundamentada en el derecho a la verdad y al honor.


Réplica narrativa: Trilerismo académico: cuando se vende censura donde solo había una petición de verdad

El título elegido por Ríos, Una sentencia a favor de la libertad de investigación, no es más que una maniobra de distracción y es en sí mismo un ejemplo de manipulación. La resolución judicial nada tenía que ver con eso: no proclamaba ninguna libertad abstracta ni amparaba sus escritos; simplemente resolvía un trámite administrativo. Pero él, como buen trilero, acomoda el fallo a su relato, dándole un sentido que nunca tuvo.

La sentencia de septiembre de 2021 declaró, entre otras cosas, que mi padre era abogado, que no estuvo en ningún consejo de guerra y que no pidió condena de muerte para nadie. Pero de eso, Ríos no dice nada, ni una palabra. Sus voceros académicos y mediáticos tampoco.

En cambio, prefiere rodearse de un coro mediático que repite como loros su eslogan favorito: “el secretario judicial de la condena de Miguel Hernández”. Ni es verdad, ni hay un solo documento que lo sustente. Tampoco es cierto que la familia quisiera “borrar su nombre”: lo que pedimos fue la supresión de datos falsos y manipulados, algo muy distinto.

Nadie recurrió para borrar nada. Lo que se recurrió fue la difusión de falsedades sobre ese nombre. Aquí, El País, Alicante Plaza, eldiario.es o El Español actuaron más como voceros de Ríos que como periodistas, difundiendo titulares sectarios sin contraste alguno. Ahí siguen los enlaces, publicitados en la web del catedrático...

El colmo es que pretenda colocarse como mártir de la libertad de investigación. No se trata de censurar ni de ocultar archivos. Se trata de no manipular documentos históricos ni inventarse biografías al servicio de una ideología.

Esta es la esencia de su modalidad de trilerismo intelectual: presentar lo que no fue, ocultar lo que sí fue y desvirtuar el problema. A partir de ahí, construye un relato donde yo aparezco como enemigo de la investigación, incluso como culpable de que “la investigación en España esté en peligro”. Eso no es rigor académico, es delirio de grandeza.

Lo más revelador es que la propia sentencia fue recurrida al TSJ de Valencia porque el juez se declaró incompetente para pronunciarse sobre cuestiones académicas. Ríos lo oculta, porque desmonta su relato triunfalista.

Tal como expuse en mi entrada La farsa de la colaboración (20/08/2025), https://antonioluisbaenatocon-es6.cms.webnode.es/l/la-farsa-de-la-colaboracion-2019/, aportando copia del escrito de supresión de datos y la respuesta de Ríos, este episodio muestra lo mismo de siempre: en vez de rectificar, buscó huir hacia adelante, amplificar el ruido mediático y esquivar cualquier responsabilidad. Una manipulación extrema y fanática que no resiste el menor contraste.


domingo, 24 de agosto de 2025

TREINTA LIBROS Y UN CORO DE PALMEROS NO HACEN UNA VERDAD

 


Título original:
Petróleo, monjas y poetas ya está publicado

Fecha: martes, 14 de septiembre de 2021

Enlace original: https://varietesyrepublica.blogspot.com/2021/09/petroleo-monjas-y-poetas-ya-esta.html

Tipo de alusión:

No menciona ni a mi padre ni a mí directamente. Pero deja entrever su línea de autolegitimación: reivindicar el prestigio de su obra y su legado como excusa para blindar su discurso. Se coloca como referente de futuros investigadores, transmitiendo un modelo académico de dudosa honestidad.

Estrategia discursiva:

  • Presumir de sus 30 libros como aval de autoridad.

  • Construir un “punto final” glorioso a su carrera, disfrazado de generosidad académica (“enseñar a jóvenes investigadores”).

  • Usar el prestigio acumulado como argumento implícito para desacreditar cualquier crítica (incluida la mía en los tribunales).

  • Presentar la cantidad de libros como equivalente a verdad y rigor.


Réplica narrativa: Treinta libros y un coro de palmeros no hacen una verdad

A propósito de “Petróleo, monjas y poetas ya está publicado” (14-09-2021)

Ríos Carratalá se despide en esa entrada con el inventario de “más de treinta libros”, como si fuera un certificado de infalibilidad, y el anuncio de que su “punto final” será enseñar método a jóvenes investigadores. El currículo impresiona; la conclusión, no. Treinta libros no convierten la simplificación en verdad. La verdad no se mide en lomos alineados ni en el volumen del aplauso, sino en hechos comprobables y documentos íntegros. Tampoco otorgan patente de corso para difamar a los muertos ni para manipular documentos. Y mucho menos justifican que en un tribunal uno intente acallar al hijo de la persona difamada con el peso de ese currículum.

Lo preocupante no es solo el énfasis en el legado, sino el ecosistema que lo arropa: entrevistas que él mismo publica en su web con colegas y amigos afines, donde los egos se reparten elogios de ida y vuelta, pero nadie parece leer a fondo lo que el otro escribe. Es el típico “yo te aplaudo hoy, tú me aplaudes mañana”, un corporativismo hueco que sustituye la lectura crítica por el simple compadreo. Y no hablo de oídas: he contactado con algunos de esos catedráticos, por correo, por Facebook e incluso en persona. Al preguntarles si habían leído, por ejemplo, Nos vemos en Chicote, las sonrisas nerviosas y las excusas fueron la norma. “En parte sí…”, respondían. Esa parte debió de ser mínima, porque al formularles cuestiones concretas desviaban la conversación con justificaciones de compromiso. Así se construye el “apoyo incondicional”: sin contrastar nada, solo con la fe ciega en el colega.

Yo no entro a valorar esos libros, aunque, aparte del sectarismo burlesco, la mayoría no parecen más que crónicas personales de la política y la cultura de los últimos años, redactadas por un señor de dudoso valor investigador, al que su ego le permite pontificar sobre todo como si fuera palabra revelada. Esa es, al parecer, la herencia académica que pretende dejar: no el rigor, sino la autosuficiencia disfrazada de sabiduría.

Y luego está la escena del juicio civil en Cádiz, que habla por sí sola: el Sr. Ríos se presentó cargado de libros, ofreciéndolos como obsequio a la fiscal —que lo aceptó encantada—, a la jueza —que mantuvo cierta distancia— y hasta a mi abogado, que con buen criterio los rechazó. Aquello no fue un acto de cortesía: fue un gesto improcedente en un proceso judicial, donde lo que se juzgaba no era su capacidad de regalar “estampitas” de su obra, sino la veracidad de lo que había escrito. Convertir la sala en un escenario promocional es una falta de respeto a la justicia y a las partes.

Una escena más propia de un artista en gira que de un académico que debía responder por lo que había escrito.

Treinta libros no absuelven una simplificación; treinta entrevistas no convierten un eslogan en documento; treinta conferencias no suplantan la lectura minuciosa de las fuentes. El “punto final” que proclama no borra las preguntas que siguen abiertas ni las falsedades que he señalado y documentado. Que se quede con su “punto final”.

Y quién sabe… ¿Acaso cree el Sr. Ríos que la justicia funciona a base de merchandising? ¿Irá también a la Audiencia Provincial con una maleta llena de ejemplares, repartiendo estampitas de su “verdad” entre los magistrados?

La ironía es que ese “punto final” del que habla no es más que una huida hacia adelante. Su legado, si algo deja, es la demostración de que treinta libros pueden repetirse como un mantra, pero no absolver las mentiras originales que los mancha.

Mi punto final es otro: seguir desmontando, una a una, las inexactitudes sobre la memoria de mi padre. Con archivos, con fechas, con contexto. Sin palmeros, sin egos desmedidos y, desde luego, sin estampitas judiciales. Porque la dignidad no se defiende con currículos apilados, sino con la verdad comprobada.

miércoles, 20 de agosto de 2025

LA HUIDA HACIA ADELANTE Y LA MANIPULACIÓN MEDIÁTICA (2019–2020)

 Trending topics y cinismo: la huida hacia adelante de Ríos Carratalá

Mientras en privado me escribía correos llenos de buenismo impostado, en público desplegó un arsenal mediático: entrevistas, titulares repetidos y decenas de noticias en serie. Fue el efecto Streisand convertido en trending topic nacional.




En paralelo a sus correos de “colaboración”, Ríos Carratalá activó una maquinaria mediática perfectamente engrasada:

  • Cerca de 60 publicaciones por día. Un día tras otro...

  • Titulares calcados en decenas de medios, pero la mayoría con añadidos de cosecha propia, nada neutrales.

  • Entrevistas en las que repetía el mismo mensaje.

¿El mensaje? Que yo quería volver a la censura de épocas pasadas, borrar archivos históricos, atacar la libertad de expresión y de cátedra.

La campaña fue tan desmedida que generó un trending topic nacional, con insultos, amenazas y linchamiento público contra mi familia y especialmente contra mí. Algunos incluso pretendieron convertirlo en un “Tremending tópic”.

El colmo llegó en el juicio civil de Cádiz, donde presentó estos mismos correos como prueba de su “apertura” y “colaboración”. Como si borrar un enlace y sonreír en un email fueran prueba de honestidad académica.

La ironía es dolorosa: Ríos Carratalá dedica buena parte de sus escritos a denunciar el cinismo, la hipocresía y la manipulación ajena. Pero sus propios actos demuestran exactamente eso:

  • Cinismo → declararse “colaborador máximo” mientras negaba cualquier rectificación real.

  • Hipocresía → acusarme de censura mientras él fabricaba falsedades ideológicas.

  • Manipulación → usar su poder mediático para silenciarme, amplificando su relato con decenas de altavoces.

Cierre
Podrá repetir mil veces que está abierto al debate y que se puso a mi disposición. Yo tengo sus correos, sus cartas y sus silencios. Ellos demuestran que nunca rectificó nada sustancial.

Porque la diferencia entre él y yo es simple:
– Él tiene un megáfono lleno de mentiras repetidas.
– Yo tengo documentos y pruebas.

Y al final, los papeles siempre pesan más que el ruido.

LA FARSA DE LA “COLABORACIÓN” (2019)

 

Colaboraciones fingidas: la farsa de Ríos Carratalá en 2019.
Cuando en 2019 pedí formalmente la retirada de falsedades mediante un ejercicio de supresión de datos, Ríos Carratalá reaccionó con un manual de cinismo: buena cara en privado, pero ninguna rectificación de fondo.


La respuesta de Ríos fue la de un actor experto en fingir cordialidad. Basta leer sus correos:




(20/05/19, 11:13): “Estoy a su entera disposición… si en mi conducta como catedrático hubiera cometido alguna irregularidad procederé a su eliminación”.

👉 Traducción: buena cara, pero condicionando cualquier rectificación a que yo le probara irregularidades, pese a que ya estaban señaladas.







(20/05/19, 15:08): “He eliminado el único enlace de mi responsabilidad… el resto no depende de mi voluntad”.

👉 Traducción: borro uno, me lavo las manos del resto.









(20/05/19, 17:59): “Creo haber cumplido de sobra con lo requerido”.

👉 Traducción: borrar un enlace equivale a colaboración máxima.









(20/05/19, 11:44): Se presenta como “colaborador máximo”, engañando incluso a mi primer abogado con ese buenismo impostado.





En paralelo, se dedicaba a derivar responsabilidades: al RUA (pág. 11), al Vicerrector y servicios jurídicos (pág. 10), a la BVMC o a la prensa. Todo el mundo tenía culpa salvo él, aunque la fuente de esas falsedades eran sus propios escritos.













Cierre
Colaboración fingida en privado, mientras el problema real seguía intacto. En la siguiente entrega veremos lo que hacía en público al mismo tiempo: una campaña mediática de linchamiento.

En la siguiente entrada explicaré La huida hacia adelante de R.C. y la manipulación mediática (2019–2020)

EL ORIGEN DEL ENGAÑO (2015–2016)

 

El origen del engaño: cómo nació el relato manipulado de Ríos Carratalá
El relato manipulado de Juan Antonio Ríos Carratalá no nació en 2019 ni en 2020, como él pretende. Comenzó antes de 2015 y cristalizó en 2016, en una entrevista en la Cadena SER donde difundió falsedades sobre mi padre. Desde entonces, esas falsedades se convirtieron en el eje de sus artículos, entrevistas, libros y conferencias.




En 2016, en una entrevista en Radio Alicante (Cadena SER), Ríos Carratalá lanzó varias afirmaciones que son, sin rodeos, falsas:

  • Que mi padre fue “voluntario” para hacer su servicio militar, como si hubiera sido un capricho, cuando en realidad se vio obligado a hacer su servicio militar tras regresar de un exilio forzoso.

  • Que era un “trepador” en el funcionariado y sin estudios, cuando ya tenía terminada la licenciatura en Derecho desde junio de 1936 (“le regalaron el título en alguna oposición patriótica”) y todavía faltarían años para que accediera al funcionariado.

  • Que fue secretario en el consejo de guerra de Miguel Hernández, cuando no formó parte de ningún consejo de guerra.

  • Que fue una pieza del engranaje represivo franquista, porque en su ficción ideológica así lo decidió.

Todo ello lo difundió sin contraste ni derecho a réplica.

Esa entrevista —aún disponible hoy en la web de la Cadena SERhttps://play.cadenaser.com/audio/085RD010000000025650/

Transcripción y comentario detallado en mi web:

fue la semilla de un relato repetido en artículos, conferencias, libros y en su propio blog. Una cadena de falsedades que buscaba convertir la caricatura en verdad establecida.

En 2020, publicó en Varietés y República la entrada “Una web dedicada a la reivindicación de Antonio Luis Baena Tocón”. Allí se burlaba de la página que abrí para defender la memoria de mi padre, acusándome de querer “borrar la historia”, “censurar” y “reescribir el pasado”.

La ironía es evidente: él, que llevaba años repitiendo falsedades sin contraste alguno, me acusaba a mí de querer censurar.

Cierre
La semilla estaba plantada: una versión falsa repetida hasta la saciedad, que pronto se convertiría en dogma académico y mediático. En la siguiente entrega explicaré cómo, en 2019, reaccionó con un manual de cinismo cuando le pedí la retirada de esas falsedades.



En la siguiente entrada explicaré La farsa de la “colaboración” (2019)

EL OFRECIMIENTO FANTASMA: LA MANIPULACIÓN EN FACEBOOK DE RÍOS CARRATALÁ

 

Comentario al Facebook de Juan Antonio Ríos Carratalá (11/12/2019)

En este pantallazo vuelve a asomar lo de siempre: la manipulación de los hechos.

En diciembre de 2019, el catedrático Juan Antonio Ríos Carratalá publicó en Facebook un comentario que resume perfectamente su forma de actuar: cinismo, manipulación y falsedad. A primera vista, parece un mensaje cordial y académico. Pero al leerlo con detenimiento y contrastarlo con los hechos, queda al descubierto la estrategia de siempre: presentarse como un historiador abierto y dialogante mientras construye un relato que no se sostiene.




  1. Yo ofrecí a la familia…”
    Falso. Nunca ofreció nada. El único contacto que existió fue porque
    yo le requerí formalmente la rectificación de falsedades sobre mi padre. No hubo acercamiento voluntario, ni colaboración, ni disposición real. Ese relato edulcorado es una manera de blanquearse ante la opinión pública.

    En su publicación afirma: “Yo ofrecí a la familia incorporar su testimonio a mis trabajos”.
    La realidad es otra: jamás hizo ese ofrecimiento. Nunca se dirigió a mi familia, ni a mí, salvo después de recibir un requerimiento en el que le exigía que corrigiera las falsedades publicadas sobre mi padre. Fue entonces, y solo entonces, cuando me envió correos con un tono amable y paternalista, hablando de “colaboración”. Eso no es ofrecer, eso es reaccionar a una reclamación legítima.

  2. Anonimato histórico”
    ¿De dónde se saca semejante idea? Ni yo ni mi familia hemos pedido borrar ni ocultar nada. Al contrario: estamos orgullosos de Antonio Luis Baena Tocón y de su memoria. Lo que pedimos es que no se le atribuyan
    mentiras: que no fue secretario judicial de ningún consejo de guerra, que no pidió condenas máximas, que no fue pieza represiva del franquismo. Quien quiera anonimato para su familia, que empiece por la suya, que seguro que tiene donde rascar.

    Dice que mi acción es “contraproducente si lo que se pretende es preservar el anonimato histórico del miembro del Juzgado Especial de Prensa”.
    ¿Anonimato? ¿Quién le ha dicho que yo quiera ocultar nada? Estoy orgulloso de mi padre y de su trayectoria. Lo que exigí y exijo es que no se difunda sobre él una sarta de falsedades: que si fue secretario del consejo de guerra de Miguel Hernández, que si era un trepador sin estudios, que si era pieza de un engranaje represivo franquista… Todo eso es mentira, y los documentos lo demuestran. No queremos anonimato, queremos verdad.

  3. Confío en mi universidad y en la justicia”
    Claro, confía siempre que le den la razón. Cuando la justicia no le respalda o cuando se le exige rigor, entonces acusa de franquismo, de censura o de conspiración contra la libertad de expresión. Esa fe condicionada es puro cinismo.

    Remata con un guiño: “Confío en mi universidad y en la acción judicial”.
    Claro que confía… siempre y cuando le den la razón. Cuando no, todo es franquismo, censura y ataques a la libertad de expresión. Su discurso está armado para ganar siempre: si los jueces o la universidad lo apoyan, es triunfo democrático; si no lo hacen, es que los herederos del franquismo han vuelto. Una trampa circular.

  4. La noticia de El País
    Aquí tenemos otro ejemplo de periodismo acrítico. El titular habla de “el secretario judicial de la condena a Miguel Hernández” —una expresión sectaria e inexacta que nunca corresponde a la realidad— y añade que “la familia recurre para borrar su nombre”. ¿Borrar? Nadie recurrió para borrar nada. El recurso se interpuso porque se estaban difundiendo falsedades sobre ese nombre. Lo de
    borrar es el comodín retórico que a Ríos y a ciertos medios les interesa para victimizarse y convertir una denuncia legítima en censura

    El papel de El País: ¿informar o actuar de vocero?

    La noticia que comparte dice: “La familia del secretario judicial de la condena a Miguel Hernández recurre para borrar su nombre”.
    Dos falsedades en un solo titular:

    Mi padre no fue secretario de la condena de Miguel Hernández, ni siquiera miembro de ningún consejo de guerra.

    Nunca pedí borrar su nombre, sino rectificar las falsedades vertidas sobre él.
    La pregunta es inevitable: ¿quién filtró esta versión a
    El País? ¿Hablamos de periodismo o de fontanería académica?

En resumen, esta publicación es un compendio de cinismo:
– Se inventa un ofrecimiento inexistente.
– Me atribuye un deseo de anonimato que jamás he expresado.
– Se refugia en una fe selectiva en la justicia y la universidad.
– Se apoya en un medio que actúa de altavoz acrítico.

Lo que hay detrás no es “colaboración” ni “respeto”, sino la enésima maniobra de manipulación pública para mantener un relato falso y cómodo.

🛑 Conclusión
Ese pantallazo de Facebook es un ejemplo de libro: aparentar ser un académico respetuoso mientras se introduce, entre líneas, un relato falso que degrada la memoria de un hombre. Lo que presenta como “ofrecimiento” fue, en realidad, una respuesta tardía a un requerimiento. Lo que califica de “anonimato” es, en realidad, una defensa legítima frente a la mentira.
La verdad, señor Ríos, no se fabrica con likes ni con publicaciones en cadena.


Haré a continuación tres entradas al respecto que estarán interrelacionadas entre sí:

1. El origen del engaño (2015–2016),

2. La farsa de la “colaboración” (2019),

3. La huida hacia adelante y la manipulación mediática (2019–2020)

MÁS LIBROS, MENOS VERDAD: LA MEMORIA A MEDIAS DE RÍOS CARRATALÁ

  “ La aritmética de la memoria: sumar títulos, restar verdad” Entrada original de Ríos Carratalá : Homenaje a los represaliados del franq...