viernes, 21 de febrero de 2025

"HISTORIA O TEATRO: LA MANIPULACIÓN DEL PASADO EN EL ESCENARIO ACADÉMICO"

 

Viernes, 21 de febrero de 2025

Hoy ha publicado el catedrático de la Universidad de Alicante Juan Antonio Ríos Carratalá un artículo titulado Las dos sentencias del escritor Antonio de Hoyos y Vinent

Según cuenta, el escritor falleció en 1940, pocos meses después de ser detenido, “sin que llegaran a ejecutarlo”, aunque no tuvo condena capital. Ese es el tono con el que el historiador decide abordar el asunto: una ironía que, más que agudeza crítica, desprende un sesgo evidente. ¿Es esa la inteligencia, la equidad y la valoración justa de las fuentes, alejadas del partidismo y la parcialidad, que debe demostrar un historiador, como diría su colega Julián Casanova Ruíz? ¿O estamos ante la ironía sarcástica e ideológica propia de un teatrólogo más interesado en la dramatización que en la investigación histórica rigurosa?


Sea como sea, conviene analizar con detenimiento sus afirmaciones sobre Antonio de Hoyos. ¿Realmente estaba dispuesto el escritor a “renegar de su pasado o a justificarlo según las directrices de los vencedores”? Además, señala que, “dada la posición de su familia dentro del bando vencedor, no parecía necesario llegar a los extremos de otros casos protagonizados por periodistas republicanos”. Siempre la misma estrategia: pinceladas victimistas republicanas. El teatrólogo se complace en hablar de “los vencedores” y, recurriendo al drama más que a la historiografía, adjudica papeles individuales y colectivos, buenos y malos, indios y vaqueros… como cuando se refiere a mi padre. Según él, mi familia ha tenido el dudoso privilegio de enterarse, a través de su pluma, de que mi padre era un “vencedor”.

A mi abuelo lo sitúa en el bando “nacional” —aunque fue reconocido como víctima republicana por Félix Bolaños, quien, supongo, no lo considerará un “fascista” (ya hablaremos de eso en otra ocasión). A mi padre lo presenta como un funcionario en 1934, un profesional de la milicia, un abogado ilegal, un juez de posguerra, y, gracias a sus supuestos servicios de genocida y/o represor, alguien que ascendió meteóricamente en el funcionariado, que recibió títulos académicos como regalo de Franco y que disfrutó de privilegios laborales y jugosos sueldos. Un guión digno de una obra teatral, que el catedrático escribe con entusiasmo. Parece que, como creador de ficciones y guiones para un club social de aficionados, valdría más que como historiador. Y ya que le gusta tanto hacer historia y teatro, tal vez debería revisar las actuaciones de miembros de su propia familia en la Guerra Civil. Pero de eso hablaremos en otro momento…

Afirma también que el juez Manuel Martínez Gargallo “nunca flaqueó en su labor represiva” y que su justificación se encuentra en el sumario de Antonio de Hoyos, así como en el contexto del Juzgado Militar de Prensa. Según su lógica, hasta los más modestos empleados —incluso quien estuviera cumpliendo el servicio militar obligatorio (como mi padre)—, el encargado de la limpieza o el soldado de guardia, formaban parte de la maquinaria represiva. Un planteamiento que trivializa la complejidad de la posguerra, reduciéndolo todo a una simpleza maniquea.

El catedrático menciona también al comandante Pablo Alfaro como responsable de la condena de Miguel Hernández. Resulta curioso, considerando que él mismo ha contribuido a la difusión del bulo de que Baena Tocón fue quien firmó su condena a muerte. Los medios de comunicación, con sus “códigos éticos” de adorno, han replicado esa versión sin contrastarla. ¿Llamamos a esto un riguroso trabajo de investigación o más bien un ejercicio propio de trilero, en el que se usa un nombre u otro según convenga?


En otro pasaje, señala que el auditor —presumiblemente el comandante Alfaro, aunque no lo especifica— devolvió el sumario al juez Martínez Gargallo para nuevas diligencias, lo que llevó a medidas aún más drásticas. Se insiste en que la tarea recayó en el alférez Baena Tocón, quien, el 25 de diciembre de 1939, “firmó un informe donde subraya la ‘inversión sexual’ de un procesado a veces ‘embriagado’ (dice que así celebró la Navidad). El teatrólogo, fiel a su estilo, adereza la escena para que la obra no pierda interés. Ahora a esto lo llaman ironía o humor, pero no es más que pura maldad. No sé qué dice realmente ese sumario —aunque sí he revisado otros en los que la firma de mi padre no aparece por ningún lado, lo que convierte algunas de sus afirmaciones en un fraude historiográfico—, pero él, desde su posición académica, sabrá lo que hace. Quizás ese énfasis en Baena Tocón tiene menos que ver con la historia y más con el hecho de que su hijo haya cuestionado su rigor académico. Ya hablaré de eso en otro momento para no extenderme demasiado…
En cuanto al fallo judicial que menciona, parece que el auditor renegó de la “alta alcurnia” para ponerse al servicio de “los ideales insanos del pueblo”. Si hemos de dar crédito a las citas textuales que el autor presenta, resulta evidente su carga ideológica y su obsesión por reinterpretar los hechos bajo una burla constante. En uno de sus artículos recientes declaraba su intención de volver al humor, “que es lo suyo”. Pues bien, si esto es su humor, no tiene la menor gracia. Tal vez sea culpa mía por no tener sentido del humor, o quizás sea simplemente que su humor es tan malo que ni siquiera provoca una sonrisa. Aunque, mientras haya alguien que le aplauda su obra teatral con un “ja, ja, ja”, el espectáculo continuará. Y eso sí que es insano: mata de aburrimiento.

Paradójicamente, critica a quienes “novelan” sin consultar los archivos militares, cuando él mismo ofrece una visión parcial y sesgada de los acontecimientos. Los que sí hemos investigado en dichos archivos hemos podido constatar su falta de rigor, su tendencia a analizar la posguerra con los ojos del presente y a elaborar juicios desde una perspectiva personal e ideológica, más que desde la referencia objetiva a los documentos.

Finalmente, no deja pasar la oportunidad de promocionar el tercer tomo de su trilogía. Podría ser una obra valiosa si se limitara a transcribir fielmente los documentos en lugar de interpretarlos a su antojo. Pero claro, sin interpretación personal no hay rédito económico. Y, le guste o no, su trabajo también está condicionado por el lucro.

viernes, 7 de febrero de 2025

¡NO DEJES QUE LA MENTIRA SE IMPONGA SOBRE LA VERDAD!

Muchos consejos, muchos, para todos los gustos... A toro pasado o sin implicarse es muy fácil decir lo que hay que hacer: familiares, amigos más y menos allegados, médicos, abogados, historiadores, peritos, archiveros, sacerdotes, personas con y sin estudios, etc. He cometido errores, pero la vida es la que es y las decisiones se toman en momentos en los que la decisión es exclusivamente tuya y, para bien o para mal, hoy por hoy, me quedo con el título del artículo... ¡NO DEJES QUE LA MENTIRA SE IMPONGA SOBRE LA VERDAD!, para ello ...


1. Mantener la calma y centrarse en los hechos

He procurado mantener la calma y centrarme en los hechos, mientras que el catedrático ha recurrido a constantes provocaciones y ataques personales. Al mismo tiempo, se ha presentado como víctima, tergiversando los hechos mediante entrevistas, publicaciones y otras estrategias, probablemente para justificar su postura.

Muchas de sus afirmaciones no pueden ser verificadas y, por lo tanto, no dejan de ser falsedades o meras opiniones personales. Por ejemplo, sus declaraciones sobre la formación académica de mi padre, su pertenencia o no a cierto grupo de personas (al que pretende denigrar como "voluntarios represores" en busca de beneficios personales), la fecha de finalización de su licenciatura en Derecho (que de entrada la negaba o la atribuía a un regalo de Franco), su profesión, el tipo de víctima que fue mi padre, entre muchas otras.


2. Pruebas y precisión.

Si bien se ampara en la "libertad de expresión", es importante recordarle que el rigor académico exige veracidad y pruebas, no opiniones disfrazadas de hechos.

¿Dónde están las fuentes que sustentan sus afirmaciones? En su momento, respondió que se encuentran en los archivos del Ministerio de Defensa de Madrid y en el Archivo Militar de Segovia. Sin embargo, dichos archivos no respaldan muchas de sus afirmaciones, ni aquellas mencionadas en el punto anterior ni muchas otras que ha emitido. Entre ellas:

·      Suposiciones sobre su aspecto,

·      Afirmaciones sobre sus actividades en los acuartelamientos de la posguerra,

·      Lo que hizo o dejó de hacer durante la guerra,

·      Supuestas acciones en la auditoría de Marruecos (reciente),

·      Alegaciones sobre regalos de Franco en forma de títulos o puestos de trabajo,

·      Descalificaciones sobre su desempeño profesional,

·      Los supuestos beneficios económicos que obtuvo, entre muchas otras.

 

3. Denuncia pública de sus contradicciones

He expuesto en publicaciones anteriores cómo ha reaccionado ante las críticas y cómo ha tergiversado la situación para desviar la atención de sus falsedades. Ante su proceder, no ha quedado más alternativa que recurrir a los tribunales de justicia.





"La manipulación y las falsedades dominando la verdad"...


4. Apoyo en expertos y documentos verificables

Este asunto no es un enfrentamiento personal. En absoluto. Estoy abierto a la colaboración de académicos, investigadores y cualquier persona que pueda aportar documentos verificables que respalden la verdad de los hechos.

Desafortunadamente, en el ámbito académico, el corporativismo dificulta la obtención de apoyo. Si bien existen especialistas dispuestos a ayudar, a menudo es más sencillo acudir directamente a las fuentes y encontrar documentos que este autor no se ha molestado en consultar. Su proceder recuerda "al de un estudiante de primer año que, al borde del vencimiento del plazo de entrega, presenta su trabajo a la ligera y sin contrastar fuentes".

Cuando se le presentan documentos que refutan sus afirmaciones, en lugar de rectificar, responde con más falsedades, guiado por su orgullo. Incluso hay historiadores que, en conversaciones privadas, sugieren estrategias para enfrentar esta situación, pero evitan pronunciarse públicamente y, en algunos casos, piden que no se mencione su asesoramiento. Dentro del ámbito académico, muchos se respaldan mutuamente y avalan publicaciones sin un verdadero contraste crítico.

Los medios de comunicación tampoco escapan a esta dinámica. Aunque se adhieren a códigos éticos impecables en teoría, rara vez los aplican en la práctica.


5. Distorsión del debate

El catedrático Juan Antonio Ríos Carratalá ha conseguido distorsionar el debate, presentándose como víctima de censura para ocultar sus errores. Sin embargo, esta es una cuestión de verdad y ética, no de restringir opiniones.

Mi intención nunca ha sido debatir, eso es más bien para los historiadores profesionales, sino señalar la falsedad de sus afirmaciones y se retiraran o se rectificaran (sin tener conocimiento de la dimensión que tenían), porque atentan contra el honor de mi padre, no puede defenderse y es injusto. Pero Ríos Carratalá se había excedido en demasía y dar marcha atrás a tanta falsedad es muy difícil. De ahí se explica su proceder... Su estrategia ha sido manipular la discusión, desviándola hacia una supuesta vulneración de su libertad de expresión, cuando en realidad lo que está en juego es, entre otras cosas, la veracidad de su trabajo y el respeto por el rigor académico.


jueves, 6 de febrero de 2025

EL FRAUDE ACADÉMICO: MANIPULACIÓN DOCUMENTAL Y DESINFORMACIÓN DESDE LA CÁTEDRA.

 

El Engaño Académico al Descubierto: Una Cuestión de Ética y Veracidad.


Denuncia ante la manipulación y falsedades de un catedrático universitario.

Es inadmisible que un catedrático como Juan Antonio Ríos Carratalá, catedrático de Literatura Española en la Universidad de Alicante, cuya labor debería regirse por la ética y el rigor académico, utilice su posición para difundir falsedades y distorsionar la historia con fines ideológicos, reescribiendo la vida de determinadas personas y lo que les tocó vivir, como Antonio Luis Baena Tocón. Su prestigio académico le otorga una autoridad que muchos aceptan sin cuestionar, lo que agrava el impacto de sus manipulaciones y falsificaciones documentales.

Lejos de ser un desliz puntual, su actuación responde a un patrón sistemático de tergiversación. Ha construido un relato basado en la manipulación de documentos históricos y la difusión de información sesgada, reescribiendo la vida de algunas personas y lo que les tocó vivir, seleccionando meticulosamente qué hechos presentar y cuáles omitir para ajustar la realidad a su narrativa. Si bien se apropia de fuentes históricas, no las analiza con el rigor que exige su posición, sino que las descontextualiza y reinterpreta arbitrariamente, desestimando cualquier evidencia que contradiga su discurso.


Un abuso de autoridad académica

Cuando se le pidió retirar ciertos artículos con falsedades evidentes (afirmó que solo uno le afectaba), en lugar de responder con transparencia y honestidad, como cabría esperar de un académico, recurrió al engaño. En vez de asumir su responsabilidad, fingió disposición para corregir la situación, pero en realidad reaccionó con enojo y se escudó en un supuesto ataque a la libertad de expresión y de cátedra para justificarse. Además, adoptó una actitud de superioridad y victimización, mientras continúa difundiendo versiones manipuladas.

Su estrategia es clara:

·         Presentarse como víctima de censura cuando en realidad es él quien limita el acceso a la verdad.

·         Desacreditar a quienes lo cuestionan con ataques personales y difamaciones.

·         Manipular la opinión pública a través de círculos académicos, políticos y mediáticos que respaldan su visión.




Paradójicamente, mientras se autoproclama defensor de la memoria histórica, en realidad la manipula y la instrumentaliza. Su versión distorsionada afecta especialmente a personas que fueron víctimas de una dictadura, convirtiendo sus tragedias en herramientas para un discurso parcializado. En su afán por sostener su relato, lanza acusaciones sin pruebas contra individuos, presentándolos como oportunistas que se beneficiaron de regímenes autoritarios.



Entre sus tácticas más comunes, descalifica a sus víctimas atribuyéndoles:

·         Intereses personales y ansias de ascenso profesional basadas en el colaboracionismo.

·         Actitudes represivas, tergiversando hechos y omitiendo el contexto histórico.

·         Supuestas dobles personalidades para desacreditar cualquier rasgo positivo en sus biografías.

Pero su campaña no se limita a quienes han sido objeto de sus escritos; también ataca a quienes le han denunciado. Acusándolos de querer silenciarlo, busca desacreditarlos con falsedades, apoyándose en el corporativismo universitario y en sectores políticos afines para mantener su posición de impunidad.


La verdadera censura y la responsabilidad académica

Resulta irónico que quien se proclama defensor de la libertad de expresión sea quien realmente la restringe. Mientras se otorga el derecho de difundir falsedades sin consecuencias, niega la posibilidad de réplica a quienes se han atrevido a señalar sus errores. La universidad, que debería ser un espacio de debate basado en la verdad y el rigor, se convierte así en un escenario de manipulación donde la autoridad se usa como un escudo para evadir el escrutinio.

No se puede permitir que el prestigio académico sirva de justificación para la desinformación y la distorsión histórica. La búsqueda de la verdad no es censura, sino una exigencia ética y profesional. La verdadera libertad académica no radica en la impunidad para mentir, sino en la responsabilidad de sostenerse en hechos verificables y en el respeto por la historia y quienes la vivieron.

 


martes, 4 de febrero de 2025

LA BATALLA POR LA VERDAD: DESINFORMACIÓN, SILENCIO MEDIÁTICO Y DERECHO A RÉPLICA.

 Martes, 4 de febrero de 2025

El 20 de septiembre de 2024, me puse en contacto por correo electrónico con los directores de Diario de Jerez y Diario de Cádiz bajo el asunto "Solicitud de información objetiva y ofrecimiento para contrastar datos". Lo hice porque estos medios habían informado sobre la audiencia previa celebrada el 21 de febrero de 2024 en el Juzgado n.º 5 de Cádiz, y consideré importante dirigirme a ellos, aunque no compartía parte de su cobertura sobre el asunto. No obstante, entendí que no habían participado activamente en la campaña de desinformación a la que me he visto sometido.


Desde 2019, he sido víctima de un proceso de difamación impulsado por el catedrático Juan Antonio Ríos Carratalá, quien, en sus publicaciones, tergiversó con fines ideológicos la vida de mi padre, Antonio Luis Baena Tocón. Mi desacuerdo inicial con algunos de sus artículos sobre la retirada de ciertos contenidos fue manipulado, desatando una campaña de desprestigio y desinformación en medios de comunicación, redes sociales y publicaciones académicas. En este contexto, diversos medios replicaron información falsa sin contrastarla, incumpliendo así sus propios códigos éticos.


Tras la publicación de las noticias en Diario de Cádiz y Diario de Jerez el 21 de febrero de 2024, envié correos certificados el 22 de febrero expresando mi desacuerdo con ciertos puntos de sus reportajes. No recibí respuesta, salvo del Sr. José Antonio Matz Quintano, de la Asesoría Jurídica de ambos periódicos, quien desestimó mis argumentos calificándolos de "juicios de valor". Sin embargo, no aplicó el mismo criterio a las afirmaciones de la parte contrapuesta y me solicitó documentación para respaldar mis declaraciones, mientras que las afirmaciones de la otra parte fueron publicadas sin exigir prueba alguna.

Posteriormente, me presenté en la sede de Diario de Jerez con la intención de hablar con su director, quien no estaba presente. No obstante, la persona que me atendió me aseguró que el autor del artículo, Jesús Guerrero, se pondría en contacto conmigo, lo que nunca ocurrió. Ante esta falta de respuesta, el 29 de febrero de 2024 interpuse una solicitud de ejercicio de la acción de rectificación en el Juzgado de Primera Instancia de Jerez (I.V. 337/24), aunque la vista oral aún no se ha celebrado.


En mi correo de septiembre de 2024, previo a la vista judicial, no solicitaba que se me diera la razón sin justificación, sino que la información se tratara con objetividad. Me ofrecí a proporcionar documentación verificada procedente de archivos históricos y oficiales que desmentían las acusaciones infundadas sobre mi padre. Además, facilité enlaces donde podían consultar información relevante:

·      Mis últimas publicaciones en Facebook (José Francisco Baena González).

·      La web en construcción sobre mi investigación: www.antonioluisbaenatocon.es.

Sin embargo, hicieron caso omiso. No se pusieron en contacto conmigo en ningún momento y, lejos de garantizar un tratamiento neutral de la información, tomaron parte activa en la narrativa de la parte contrapuesta, como lo evidencian las publicaciones que emitieron posteriormente y que la otra parte, como suele hacer, se encargó de difundir.

LA VERDAD FRENTE AL ESPECTÁCULO: DESMONTANDO EL VÍDEO DE DAVID COT PROMOVIDO POR RÍOS CARRATALÁ.

 Lunes, 19 de Mayo de 2025 El vídeo difundido en YouTube bajo el título “Intentan BORRAR la historia franquista (Caso Carratalá)” , publicad...