jueves, 27 de marzo de 2025

MEMORIA MANIPULADA: LA VERDAD SILENCIADA DE ANTONIO LUIS BAENA TOCÓN

 

El precio de defender la verdad: una respuesta al relato impuesto.

Contra la infamia mediática: el caso Baena Tocón en El Confidencial.


El 25 de marzo de 2025, un amigo me envió el siguiente enlace:
https://www.elconfidencial.com/amp/espana/comunidad-valenciana/2025-03-25/miguel-hernandez-guerra-civil_4091635

Este artículo, publicado por El Confidencial, merece una respuesta. Y aquí la doy.


No se ha intentado judicializar la Historia. Se ha acudido a la Justicia porque el catedrático de literatura española —que se presenta como historiador— no respondió a la solicitud inicial de retirar una URL, la cual no contenía ningún documento histórico, aunque él intentó presentarla como tal. Además, engañó al solicitante asegurando que la retiraría, mientras, paralelamente, declaraba en medios de comunicación que se estaba atentando contra la libertad de expresión y de cátedra. Alegó también que se pretendía volver a la censura de épocas pasadas, reescribir la Historia o incluso borrar archivos históricos.

El catedrático intentó engañar al solicitante, quien únicamente pedía la retirada de un enlace que, según el propio catedrático, dependía directamente de él. Lo hizo sabiendo que había producido muchas más publicaciones —artículos, libros, entrevistas, etc.— en las que afirmaba cosas aún más graves, reescribiendo de forma falaz la vida de Antonio Luis Baena Tocón. Lo presentaba como funcionario cuando no lo era, aseguraba que carecía de formación salvo dos o tres asignaturas aprobadas de la Licenciatura en Derecho, y lo acusaba de haber servido al régimen franquista firmando penas de muerte para avanzar en una supuesta carrera funcionarial, con ascensos meteóricos y sueldos jugosos. Todo esto constituye un bulo, construido para reforzar la idea de que todos los funcionarios de la época franquista eran cómplices del régimen, a los que él califica sistemáticamente de franquistas. Sin embargo, Baena Tocón solo firmó documentos como secretario de un juzgado al que fue asignado.


En medio de esta polémica, el catedrático ha tenido aún más tiempo para ampliar su bulo historiográfico, sintiéndose ofendido porque el hijo del aludido cuestionó su "rigor histórico". Desde entonces, no ha dejado de descalificar al padre fallecido, en un intento por silenciar la voz del hijo, quien, a diferencia de muchos historiadores —que por corporativismo han apoyado incondicionalmente a su colega—, ha recurrido a todo tipo de fuentes documentales. A esto se suma la difusión mediática de dichas afirmaciones sin ningún tipo de contraste, lo cual ha causado un daño profundo y multidimensional (moral, psicológico, social, económico, etc.) al reclamante y a toda su familia.


Esta historia ha supuesto seis años de sufrimiento para la familia de Antonio Luis Baena Tocón, a quien no se le ha escuchado y se ha intentado silenciar a través de los medios de comunicación. El demandante ha padecido el llamado efecto Streisand: convertirse en tendencia en redes, ser objeto de más publicaciones, entrevistas, repeticiones de noticias, y, en consecuencia, recibir numerosos insultos y amenazas. Mientras tanto, el catedrático se victimiza, pretende aparecer como una víctima, alegando estar del lado de las víctimas… pero solo de unas muy concretas. Su fanatismo ideológico le impide reconocer que no ha actuado con la responsabilidad que se espera de alguien en su posición.

Todo esto se podría haber evitado de dos formas: primero, adoptando una postura neutral y no utilizando su cargo de relevancia para imponer una memoria ideologizada; segundo, rectificando. Pero prefirió no hacerlo. Su intención era jubilarse como catedrático emérito, y su soberbia, unida a su sesgo ideológico, no le permitió dar marcha atrás. Optó por una huida hacia adelante, apoyado por colegas, grupos políticos, asociaciones, y sus excelentes contactos en los medios de comunicación, intentando acallar a quien cuestiona su relato. No lo hace por capricho, sino con conocimiento de causa, consciente de la falsedad del discurso del catedrático.

Lo más preocupante es que personas como él tienen hoy en sus manos la construcción de la llamada Memoria Democrática en nuestro país. Son quienes, sistemáticamente, llaman "fascista" a cualquiera que piense distinto o se atreva a replicarles, escudándose en apoyos externos y fomentando la crispación social, como si quisieran ganar una guerra que, según dicen, perdieron sus mayores. Como si el padre del reclamante hubiera ganado algo en ella.


El Confidencial continúa avivando la polémica con titulares sensacionalistas como: “Miguel Hernández y el secretario que firmó su condena a muerte, enfrentados… 84 años después”. De este modo, sigue reproduciendo las afirmaciones del catedrático. Sin embargo, Antonio Luis Baena Tocón no firmó ninguna condena a muerte, ni la de Miguel Hernández ni la de ningún otro. Así lo dejó claro el EXTRACTO del 6º ANTECEDENTE DE HECHO de la SENTENCIA nº 311/2021 del CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO de ALICANTE, ignorada por el catedrático y por su entorno corporativista, quienes han preferido guardar silencio sobre dicha resolución y continuar repitiendo las mismas falsedades.

En este contexto, resulta pertinente recordar las palabras del catedrático de Historia Contemporánea de la UCM, Gutmaro Gómez Bravo, con las que se puede estar plenamente de acuerdo, aunque ya nada tengan que ver con el caso en cuestión:
“Se está juzgando todo a nivel político porque se utiliza políticamente el pasado. Todo lo demás queda supeditado a estas ideas. Ya no importa ni el proceso a Miguel Hernández ni los acontecimientos, sino lo secundario: las declaraciones que se hacen ahora, en 2025. Y eso es lo que marca la agenda porque se utiliza políticamente. Eso tiene efectos para quienes nos dedicamos a la investigación o a la educación, porque la gente joven pasa del tema.”

Lo cierto es que quienes están actuando de esa forma —utilizando el pasado con fines políticos— lo hacen a costa del nombre de Antonio Luis Baena Tocón, quien padeció mucho más de lo que se ha dicho, y cuya historia ha sido manipulada de forma injusta y falsa.



No solo la Asociación de Historiadores Contemporáneos ha ofrecido un apoyo incondicional —repito, incondicional— al catedrático de Literatura; también lo han hecho otras entidades y colegas universitarios. A la mencionada asociación le dediqué una publicación en mi blog

https://antonioluisbaenatocon-es6.cms.webnode.es/l/respuesta-a-la-asociacion-de-historia-contemporanea/ ,donde señalaba cómo criticaban abiertamente la resolución judicial, tomando parte sin reservas, tal como ellos mismos han reconocido públicamente. Para muchos de ellos, la justicia solo es válida cuando les da la razón.

De forma similar han actuado otras instituciones y personas del entorno académico del catedrático. Con algunas de ellas me he reunido personalmente, y, aunque en un inicio expresaban su apoyo incondicional, tras plantearles ciertas preguntas —recogidas en mi publicación con enlace https://antonioluisbaenatocon-es6.cms.webnode.es/l/controversias-en-torno-a-la-obra-de-juan-antonio-rios-carratala-una-revision-critica-del-rigor-historiografico/— su postura cambió. Entonces comentaban que habían entendido mal la situación, que respetaban las decisiones judiciales, que solo apoyaban la libertad de investigación (¿y quién no?). Irónicamente, es el propio Sr. Ríos Carratalá quien afirma que la investigación en España está en peligro… por mi culpa.

El Confidencial también hace referencia a una supuesta serie de demandas. Sin embargo, conviene aclarar que solo existió una demanda inicial de carácter contencioso-administrativo. Esta fue remitida a una instancia superior, ya que el juez de primera instancia se declaró no competente en materia educativa. Fue esa instancia superior la que apreció indicios susceptibles de dar lugar a un procedimiento civil. Si se quiere contabilizar un mismo proceso como si fueran varios, adelante… pero no es exactoPor otro lado, en alguna otra demanda ni siquiera figura el Sr. Ríos Carratalá como demandado, aunque él, adoptando el papel de víctima, se atribuye tal condición. Además, El Confidencial mezcla datos procedentes de ambas demandas —la inicial y la relacionada con Google—, lo cual evidencia un desconocimiento real y profundo de los procesos judiciales en cuestión.


Por fin se habla de lo que digo yo. Ya era hora de que alguien recogiera mi versión, porque durante todo este tiempo se ha intentado silenciarme. Todo lo que he dicho está documentado: me he tomado la molestia de acudir a todo tipo de archivos —públicos y privados, civiles y religiosos— en distintas ciudades. He visitado lugares donde trabajó mi padre, he hablado con personas que lo conocieron, incluidos familiares a los que no veía desde hacía más de 50 años y que conocen bien la realidad familiar.

¿Y qué va a decir Ernest Urtasun? Pues lo que quiera Ríos Carratalá… también de forma incondicional.

Las opiniones del Sr. Ríos Carratalá también están reflejadas en este artículo, no así las mías. Sin embargo, la cuestión no se reduce simplemente a si existe o no libertad de expresión —que, en mi opinión, sí existe—, sino al uso que algunos hacen de ella, creyéndola un derecho exclusivo, sin atender al límite fundamental de la veracidad. El Sr. Catedrático, además, demuestra tener la piel muy fina. En el juicio civil celebrado en octubre de 2024, su abogado llegó a presentar como insultos ciertas expresiones mías completamente sacadas de contexto; algunas, como “curioso personaje”, probablemente provocaron más de una sonrisa. Como catedrático de Literatura, sus propias críticas hacia otros difícilmente podrían considerarse suaves, pero se ofende cuando se le califica como “curioso personaje”, una expresión aplicada a actitudes que, simplemente, no se corresponden con las de un historiador riguroso.

No quiero pronunciarme sobre la sentencia ni sobre el sumario; ambos son de dominio público y cada cual puede leerlos y sacar sus propias conclusiones. En dicho sumario hay otros errores que, sin ser historiador, he detectado. Quizá el propio Ríos Carratalá debería leerlos con más atención para darse cuenta de ellos… aunque, siendo honestos, eso es tarea de los historiadores, y me temo que a él le interesa más juzgar “a los malos” que analizar con objetividad. A mí, en cambio, me afecta personalmente, y por eso solo me pronuncio sobre las falacias que afectan directamente a la figura de mi padre.


En resumen:

A lo largo de estos años, no se ha intentado judicializar la Historia, sino defender la verdad frente a una tergiversación interesada que ha causado un daño profundo y prolongado a la memoria de Antonio Luis Baena Tocón y a su familia. La negativa del catedrático de literatura española —que se presenta como historiador— a retirar una simple URL dio pie a una cadena de reacciones desproporcionadas, con manipulaciones mediáticas, falsas acusaciones y una victimización que ha terminado por instalar un relato profundamente injusto.

El catedrático, con el respaldo incondicional de colegas, asociaciones y medios de comunicación, ha reescrito la vida de Baena Tocón de forma burda, sin pruebas sólidas y sin atender a la documentación que desmiente sus afirmaciones. Mientras él se escuda en una supuesta defensa de la libertad de expresión, ha silenciado otras voces —especialmente la del hijo del afectado— que, con rigor y paciencia, han recorrido archivos, consultado fuentes y reconstruido la realidad familiar desde el respeto y la documentación veraz.

En este proceso, se ha recurrido a la justicia de forma legítima, pese a la confusión que algunos medios como El Confidencial han generado, simplificando y mezclando procedimientos legales distintos. El sufrimiento no ha sido solo jurídico, sino también moral, social y psicológico, agravado por la falta de contraste en la información difundida y por la instrumentalización del pasado con fines ideológicos.

Lo más grave es que este tipo de relatos falsos han encontrado eco entre quienes hoy tienen en sus manos la llamada Memoria Democrática. Se ha sustituido el análisis riguroso por el activismo partidista, donde el matiz no tiene cabida y cualquiera que disienta es etiquetado de forma automática. No se trata de negar la existencia de víctimas ni de silenciar la historia, sino de exigir verdad, proporcionalidad y responsabilidad, especialmente cuando lo que está en juego es el honor de personas que ya no pueden defenderse.

Mi compromiso, por tanto, no es con una ideología ni con una narrativa impuesta, sino con la memoria real de mi padre y con la verdad documentada. No busco revancha, pero sí justicia frente a una cadena de falacias que nunca debieron convertirse en dogma.

Algunos comentarios en dicha publicación de El Confidencial: 






lunes, 24 de marzo de 2025

CONTROVERSIAS EN TORNO A JUAN A. RÍOS CARRATALÁ: UNA REVISIÓN CRÍTICA DEL RIGOR HISTORIOGRÁFICO.

 

El respaldo institucional y académico a su nueva publicación reabre el debate sobre la objetividad, la ética investigadora y los límites de la memoria histórica.


¿Investigación o relato interesado?



El pasado domingo 23 de marzo de 2025, el catedrático de la Universidad de Alicante, Juan Antonio Ríos Carratalá, anunció la publicación de
Perder la guerra y la historia, segundo volumen de su trilogía dedicada a la represión contra periodistas y escritores durante la posguerra española (1939-1945). La obra, publicada por la Universidad de Alicante, se presenta como una contribución al campo de la memoria histórica, aunque no está exenta de controversia.

Ríos Carratalá afirma haber concluido ya el tercer volumen de la trilogía, aún pendiente de los informes necesarios para su publicación. En él se incluye un capítulo especialmente llamativo: La trayectoria del alférez Baena Tocón, un personaje al que el autor ha dedicado numerosas referencias, artículos y entrevistas, más incluso que a muchos de los escritores que analiza. El propio catedrático ha señalado que su interés en este personaje aumentó tras sentirse cuestionado por el hijo del mencionado alférez, quien puso en duda el rigor académico de sus afirmaciones.

Este tipo de declaraciones han generado inquietud sobre los límites entre la investigación académica y lo que podría interpretarse como una respuesta personal encubierta en una obra de apariencia científica. En un contexto donde el debate sobre la memoria histórica está especialmente vivo, surgen interrogantes fundamentales sobre el papel del investigador, la veracidad de sus fuentes y la objetividad en sus juicios.

Una de las cuestiones más preocupantes es el respaldo incondicional que el catedrático asegura haber recibido: “unos quinientos mensajes de solidaridad de colegas universitarios”. A la luz de esto, resulta imprescindible plantear una serie de preguntas que merecen atención pública y que, hasta el momento, han sido ignoradas por muchos de los que lo apoyan:


Preguntas que merecen respuesta:

  • ¿Están verdaderamente informados quienes han respaldado esta causa académica o se han sumado sin conocer en profundidad el origen del conflicto?

  • ¿Han leído íntegramente Nos vemos en Chicote, en especial los fragmentos que aluden a Antonio Luis Baena Tocón, o han emitido juicios sin un conocimiento cabal de su contenido?

  • Si conocen dichas páginas, ¿consideran que la imagen proyectada del alférez es objetiva y sustentada en pruebas documentales, o responde más bien a una interpretación ideologizada?

  • ¿Han verificado las afirmaciones del autor a través del contraste riguroso con documentación primaria, como exige la práctica historiográfica, o han concedido validez a sus tesis por el mero hecho de tratarse de un colega universitario?

  • ¿No estamos ante un claro ejemplo de corporativismo académico que anula el debate crítico y promueve la adhesión automática?

  • ¿Dónde queda el respeto a las resoluciones judiciales cuando se insiste en narrativas que colisionan frontalmente con los documentos legales?

  • ¿Acaso protestar ante falsedades evidentes constituye un ataque a la libertad de expresión, o más bien una legítima defensa de la verdad histórica?

  • ¿Exigir rigor y respeto a los hechos equivale a querer reescribir la Historia, borrar documentos o censurar la investigación, o es precisamente lo contrario?


En alguna publicación anterior, el catedrático había anunciado un capítulo sobre Joaquín Dicenta Alonso, uno de los casos que, según él, estuvo vinculado a Baena Tocón. Sin embargo, una revisión del sumario judicial revela que este último no aparece citado ni en fase de instrucción. Este tipo de errores o manipulaciones no pueden ser pasados por alto sin poner en cuestión la fiabilidad de todo el trabajo.

A pesar de estas inconsistencias, la obra “Nos vemos en Chicote”, por ejemplo, ha superado los filtros editoriales universitarios (ahora lo está intentando con el tercer volumen de la Trilogía) lo que abre otro debate: ¿cuán exigentes son los criterios de revisión para investigaciones de este tipo? En textos como Nos vemos en Chicote, se multiplican los nombres y referencias extraídas de documentos que pocos contrastan por la dificultad que ello implica. Esto plantea un serio problema para la memoria histórica, especialmente si la metodología responde más a una intención ideológica que a un ejercicio honesto de reconstrucción de los hechos.

El próximo otoño, el profesor Ríos Carratalá participará en una sesión organizada por el Parlamento Europeo, donde, según ha anticipado, hablará de su labor investigadora y de las dificultades que ha enfrentado. Sin embargo, más allá del relato de victimización, cabe exigir explicaciones claras sobre los errores documentales detectados, las menciones no sustentadas y el uso reiterado de ciertos personajes (políticos, colegas, etc.), como vehículo de reivindicaciones personales.

El prestigio académico no puede estar por encima del compromiso con la verdad. Las relaciones con colegas, figuras públicas o cargos institucionales no son argumento suficiente para silenciar preguntas legítimas. La Historia no se construye sobre aplausos, sino sobre hechos probados y análisis objetivos.


miércoles, 19 de marzo de 2025

RESPUESTA AL COMUNICADO DE LA ASOCIACIÓN DE HISTORIA CONTEMPORÁNEA




19 de marzo de 2025, Día del Padre

Hoy, a través de un "amigo" de Facebook, a quien no conozco personalmente, he recibido el comunicado de la Asociación de Historia Contemporánea en relación con la sentencia del Juzgado de Primera Instancia n.º 5 de Cádiz, que condena al catedrático de la Universidad de Alicante Juan Antonio Ríos Carratalá y a diversos medios de comunicación. En dicho comunicado, la Asociación expresa su apoyo incondicional al catedrático y agradece la difusión.

Al recibir esta información, me puse en contacto con el remitente para aclararle que el comunicado contenía falsedades y que, probablemente, desconocía la versión contraria. Es decir, es muy probable que no sepa cómo se originó este asunto: la petición inicial fue simplemente la retirada de algunos artículos de Ríos Carratalá en los que se detectaron falsedades evidentes. En respuesta, el catedrático afirmó que solo le afectaba la publicación de uno de ellos. Sin embargo, en lugar de afrontar la reclamación con honestidad, optó por una estrategia cínica: anunció la retirada del artículo mientras sabía y callaba que existían muchas más publicaciones con errores graves. Además, prefirió acudir a los medios de comunicación para presentarse como víctima de un supuesto ataque a la libertad de expresión y cátedra, que se quería volver a la censura de épocas pasadas, que se quería reescribir la historia y borrar archivos históricos.

Gracias a sus contactos ideológicos, logró difundir este relato, convirtiéndolo en una campaña de desinformación que desacreditó a quienes se oponían a sus afirmaciones falsas. Cuando informé a mi "amigo" de Facebook sobre estos hechos, le manifesté que conservaría el manifiesto y probablemente lo presentaría en el juzgado. Su respuesta fue justificarse alegando que solo había compartido la información y, acto seguido, me bloqueó.

Reflexiones sobre el comunicado

1. Presión mediática e influencia ideológica
Me sorprende cómo personas y entidades toman partido sin conocer los hechos. Es llamativo que algunos emitan comunicados justo antes de un juicio, buscando influir en su desarrollo, o que se pronuncien en medio de un procedimiento judicial en lugar de permitir que la justicia actúe con independencia. En este caso, es evidente que seguirán sosteniendo su versión fanática incluso cuando haya sentencias definitivas, sin importar el resultado.

2. El corporativismo por encima de la verdad histórica
Colegas del catedrático han demostrado que les preocupa más el corporativismo que la verdad histórica. Algunas entidades, incluso sin estar demandadas, han expresado un apoyo incondicional a Ríos Carratalá. Me he reunido con representantes de algunas de ellas y, al preguntarles por qué respaldan incondicionalmente al catedrático, no saben responder. Tampoco tienen claro el origen del conflicto ni han leído el principal libro en el que se menciona a Antonio Luis Baena Tocón. Cuando les pregunto si conocen mi versión de los hechos, se encogen de hombros. Me resulta inaceptable que defiendan a alguien y cuanto dice sin informarse primero.

Ilustración: Académico manipulando la historia de manera
consciente, mientras la verdadera historia queda en la sombra.
 El contraste entre la falsificación y la realidad
 enfatiza la distorsión de la verdad

3. Justificaciones inconsistentes
Las excusas que esgrimen quienes defienden a Ríos Carratalá son insostenibles:

  • "Estoy a favor de la investigación." ¿Quién ha dicho que yo no?

  • "No conozco los detalles, pero en mis clases hablo de personas que no quieren que se hable de sus mayores." ¿Y si lo que se está divulgando es falso? ¿Aceptaría usted que se mintiera sobre su familia por razones ideológicas?

  • "Hemos entendido mal."

  • "Respetamos las decisiones judiciales, pero creíamos que se pedía otra cosa."

4. Análisis del comunicado de la Asociación de Historia Contemporánea
El comunicado afirma que la condena es contra "quien investiga aquellos hechos". Esto es falso. No se ha condenado la investigación, sino la difusión de informaciones falsas, muchas de ellas demostradas judicialmente. No hay ninguna amenaza contra la investigación histórica, por más que lo afirme el catedrático.

Se menciona también el "pasado traumático" de nuestro país. En efecto, para la familia de Antonio Luis Baena Tocón, este pasado fue especialmente doloroso. Su padre fue asesinado por su fe, a pesar de ser republicano, a manos de quienes Ríos Carratalá califica de "demócratas". Además, Baena Tocón fue perseguido y se le atribuyeron hechos falsos tanto en su vida personal como profesional.

La Asociación afirma que actúa y se expresa en nombre de los historiadores contemporaneístas. Esta generalización es un claro ejemplo de desinformación. No todos los historiadores comparten la versión sesgada del catedrático.

Finalmente, el comunicado expresa su "enfático rechazo" a que se anteponga el derecho al honor sobre la defensa del derecho a la verdad. Estoy totalmente de acuerdo, siempre que se trate de la verdad. Pero si lo que se defiende es la falsedad y la manipulación de documentos históricos, como es el caso, entonces no podemos coincidir con la postura de esta Asociación.

La Asociación también se queja de resoluciones judiciales que, a través de medios como la SER, han sido calificadas como "propias de tiempos superados". Se insinúa que estas decisiones judiciales tienen un trasfondo franquista. Es curioso: si la resolución fuera favorable a ellos, la considerarían muy progresista y democrática; si no lo es, la tachan de retrógrada. Este doble rasero es inaceptable.

Conclusión
La Asociación de Historia Contemporánea, lejos de defender la verdad y el rigor académico, ha decidido alinearse con una versión sesgada de los hechos, basada en falsedades y manipulaciones. Es lamentable que algunas entidades e individuos actúen movidos por ideología y corporativismo, en lugar de por la búsqueda honesta de la verdad histórica.


jueves, 13 de marzo de 2025

LA INVESTIGACIÓN NO ESTÁ EN PELIGRO, LA VERDAD SÍ: CENSURA, MANIPULACIÓN Y VICTIMISMO EN EL CASO RÍOS CARRATALÁ.

 

Sentencias, honor y falsedades: cuando el poder académico manipula la verdad en nombre de la censura.


Hoy, 13 de marzo de 2025, me tocaba revisión médica, el Doctor me preguntó si había habido sentencia. Le respondí que sí, y de inmediato consultó en su ordenador:

—Sí, aquí hay una publicación de Cadena SER y de….

—No la he visto y no me extraña… En la SER le dan mucha cobertura a este señor.

https://cadenaser.com/comunitat-valenciana/2025/03/13/rios-carratala-si-no-recurro-la-sentencia-se-conseguira-acabar-con-la-investigacion-en-este-pais-y-habra-triunfado-la-censura-radio-alicante/

Nos encontramos con un artículo de Omar Sancho, en Radio Alicante, con reproducción de la entrevista que le hacen (mejor no escucharla) y cuyo titular repite las palabras del catedrático: "Se conseguirá acabar con la investigación en este país y habrá triunfado la censura".


Ya nos sorprendió el pasado día 10 en otra publicación de Cadena Ser, 

https://cadenaser.com/comunitat-valenciana/2025/03/10/una-juez-condena-al-catedratico-rios-carratala-a-rectificar-expresiones-contra-el-secretario-judicial-que-participo-en-el-proceso-contra-miguel-hernandez-radio-alicante/ 

con un artículo del mismo redactor refiriéndose a la sentencia como de “no haber superado épocas pasadas”, muy propia de su línea paralela… Franquismo y franquismo… Su obsesión parece altamente enfermiza, fanático-compulsiva, ¿es otro insulto o más bien una apreciación y opinión personal a la que tengo todo el derecho y deber, en este caso, de expresarla?

Pero volviendo a la publicación de hoy: ¿Acabar la investigación en este país por culpa mía?. Me parece demagogia catastrofista, ridículo y patético sostener tal afirmación. Frase propia de alguien prepotente, narcisista, egocéntrico, tremendista y demagogo como poco, que si lo lee dirá que son insultos...


Los historiadores deberían asumir el compromiso de no distorsionar la vida de quienes vivieron en otra época, ni falsear ideológicamente el contexto histórico. Al mismo tiempo, no se puede considerar "censura" el cuestionamiento legítimo de falsedades evidentes. Sin embargo, se ejerce una censura encubierta cuando se acalla la crítica a través de la influencia académica sobre los medios de comunicación, que es lo que se ha hecho conmigo.

Existe un viejo mecanismo de defensa: cuando el mentiroso se ve descubierto, se enfada o se hace la víctima. Así desvía la atención de la mentira y la proyecta en su supuesta indignación o sufrimiento. No se trata de una ofensa personal, sino de una realidad recurrente: quien se pica, ajos come. Si el catedrático se siente aludido, por algo será.

Tengo que recordar que Mentiroso es un adjetivo y sustantivo que se refiere a una persona que miente con frecuencia o que no dice la verdad. También puede aplicarse a cosas que induzcan a error o engaño. Sinónimos de "mentiroso" según se aplique a personas: falso, embustero, farsante, engañoso, hipócrita, mentirosillo, fabulador, fraudulento…; o cosas o situaciones: fraudulento, engañoso, falso…


Una sentencia que no se quiere asumir

El artículo menciona que el catedrático ha sido condenado por un tribunal de Cádiz por vulnerar el derecho al honor. Sin embargo, él insiste en que "no me van a callar".
Al Señor Ríos Carratalá, nadie le impide hablar (no hay más que ver que no para de hacer manifestaciones), como tampoco debería haber dado paso para intentar callarme. Desde el primer momento ha intentado silenciarme y desacreditarme a través de los medios que le dan cobertura, ejerciendo la censura de la que se queja.

¿Qué se puede decir de un catedrático condenado por vulnerar el derecho al honor de quien simplemente cuestionó un artículo suyo, plagado de falsedades evidentes? En lugar de reconocer los errores o defenderse con argumentos sólidos, optó por el ataque personal y el victimismo mediático. Se presentó como víctima de censura y de un supuesto intento de reescribir la historia, cuando en realidad su estrategia fue desacreditar a quien señaló sus inexactitudes.

Lejos de asumir sus errores, insistió en atacar y desviar el debate, recurriendo a su posición de poder y a los medios de comunicación para reforzar su relato. Su condena no se debe a un debate académico, sino a su conducta difamatoria y a su falta de ética. Ha utilizado su influencia para manipular la narrativa pública y proteger su imagen, en lugar de priorizar la verdad y la integridad profesional.


El victimismo como estrategia

En Hoy por Hoy Alicante, con Silvia Cárceles, el catedrático aseguró que lo está pasando muy mal, que se siente víctima de una "persecución judicial". Qué curioso. Mientras él se presenta como el afectado, mi familia y yo hemos sufrido ataques reales, incultos y amenazas recogidos en los medios que le han dado voz, alentados por su actitud. Como dije antes: "cuando el mentiroso se ve descubierto, se enfada o se hace la víctima". En este caso la palabra mentiroso no es un insulto, por mucho que se empeñe, sino la facultad de alguien que no dice la verdad.

Afirma también que ha recibido "insultos diarios y vejaciones" por parte del hijo de Baena Tocón. ¿Se refiere a mí?, ¿diarios?, ¿se atreve a hablar de insultos cuando ha sido él quien ha provocado todo este daño con sus constantes publicaciones y comentarios en medios? Si quiere que le explique cada una de las expresiones u opiniones que haya expresado sobre él, lo haré con mucho gusto, porque no me ha pedido explicaciones, solo ha buscado victimizarse tras el daño que ha causado.

Según el artículo, el catedrático también dice: "Desde 2019, esta persona ha hecho todo lo posible por  amargarme la vida, pero no lo va a conseguir. No me va a callar". Pero la realidad es que fue él quien inició el ataque y quien ha amargado la vida de una familia, que sí lo ha conseguido, cuyos ancestros padecieron como víctimas auténticas para que él los difame por fanatismo ideológico, con cinismo y falsedades, tratando de engañarme con correos amables para luego atacarme pública y cínicamente en los medios. Se presentó como víctima, acusándome de estar en contra de la libertad de expresión, de querer "reescribir la historia", "borrar archivos históricos" o "imponer censura"…, algo muy similar a lo que él ha hecho (en lugar de borrar, manipular archivos históricos)

Sobre la sentencia y su interpretación sesgada

El catedrático lamenta que el Juzgado de Primera Instancia Nº5 de Cádiz haya "obviado todas las otras sentencias anteriores que le daban la razón". Un clásico truco dialéctico: mencionar fallos previos sin detallar su contenido ni aclarar por qué algunos pasaron a instancias superiores. Tampoco menciona que en alguna de ellas su nombre ni siquiera figuraba porque no era el demandado. Su estrategia es clara: desacreditarme para dar valor a su discurso.

Imagen: EXTRACTO del 6º ANTECEDENTE DE HECHO de la SENTENCIA nº 311/2021 del CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO de ALICANTE, que callan el catedrático y quienes le apoyan...

¿Apoyo del mundo académico o círculo cerrado de aliados?

El artículo menciona el "apoyo del mundo investigador y docente". Me pregunto, ¿de quiénes? Será de aquellos que acudieron a la tertulia: colegas y amigos del catedrático, que comparten su misma ideología y postura, alguno de ellos demandados igualmente.

Ahí está María del Olmo, quien usó su cargo de funcionaria pública para dar opiniones personales en medios y redes sociales que, curiosamente, coinciden con las del catedrático. También aparece José Luis Ferris, quien dice "trabajar codo con codo" con él y ha difundido publicación parcial e interesada sobre este caso, por ejemplo, de la sentencia del contencioso-administrativo, ocultando lo comentado anteriormente. Incluso su hija, en Facebook, replicaba íntegramente lo que decía su papá (tengo capturas de pantalla de esas publicaciones, aunque creo que han sido eliminadas). Ninguno de ellos ha querido decir lo que decía el 6º antecedente de hecho de la sentencia 311/2021 del Recurso contencioso-administrativo de Alicante, pero sí dieron publicidad del fallo de la sentencia, sin decir tampoco cómo comenzó ésta, ni que el fallo era consecuencia de que el juez se declaraba no competente en materia educativa y daba paso a instancias superiores y que esas instancias superiores vieron indicios suficientes para realizar un procedimiento civil…

Según el redactor del artículo, "todos han coincidido en que esta sentencia es una afrenta a la memoria del poeta". ¿En serio? Se trata de una clara manipulación emocional para ensuciar aún más el asunto. Nada tiene que ver esta sentencia con el poeta, pero es útil para encender ánimos y reforzar el discurso victimista del catedrático.

También critican que la Universidad de Alicante no haya asumido la defensa jurídica de Ríos Carratalá. Pero, ¿qué esperaban? Una institución pública no puede defender con dinero público a alguien condenado por vulnerar el derecho al honor.

Conclusión


Este caso no trata de censura ni de ataques a la libertad de expresión, sino de responsabilidad y ética. La sentencia no es una afrenta a la investigación, sino una respuesta legal a la difamación. Quien tergiversa la historia y desacredita a quienes le cuestionan, es un académico que, en este caso, ha caído en el mismo error que tanto denuncia.

Si de algo se debe proteger la investigación en este país, es de la manipulación y del uso interesado del poder académico. La verdadera censura ocurre cuando la verdad se silencia bajo el peso de la influencia y la propaganda.

lunes, 10 de marzo de 2025

EL JUEGO DE TRILEROS DE LA PALABRA. LIBERTAD DE CÁTEDRA NO ES IMPUNIDAD

El rigor académico no es censura ni la rectificación un ataque a la libertad de expresión. 
El victimismo y la demagogia no pueden servir de excusa para eludir la responsabilidad intelectual.


Martes, 11 de marzo de 2025.

En una reciente publicación de Cadena Ser, fechada el 10 de marzo de 2025 (https://cadenaser.com/comunitat-valenciana/2025/03/10/una-juez-condena-al-catedratico-rios-carratala-a-rectificar-expresiones-contra-el-secretario-judicial-que-participo-en-el-proceso-contra-miguel-hernandez-radio-alicante/), se recogen las declaraciones del catedrático Ríos Carratalá tras la sentencia que le obliga a rectificar expresiones vertidas contra Antonio Luis Baena Tocón.



En dichas declaraciones, Ríos Carratalá se refiere a la jueza que dictó la sentencia afirmando que "no ha superado épocas pasadas". ¿Qué pretende insinuar con esto? El mensaje es claro: para él, todo aquel que no comparte su postura es tachado de franquista o fascista. Este modus operandi es recurrente en su discurso: lanzar insinuaciones veladas sin afirmarlas de manera explícita, para luego poder escudarse en que nunca dijo tal cosa. Se trata de un auténtico juego de trileros, donde en lugar de cubiletes y dados, el engaño se juega con las palabras.


Además, intenta revestir su recurso con una supuesta causa mayor: dice recurrir "en nombre de los jóvenes historiadores, para que puedan seguir adelante con sus investigaciones". Según su retórica, mi solicitud de retirada o rectificación de artículos es la responsable de que los jóvenes investigadores de este país vean impedido su trabajo. Una afirmación exagerada, demagógica y profundamente egocéntrica, que pretende trasladar su caso personal a un supuesto ataque generalizado contra la investigación académica.

Este tipo de discurso, en el que la crítica legítima se disfraza de censura y la responsabilidad individual se diluye en una causa colectiva, es una estrategia bien conocida. No se trata aquí de un debate sobre la libertad de expresión o de cátedra, sino de la responsabilidad que conlleva el uso de la palabra, especialmente en el ámbito académico. La rectificación no es un atentado contra la libertad de expresión, sino un ejercicio de rigor y honestidad intelectual, algo que cualquier académico debería valorar por encima de cualquier protagonismo mediático.

(Imagen: Extracto del  6º ANTECEDENTE DE HECHO de la SENTENCIA nº 311/2021 del CONTENCIOSO-ADMINISTRATIVO de ALICANTE, que el catedrático y sus allegados callan.)

Además, el artículo aborda las sentencias reflejando únicamente la versión del catedrático, sin contrastarla con la postura de la parte afectada. Sin embargo, la realidad es que ninguna de esas sentencias le da la razón, por más que Ríos Carratalá intente presentarlo de otro modo


UN MAL DÍA PARA LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN (y IV)

    La doble vara de medir y Falsedades recicladas: el relato que no cambia
    Justicia selectiva y memoria manipulada. Entre rectificaciones invisibles y afirmaciones cuestionables


 

En la posdata, se hace referencia a unas supuestas declaraciones recogidas en Alicante Plaza, resultado de una conversación del catedrático con su amigo y periodista Daniel Perol. Curiosamente, tiene muchos amigos periodistas, y algunos de ellos le han servido de altavoz ideológico, en contra de los principios que establecen los códigos éticos de su profesión. Alega que el tono coloquial de una conversación no puede ser considerado una declaración a un medio de comunicación, pero, al mismo tiempo, interpreta un pantallazo de mi muro como si fuera una declaración pública y no una simple conversación entre dos personas.

Afirma que se le ha condenado a rectificar lo que, según él, ya fue corregido desde 2021 e incluso ampliado en trabajos posteriores con nueva documentación. Sin embargo, en mi caso, muchas pruebas fueron rechazadas en el juzgado por haber sido presentadas posteriormente, algo que no comprendo, ya que estaban directamente relacionadas con el caso. Me dicen que así funciona el procedimiento, pero lo cierto es que la supuesta rectificación del Sr. Ríos Carratalá ha pasado completamente desapercibida. Y, además, no lo hizo con la misma intensidad y en los mismos medios con la que difundió o hizo difundir sus afirmaciones originales. De hecho, debería reconocer que esas rectificaciones no datan de 2021, sino de bastante antes, y que la información posterior también es relevante.

Ahora bien, veremos si en su tercera edición de Nos vemos en Chicote y en su anunciada Trilogía sigue incluyendo las mismas falsedades o si, además, amplía la lista con otras nuevas. Dado lo que observo en sus publicaciones, no me sorprendería en absoluto. Estaremos atentos, y seguiremos haciéndole negocio comprando libros que según parece, para él, contienen la "verdad absoluta".


La condena no se debe únicamente a haber calificado como "tenebroso" a un "personaje histórico"—una etiqueta que, por cierto, es bastante subjetiva—. Paco viene ahora con las rebajas, pero la realidad es que no ha sido solo por eso. Hay muchas otras cuestiones. En algunas ha salido impune, a pesar de haber irrumpido en la vida profesional y personal de alguien hasta prácticamente su muerte.

Para blanquear su discurso, ahora hace referencia al sistema represivo de la posguerra y a los fusilados. Es fácil ponerse del lado de las víctimas en un discurso, como hizo el día de su declaración. Sin embargo, yo también estoy con las víctimas... De algunos  miembros de la familia de esa época no se supo más de ellos, probablemente estén sus restos en alguna cuneta o fosa, aparte de los que se exiliaron para no volver jamás y le recuerdo que mi abuelo paterno fue fusilado por aquellos a quienes él denomina "demócratas". Junto a él, quisieron hacer lo mismo con mi padre, e incluso lo intentaron en varias ocasiones más tarde, aunque el catedrático lo niegue "rigurosamente" y fueron víctimas de la guerra civil.




UN MAL DÍA PARA LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN (III)

 

    Cuando la justicia y la crítica dejan de ser objetivas, se convierten en herramientas de conveniencia, manipulación y victimismo.

    Ríos Carratalá oscila entre la libertad de expresión y la distorsión de los hechos, planteando un doble rasero donde la verdad es selectiva y la intransigencia se disfraza de justicia.


Antes incluso de que se dictara la sentencia del 10 de marzo de 2025, ya sabía que el Sr. Ríos Carratalá la recurriría. Me parece perfecto que lo haga, está en su derecho, como yo en el mío, y no me sorprende en absoluto su frase: "La sentencia es propia de épocas felizmente superadas por quienes creemos en la libertad de expresión, de investigación y de cátedra." Para mí, esa declaración es una forma velada de insinuar que la jueza es franquista o fascista. Claro, él dirá que jamás utilizó esas palabras, pero el mensaje implícito es evidente. Le gusta lanzar la piedra y esconder la mano, dejando que algún fanático traduzca su mensaje en términos menos académicos y más directos.



Siempre que hay una sentencia, está convencido de tener la razón. Si el fallo no le favorece completamente, lo minimiza o lo oculta, como ocurrió con la resolución del contencioso-administrativo de Alicante. En ese caso, tanto él como sus colegas, quienes aseguran trabajar estrechamente con él, no se molestaron en contrastar los hechos y optaron por el corporativismo. Incluso la hija de uno de estos profesores, que dice trabajar "codo con codo" con él, repetía exactamente lo mismo que su papá... Conservo capturas de pantalla que demuestran cómo omitieron partes clave de la sentencia, donde se establecía claramente que mi padre era abogado y que no había formado parte de ningún consejo de guerra. El fallo no fue favorable para mí, no porque se desmintieran estos hechos, sino porque el juez se declaró no competente en materia académica y dio paso a instancias superiores, donde se reconoció que la reclamación era susceptible de demanda civil. Pero eso lo callan, teniendo pleno conocimiento de la sentencia.

Lo más llamativo es que el juez que resolvió aquel caso era colega suyo, profesor en la misma universidad. Curiosamente, el Sr. Ríos Carratalá llama "colegas" a todos los profesores universitarios, sin importar su área de especialización, como si así reforzara su autoridad intelectual y pretendiera blindar su verdad ante cualquier cuestionamiento externo. Me pregunto si a este juez también le habrá dicho que su sentencia es propia de "otras épocas superadas", una expresión que, en la práctica, equivale a insinuar que simpatiza con el franquismo solo porque el fallo no le resultó del todo favorable.

No lo creo, pero sí tengo la certeza, aunque siempre se puede equivocar uno, de que ese juez debió enfrentar presiones para resolver el procedimiento. ¿Acaso cualquier juez que falle en su contra es automáticamente un franquista o un fascista? Es una visión bastante peculiar de la justicia para alguien que se autoproclama defensor de la libertad, pero que, paradójicamente, demuestra la misma intransigencia que tanto critica.


MEMORIA MANIPULADA: LA VERDAD SILENCIADA DE ANTONIO LUIS BAENA TOCÓN

  El precio de defender la verdad: una respuesta al relato impuesto. Contra la infamia mediática: el caso Baena Tocón en El Confidencial. ...