Título original: Soldado de
reemplazo en tiempos golpistas
Fecha: viernes, 25
de agosto de 2023
Enlace:
https://varietesyrepublica.blogspot.com/2023/08/soldado-de-reemplazo-en-tiempos.html
Tipo
de alusión: indirecta — aunque no menciona a Antonio Luis
Baena Tocón, es muy significativa porque muestra cómo el propio
autor justifica su actitud pasiva y temerosa durante su mili en un
contexto democrático, mientras exige a otros —en contextos
infinitamente más duros— conductas heroicas que él mismo no
tuvo.
ESTRATEGIA DISCURSIVA DE RÍOS CARRATALÁ
Autorretrato victimista:
Se presenta
como un joven soldado aterrorizado, atrapado en una mili absurda y
opresiva, usando un tono literario que convierte la incomodidad
personal en tragedia existencial.
Magnificación selectiva:
Exagera las
incomodidades —guardias, rumores, miedo a atentados— como si
fueran acontecimientos épicos, olvidando el contexto real de
violencia política en el que ocurrieron.
Moral asimétrica:
Justifica su propio
silencio, su miedo y su acomodación al absurdo como
“comprensibles”, pero niega esa misma comprensión a quienes
vivieron circunstancias mucho más extremas, como los funcionarios y
militares en la inmediata posguerra de 1939.
Recurso al absurdo como coartada moral:
Utiliza
el absurdo y la ironía para neutralizar cualquier cuestionamiento
sobre su pasividad personal. Lo que en él es “ironía lúcida”,
en otros es “colaboracionismo culpable”.
El silencio como doble estándar:
Presenta
su silencio como legítimo —porque había miedo—, mientras
etiqueta como “silencio cómplice” el de quienes vivieron bajo
un régimen autoritario y un clima represivo infinitamente más
duro.
CONTEXTO HISTÓRICO: 1980–1982
En 1980, el año previo a su servicio militar, Euskadi Ta
Askatasuna (ETA) asesinó a 93 personas. En 1981,
año en que Ríos Carratalá hizo la mili, ETA mató a más de 30,
entre militares, guardias civiles y civiles. Fue un período en el
que los uniformados eran objetivos directos de atentados. El fallido
golpe del 23-F añadió un clima de tensión y temor a un país
todavía en transición política.
En ese contexto, su relato se centra no en esa violencia real —que
apenas menciona de pasada—, sino en el drama personal
de montar guardia entre vacas, en bostezos, en rumores de Radio
Macuto, en incomodidades que llama “apocalípticas desgracias”.
👉 Esta elección narrativa no es inocente:
refuerza su imagen de víctima intelectual y permite ignorar la
realidad política y social del momento.
PUNTOS DISCUTIBLES
❌ Equipara una guardia nocturna aburrida con “barbarie y
tiranía”, trivializando un contexto en el que otros soldados
morían asesinados por ETA.
❌ Se otorga el derecho a callar y adaptarse, pero niega esa
misma comprensión a quienes hicieron la mili en 1939, en un país
devastado por una guerra civil.
❌ Su “absurdo” personal le sirve de coartada moral; el
de los demás, de acusación.
❌ Ignora deliberadamente que los herederos políticos de
esa violencia de ETA son hoy parte de alianzas de gobierno que él
no critica, mientras condena con dureza cualquier
sombra relacionada con el franquismo.
❌ Construye una narrativa egocéntrica: él como víctima
lúcida; otros, como culpables históricos.
Réplica narrativa: “Mili con
vacas y doble vara de medir”
En 1981, Juan Antonio Ríos Carratalá hacía la mili entre vacas
y rumores de Radio Macuto. Montaba guardia en la vaquería mientras
ETA asesinaba a militares y guardias civiles. En su relato, sin
embargo, el centro no es el terrorismo ni el país en
ebullición democrática, sino su miedo, su tedio y su
sensación personal de absurdo.
Él calló. Él se adaptó. Él asumió que la clave era
sobrevivir y esperar la “blanca”. Su silencio es para él
“comprensible”, casi poético.
Pero cuando habla de 1939, cuando habla de funcionarios jóvenes
recién licenciados, en una España destrozada por la guerra, exige
rebeldía, heroísmo y desobediencia moral absoluta. Lo que para él
fue prudencia, para otros es “colaboracionismo culpable”. Lo que
en él fue miedo humano, en otros es “silencio cómplice”. Lo que
para él es ironía literaria, en otros es pecado histórico.
Y así, el hombre que hace literatura de su guardia entre vacas se
convierte en juez implacable de quienes no pudieron elegir.
No es que no entienda las circunstancias de 1939; es que no quiere
entenderlas, porque si lo hiciera, se derrumbaría su pedestal moral.
Título original: Soldado de
reemplazo en tiempos golpistas
Fecha: viernes, 25
de agosto de 2023
Enlace:
https://varietesyrepublica.blogspot.com/2023/08/soldado-de-reemplazo-en-tiempos.html
Tipo
de alusión: indirecta — aunque no menciona a Antonio Luis
Baena Tocón, es muy significativa porque muestra cómo el propio
autor justifica su actitud pasiva y temerosa durante su mili en un
contexto democrático, mientras exige a otros —en contextos
infinitamente más duros— conductas heroicas que él mismo no
tuvo.
ESTRATEGIA DISCURSIVA DE RÍOS CARRATALÁ
Autorretrato victimista:
Se presenta
como un joven soldado aterrorizado, atrapado en una mili absurda y
opresiva, usando un tono literario que convierte la incomodidad
personal en tragedia existencial.
Magnificación selectiva:
Exagera las
incomodidades —guardias, rumores, miedo a atentados— como si
fueran acontecimientos épicos, olvidando el contexto real de
violencia política en el que ocurrieron.
Moral asimétrica:
Justifica su propio
silencio, su miedo y su acomodación al absurdo como
“comprensibles”, pero niega esa misma comprensión a quienes
vivieron circunstancias mucho más extremas, como los funcionarios y
militares en la inmediata posguerra de 1939.
Recurso al absurdo como coartada moral:
Utiliza
el absurdo y la ironía para neutralizar cualquier cuestionamiento
sobre su pasividad personal. Lo que en él es “ironía lúcida”,
en otros es “colaboracionismo culpable”.
El silencio como doble estándar:
Presenta
su silencio como legítimo —porque había miedo—, mientras
etiqueta como “silencio cómplice” el de quienes vivieron bajo
un régimen autoritario y un clima represivo infinitamente más
duro.
CONTEXTO HISTÓRICO: 1980–1982
En 1980, el año previo a su servicio militar, Euskadi Ta
Askatasuna (ETA) asesinó a 93 personas. En 1981,
año en que Ríos Carratalá hizo la mili, ETA mató a más de 30,
entre militares, guardias civiles y civiles. Fue un período en el
que los uniformados eran objetivos directos de atentados. El fallido
golpe del 23-F añadió un clima de tensión y temor a un país
todavía en transición política.
En ese contexto, su relato se centra no en esa violencia real —que
apenas menciona de pasada—, sino en el drama personal
de montar guardia entre vacas, en bostezos, en rumores de Radio
Macuto, en incomodidades que llama “apocalípticas desgracias”.
👉 Esta elección narrativa no es inocente:
refuerza su imagen de víctima intelectual y permite ignorar la
realidad política y social del momento.
PUNTOS DISCUTIBLES
❌ Equipara una guardia nocturna aburrida con “barbarie y
tiranía”, trivializando un contexto en el que otros soldados
morían asesinados por ETA.
❌ Se otorga el derecho a callar y adaptarse, pero niega esa
misma comprensión a quienes hicieron la mili en 1939, en un país
devastado por una guerra civil.
❌ Su “absurdo” personal le sirve de coartada moral; el
de los demás, de acusación.
❌ Ignora deliberadamente que los herederos políticos de
esa violencia de ETA son hoy parte de alianzas de gobierno que él
no critica, mientras condena con dureza cualquier
sombra relacionada con el franquismo.
❌ Construye una narrativa egocéntrica: él como víctima
lúcida; otros, como culpables históricos.
Réplica narrativa: “Mili con
vacas y doble vara de medir”
En 1981, Juan Antonio Ríos Carratalá hacía la mili entre vacas
y rumores de Radio Macuto. Montaba guardia en la vaquería mientras
ETA asesinaba a militares y guardias civiles. En su relato, sin
embargo, el centro no es el terrorismo ni el país en
ebullición democrática, sino su miedo, su tedio y su
sensación personal de absurdo.
Él calló. Él se adaptó. Él asumió que la clave era
sobrevivir y esperar la “blanca”. Su silencio es para él
“comprensible”, casi poético.
Pero cuando habla de 1939, cuando habla de funcionarios jóvenes
recién licenciados, en una España destrozada por la guerra, exige
rebeldía, heroísmo y desobediencia moral absoluta. Lo que para él
fue prudencia, para otros es “colaboracionismo culpable”. Lo que
en él fue miedo humano, en otros es “silencio cómplice”. Lo que
para él es ironía literaria, en otros es pecado histórico.
Y así, el hombre que hace literatura de su guardia entre vacas se
convierte en juez implacable de quienes no pudieron elegir.
No es que no entienda las circunstancias de 1939; es que no quiere
entenderlas, porque si lo hiciera, se derrumbaría su pedestal moral.
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