sábado, 15 de noviembre de 2025

EL ECO DE UN RELATO: CUANDO INSINUAR VALE MÁS QUE DEMOSTRAR

 

Fecha de publicación original: 29 de diciembre de 2023
Título original: El segundo volumen de Las armas contra las letras
Autor: Juan Antonio Ríos Carratalá
Enlace: https://varietesyrepublica.blogspot.com/2023/12/el-segundo-volumen-de-las-armas-contra.html


1. Tipo de alusión

Indirecta pero deliberada.
La entrada no introduce hechos nuevos: reitera la narrativa iniciada en mayo
(https://varietesyrepublica.blogspot.com/2023/05/los-consejos-de-guerra-de-periodistas-y.html) y reforzada en noviembre sobre la represión franquista contra periodistas y escritores, en el marco de su trilogía “Las armas contra las letras”.
En este texto, además, incluye
una referencia explícita al caso de Joaquín Dicenta Alonso, al que ya había vinculado indirectamente a mi padre, Antonio Luis Baena Tocón, de manera falsaria en su libro Nos vemos en Chicote (pág. 192).

La mención no aclara nada, pero mantiene la insinuación: la estrategia no es informar, sino dejar flotando una asociación que otros reproducirán.


2. Estrategia discursiva del autor

  • Repetición estratégica: vuelve a exponer la misma narrativa que en publicaciones anteriores (mayo y noviembre), sin novedades relevantes.

  • Autopromoción académica: presenta la publicación del segundo volumen como “gran aportación histórica”, enmarcándose como protagonista moral del relato.

  • Uso insinuante de nombres: menciona a Joaquín Dicenta Alonso, pero no aporta información nueva ni precisa; simplemente mantiene viva la falsa sombra de relación con mi padre.

  • Construcción de autoridad: apela a su acceso a archivos y a su proyecto “ciclópeo” como garantía de verdad incuestionable.

  • Silencios calculados: no aclara su afirmación anterior en Nos vemos en Chicote, ni rectifica —aunque ha sido advertido de sus errores.


3. Puntos discutibles

  • Ausencia de hechos nuevos: la entrada no aporta datos inéditos, solo refuerza un relato ya lanzado.

  • Mención sesgada de nombres propios: utiliza el caso Dicenta sin precisar fuentes ni contexto, alimentando asociaciones insinuadas.

  • Falta de rectificación: ignora las advertencias y no corrige afirmaciones anteriores que afectan a personas reales.

  • Autolegitimación constante: se presenta como garante de verdad histórica sin abrir espacio real a contraste.

  • Estrategia de desgaste: mantener insinuaciones en el tiempo para que calen como “verdades aceptadas”.


4. Réplica narrativa: “El eco puede ser más eficaz que el grito”.

En su entrada del 29 de diciembre de 2023, Ríos Carratalá no dice nada nuevo. Simplemente repite. Repite su narrativa sobre la represión franquista, repite su autopromoción y, lo más grave, repite la insinuación.
Menciona a Joaquín Dicenta Alonso como quien deja caer un nombre en una conversación cargada de subtextos. No lo explica, no lo documenta, no lo precisa. Solo lo deja flotando. Y así se mantiene vivo un vínculo que no existe más que en su discurso: el que asocia el caso Dicenta con mi padre.
No es un error aislado: es una estrategia. El silencio selectivo no es neutralidad, es manipulación calculada. Al no rectificar lo dicho en Nos vemos en Chicote, perpetúa una insinuación que ha causado y sigue causando daño.
Repetir sin probar, insinuar sin aclarar y hablar desde un púlpito académico no es hacer historia: es fabricar un relato de poder. Y en este caso, a costa de personas reales.

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 📌 Esta entrada complementa el análisis publicado el 12 de noviembre de 2023, centrado en la construcción de una memoria selectiva por parte de Ríos Carratalá. La reiteración de este relato en diciembre muestra cómo las insinuaciones —aunque no se repitan con nuevas pruebas— se consolidan a base de eco y silencio.


MEMORIA SELECTIVA: CUANDO LAS VÍCTIMAS SON SOLO ALGUNAS

 

Título original: Periodistas y escritores republicanos: las cifras de la represión

Fecha: domingo, 12 de noviembre de 2023

Enlace:

https://varietesyrepublica.blogspot.com/2023/11/periodistas-y-escritores-republicanos.html




Introducción

El 12 de noviembre de 2023, el blog Varietés y República, del catedrático de Literatura Española de la Universidad de Alicante, Juan Antonio Ríos Carratalá, publicaba una extensa relación de represaliados del franquismo: periodistas, escritores, poetas, caricaturistas… El listado es minucioso, abundante, casi obsesivo. Y, sin embargo, resulta parcial: solo se detiene en unas víctimas, mientras otras quedan invisibles, silenciadas, ignoradas.

No deja de ser curioso —y hasta ofensivo— que en sede judicial Ríos afirme estar “con las víctimas”. Pero lo que sus textos muestran es otra cosa: que solo lo está con ciertas víctimas. O dicho más claro: con las que le sirven a su relato.


La otra mitad silenciada

Recordar a los represaliados del bando nacional no es un problema. El problema es usar ese recuerdo como arma política mientras se sepulta en el olvido a los represaliados del bando republicano. Porque sí, los hubo: periodistas, escritores, poetas, caricaturistas y miles de religiosos y laicos asesinados por sus ideas, por sus creencias o simplemente por ser quienes eran.

He aquí algunos nombres (la lista es enorme, de miles y miles más) que rara vez aparecen en las páginas de Ríos Carratalá:

  • Ramiro de Maeztu – Ensayista y periodista; fusilado en Aravaca (1936).

  • Pedro Muñoz Seca – Dramaturgo; fusilado en Paracuellos (1936).

  • Manuel Bueno Bengoechea – Periodista y diputado; fusilado en Paracuellos (1936).

  • José María Albiñana – Médico y periodista; fusilado en Paracuellos (1936).

  • José María Hinojosa – Poeta del 27; fusilado en Málaga (1936).

  • Joaquín Amigo – Escritor y profesor; asesinado en Ronda (1936).

  • Víctor Pradera – Pensador tradicionalista; fusilado en San Sebastián (1936).

  • Melquíades Álvarez – Jurista y publicista; asesinado en la Cárcel Modelo de Madrid (1936).

  • Julio Ruiz de Alda – Aviador y publicista; asesinado en la Cárcel Modelo (1936).

  • Carles Rahola – Escritor y periodista; fusilado en Gerona (1939).

  • Josep Maria Planes – Periodista; asesinado en Barcelona (1936).

  • Enrique Varela Hervías – Caricaturista; asesinado en Madrid (1936).

  • Jesús Domínguez – Ilustrador; fusilado en Sevilla (1936).

  • Francisco Baena Jiménez – Abogado y secretario del Ayuntamiento de Torrelaguna; asesinado en la capilla de monjas de clausura Concepcionistas Franciscanas en dicha localidad (1936)

  • Mártires claretianos de Barbastro (60) – Fusilados en 1936.

  • Carmelitas de Toledo (16) – Fusilados en 1936.

  • Anselmo Polanco – Obispo de Teruel; fusilado en 1939.

  • Mártires de Turón (1934) – Hermanos de La Salle y un pasionista; canonizados en 1999.

Todos ellos y miles más son también víctimas, aunque su memoria no encaje en el relato maniqueo de quienes prefieren mirar con un solo ojo.


El abuso del bulo y de la etiqueta

Recordar horrores no necesita de trampas. No hace falta inventar bulos historiográficos ni levantar engranajes ficticios donde se incrusta, de manera injusta y fanática, a personas que también fueron víctimas. Ese ha sido el caso de mi padre, Antonio Luis Baena Tocón, a quien Ríos Carratalá se empeña en colocar etiquetas ideológicas y represivas que no se sostienen con documentos contrastados.

La paradoja es sangrante: se pretende honrar a las víctimas de un bando creando falsos culpables en el otro. Se predica memoria y se practica difamación. Se proclama respeto y se reparte estigma.


Conclusión

La memoria a medias no es memoria: es propaganda. La justicia que solo reconoce a unas víctimas y desprecia a otras no es justicia: es sectarismo.
Dar publicidad a los represaliados de un bando mientras se oculta a los del otro solo sirve para ahondar trincheras, alimentar odios y perpetuar un relato fanático.

Si de verdad queremos aprender de la historia, habrá que empezar por recordar a todas las víctimas y dejar de manipular su memoria para agendas ideológicas. Porque solo así el pasado deja de ser arma y empieza a ser enseñanza.

LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN CONVERTIDA EN MONÓLOGO

 

Cuando el victimismo se disfraza de ciencia: “Las armas contra las letras”



Fecha de publicación original: 29 de octubre de 2023
Título original: Las armas contra las letras, en prensa y en la prensa
Autor: Juan Antonio Ríos Carratalá
Enlace: https://varietesyrepublica.blogspot.com/2023/10/las-armas-contra-las-letras-en-prensa-y.html


1. Tipo de alusión

Indirecta.
Ríos Carratalá no menciona nombres ni casos concretos aquí, pero reafirma —de forma solemne y autorreferencial— su papel como supuesto “defensor de la libertad de expresión” frente a un contexto represivo. En este marco
se apropia discursivamente del concepto de libertad, proyectando sobre su propia figura el papel de héroe académico frente a quienes, como el usuario, han cuestionado sus falsedades documentales.


2. Estrategia discursiva del autor

  • Autolegitimación pública: se presenta como un investigador comprometido, víctima de la magnitud de su propia tarea “ciclópea”.

  • Apropiación de conceptos nobles: utiliza “libertad de expresión”, “ciencia”, “rectificación”, “evolución del conocimiento” como escudos retóricos, sin aplicarlos realmente cuando se le contradice.

  • Buenismo calculado: finge apertura al debate y disposición a rectificar, cuando en la práctica ha ignorado solicitudes legítimas y se ha beneficiado de su posición académica y mediática.

  • Construcción de un relato heroico-victimista: presenta su labor como sacrificio personal —“si la salud me lo permite…”— para reforzar su imagen pública.

  • Silencio selectivo: omite toda referencia a casos en que se ha demostrado que tergiversó información (como el de Antonio Luis Baena Tocón), blindándose tras un discurso genérico.


3. Puntos discutibles

  • Uso retórico de la libertad de expresión: invoca principios universales mientras se beneficia de un desequilibrio de poder que le permite hablar sin ser cuestionado en igualdad de condiciones.

  • Falsa apertura al diálogo: declara estar abierto a críticas y rectificaciones, pero ha ignorado o minimizado solicitudes bien fundamentadas.

  • Autopromoción académica: convierte un proyecto de investigación en un acto épico personal, atribuyéndose una autoridad moral que no le corresponde.

  • Victimismo estratégico: presenta su trabajo como una carga personal para reforzar su legitimidad y blindarse ante críticas.

  • Hipocresía discursiva: predica rectificación científica mientras construye un muro institucional y mediático para proteger sus falsedades.


4. Réplica narrativa: “La libertad de expresión convertida en monólogo”

La épica académica también puede ser un disfraz.
Ríos Carratalá escribe sobre su “gran proyecto” de investigación como si fuera un héroe solitario enfrentado a las tinieblas. Habla de libertad de expresión, de ciencia, de rectificación y de conocimiento compartido. Suena muy bien, casi conmovedor. Pero la práctica ha sido bien distinta.
Cuando alguien —como yo— le ha señalado errores graves, falsedades y tergiversaciones, no ha habido ni rectificación, ni apertura al diálogo, ni respeto por la igualdad de condiciones. Solo silencio, victimismo y recursos de poder académico.
Se presenta como un defensor de quienes “ejercieron la libertad de expresión en la etapa republicana”, pero ignora por completo que otros —como mi propio abuelo— también ejercieron su libertad, y pagaron con su vida a manos de sus correligionarios. Porque no todos entendían lo mismo por “libertad de expresión”, ni entonces ni ahora.
Hablar de libertad es fácil cuando uno controla la tribuna, la prensa amiga y el relato. Mucho más difícil es aceptar que la libertad implica también escuchar, responder y rectificar cuando se miente.
No hay mayor cinismo que predicar apertura cuando se vive cómodamente blindado por el poder institucional.

viernes, 7 de noviembre de 2025

DECLARACIÓN PÚBLICA “Cuando el autor del bulo te sigue en Facebook…”

 


7 de noviembre de 2025


Hoy he recibido varios mensajes de Facebook y, para mi sorpresa, uno de ellos anunciaba que un señor llamado
Juan Antonio Ríos Carratalá había empezado a seguirme.
Al principio pensé que se trataría de un homónimo, pero no: era
el mismo catedrático de Literatura Española de la Universidad de Alicante que, en 2019 (año en el que me di cuenta), resultó ser autor de varias URLs en las que vertía falsedades más que evidentes sobre mi padre, fallecido hace muchos años.

Por esa razón me dirigí a él, pidiéndole que retirara esas publicaciones por su falta de veracidad.
Me contestó con
falsa amabilidad y gran cinismo, asegurando que lo haría de inmediato y afirmando al mismo tiempo que sus textos eran “documentados y rigurosos”.
Incluso hizo gestiones para que algunas URLs dependientes de otras p
ersonas o entidades también fueran retiradas.
Las eliminó de inmediato, pero… con el tiempo se comprobó que
todo aquello no fue más que una escena teatral, digna del teatrólogo que dice ser.

Era el mismo catedrático que sabía perfectamente lo que había escrito, y que no se limitaba a esas pocas direcciones, sino que llevaba muchos años viviendo del mismo relato, repitiéndolo en artículos, entrevistas, conferencias y libros.
En ellos, los documentos históricos fueron
manipulados ideológicamente, y el rigor brilló por su ausencia, salvo a la hora de reescribir falsamente la vida entera de mi padre.

Cuando fue sorprendido en su propia falsedad —un bulo monumental en el que involucró a mi padre, atribuyéndole funciones que nunca tuvo y haciéndolo partícipe de un engranaje represor por el que supuestamente obtendría innumerables beneficios—, optó por huir hacia adelante, haciéndose la víctima y autoproclamándose “defensor de las víctimas”, aunque solo de aquellas que encajan en su ideología. Igualmente ha ido engrosando su “descubrimiento” con nuevos comentarios, artículos, entrevistas, publicaciones...
Ha practicado un
trincherismo guerracivilista permanente, nada que ver con el estudio de la Historia, reabriendo heridas y presentando su visión parcial como verdad incuestionable.

No es historiador, aunque se autodefina como tal sin ser licenciado en Historia —algo que varios historiadores me han confirmado—.
Es un
intruso en la profesión, que disfraza su fanatismo ideológico con lenguaje académico y difunde una visión sectaria y crispadora desde su puesto universitario.

Sus falsedades han sido respaldadas por colegas suyos que han preferido creerle sin contrastar nada, movidos por un corporativismo ideológico que se impone sobre la verdad y/o por el temor a ser señalados por no alinearse con el “progresismo” reinante (es decir, a ser tachados de “fachas”).
A esos mismos colegas, cuando se les pregunta por escrito o personalmente —y me he reunido con algunos—, se les
cae la máscara: alegan que “no sabían”, que “creían que el proceso judicial era por otros motivos” o que “desconocían el proceso que dio lugar a la polémica”.
Pero no:
fue simplemente por decir la verdad y exigir rigor donde había manipulación.

El mismo catedrático alegó falsamente que yo estaba “en contra de la libertad de expresión y de cátedra”, que quería “reescribir la historia” —cuando eso es precisamente lo que ha hecho este señor—, que “estaba a favor de la censura de épocas pasadas” o que pretendía “borrar archivos históricos”.
Y entonces aparecieron multitud de colegas
en los medios que daban lecciones sobre la “libertad de expresión” (entre ellos, algún amigo mío) repitiendo que “la historia no se puede cambiar”; otros sacaron a Franco y la censura, y otros añadieron que “los archivos históricos son los que son”, con lo que estoy totalmente de acuerdo, pero no que se consideren como tales los artículos de este señor, como al parecer él los considera, por muy catedrático de Literatura Española que sea.

Nada más lejos de la realidad: jamás pedí borrar archivos ni reescribir la historia.
Me limité a pedirle a él —personalmente— que retirara algunos textos de los
muchos contenedores de falsedades que él mismo había publicado.
Lo falso no se convierte en historia por estar impreso.

A partir de ahí, puso en marcha una operación mediática en su defensa: un periodista ideológicamente afín me tendió una trampa y, en pocas horas —tras un simple intercambio de correos electrónicos—, El País publicó una primera versión deformada de los hechos.
Desde ahí se propagó una cadena de titulares copiados unos de otros, a los que cada medio añadió sus propias “cosechas” —que luego han negado—, pero
todas están peritadas y tienen algo en común: nadie contrastó ni un solo dato, ni conmigo ni con los archivos históricos.

El catedrático tuvo voz exclusiva; la víctima, ninguna.
(¿Quién censuró a quién?)

Ese mismo señor, con el respaldo de amigos bien situados —académica, política o económicamente—, ha convertido mi vida y la de mi familia en un calvario,
Y en ese clima de
guerracivilismo alimentado desde la universidad y amplificado por los medios, no han faltado insultos y amenazas graves, ya denunciadas en parte, aparte de innumerables daño de todo tipo prolongados en el tiempo: morales, familiares, sociales, económicos, médicos, etc.

Cuando alguien me sigue en redes sociales, suelo mirar quién es.
Y entre los seguidores de este catedrático hay de todo:
incondicionales formados y no formados, agradecidos porque escuchan lo que quieren oír.
A eso se le llama
retroalimentación ideológica, y a él —como buen egocéntrico narcisista— le encanta difundir en su blog los aplausos que recibe.
Dudo mucho que muchos de ellos sepan realmente
quién fue mi padre, salvo lo que dice Ríos Carratalá, pero ni tan siquiera quién fue Miguel Hernández.
Y si el teatrólogo es quien les da los “datos” que desean oír, entonces la
desmemoria está garantizada.

Miguel Hernández, convertido en icono de la izquierda, genera pasiones y clichés.
Pero cada vez estoy más convencido de que pocos lo han leído —y mucho menos con profundidad—.
Yo sí: tengo sus
Obras Completas desde hace años, y las leí sin prejuicios.

Quizá ahora no se me ocurran más cosas que decir, pero vendrán.
Mientras tanto, quien quiera conocer la verdad y los documentos que lo demuestran puede hacerlo aquí:
👉 www.antonioluisbaenatocon.es

Y muy especialmente en el blog, donde he ido respondiendo una a una a las falsedades publicadas por el profesor Ríos Carratalá en su página Varietés y República o en otros medios.
Y lo seguiré haciendo, porque en justicia se lo debo a mi difunto padre.


Declaración final

No he perseguido censura alguna ni pretendido silenciar la historia.
Solo he defendido
la verdad, la honra y la memoria de mi padre, falsamente implicado en un relato ideológico que no se sostiene documentalmente.
Si eso —decir la verdad— se interpreta como una amenaza a la “libertad de cátedra”, entonces el problema no está en quien la reclama, sino en quien
la utiliza como escudo para mentir.

martes, 28 de octubre de 2025

LA HISTORIA COMO ESCUDO Y LA VÍCTIMA IMAGINARIA

Fecha de publicación original: 6 de septiembre de 2023

Título original: La portada del sumario de un condenado a muerte: Manuel Navarro Ballesteros

Autor: Juan Antonio Ríos Carratalá

Enlace: https://varietesyrepublica.blogspot.com/2023/09/la-portada-del-sumario-de-un-condenado.html


1. Tipo de alusión

Indirecta, pero clara. La nota final del texto alude a la existencia de “tres procesos judiciales” ligados a un nombre incluido en una portada de sumario que no muestra, y aprovecha esa circunstancia para presentarse como un investigador censurado, víctima de ataques a la libertad de expresión.
No nombra directamente a mi padre, pero es evidente la referencia a mi caso y a su utilización mediática y retórica del mismo.


2. Estrategia discursiva del autor

  • Estrategia de victimismo calculado: al no mostrar el documento y añadir la nota final, se presenta como un historiador limitado por procesos judiciales “que no le permiten mostrar la verdad”.

  • Lenguaje autolegitimador: se autodefine como autor de “un trabajo histórico” —como si con esa etiqueta blindara su relato contra cualquier crítica, incluso las que demuestran falsedades.

  • Reescritura de la situación jurídica: habla de “tres procesos judiciales” de forma ambigua y manipuladora, sin precisar si son contra él ni por qué.

  • Silencio táctico: evita mencionar nombres concretos (incluido el de mi padre), intentando aparentar prudencia, cuando en realidad lo utiliza para seguir explotando el relato victimista.

  • Construcción de relato mediático: vincula la existencia de procesos judiciales con “ataques a la libertad de expresión”, como ya ha hecho reiteradamente.


3. Puntos discutibles

  • Ambigüedad calculada: menciona “tres procesos judiciales” sin aclarar su naturaleza ni su relación con su actuación.

  • Autolegitimación académica: presenta su texto como “trabajo histórico” para blindar sus afirmaciones frente a críticas legítimas, aunque en otras ocasiones haya manipulado documentos.

  • Víctima autoproclamada: utiliza el conflicto judicial como herramienta para reforzar su imagen pública de “investigador acosado”.

  • Silencios tácticos: no menciona nombres para parecer prudente, pero los insinúa, manteniendo activo su relato sin exponerse directamente.

  • Desplazamiento narrativo: convierte un proceso jurídico basado en falsedades en un supuesto “ataque a la libertad de expresión”, tergiversando su naturaleza.


4. Réplica narrativa: “La historia como escudo y la víctima imaginaria”


El victimismo es un recurso tan viejo como eficaz.
Cuando Ríos Carratalá añade al final de su texto que “no reproduce la portada” de un sumario porque en ella “figura un nombre cuya cita es objeto de tres procesos judiciales”, no está informando: está construyendo un relato.
Con una frase cuidadosamente calculada, se presenta como un historiador que quiere contar “la verdad” pero no puede porque lo “censuran”. No aclara cuáles son esos procesos, ni contra quién, ni por qué. Tampoco menciona que si existen no es porque nadie haya querido “borrar la historia”, sino porque se han señalado falsedades, manipulaciones y tergiversaciones graves.
Lo más cómodo es envolverse en la bandera de la libertad de expresión y fingir persecución. Lo más difícil, asumir responsabilidades por haber lanzado nombres a la opinión pública acompañados de falsedades históricas.
La frase “un trabajo histórico” no transforma en verdad lo que no lo es. No convierte una manipulación en rigor, ni una insinuación en documento.
Hablar de “tres procesos” sin explicar nada es un modo de victimizarse sin asumir nada. Como buen manipulador de lenguaje, sabe que las palabras pesan más que las pruebas cuando se lanzan desde una tribuna universitaria.
Lo que no dice es que esos procesos no nacieron de censura, sino de mentira. Y que el silencio momentáneo sobre nombres propios no es respeto, es cálculo.
Lo veremos: calla cuando le conviene, pero no por pudor, sino por estrategia.

RELATOS CON UN SOLO OJO: ASÍ SE FABRICA CULPA RETROACTIVA

 

Cárcel republicana
Fecha de publicación original: 7 de septiembre de 2023

Título original: El periodista Ricardo Flores murió en la cárcelAutor: Juan Antonio Ríos Carratalá

Enlace original: https://varietesyrepublica.blogspot.com/2023/09/el-periodista-ricardo-flores-murio-en.html


1. Tipo de alusión

Indirecta pero con efectos reales: al presentar la dureza de las cárceles franquistas como un infierno absoluto y unilateral, se alimenta la misma narrativa que ha servido para arrastrar nombres a la picota pública —entre ellos, el de mi padre— vinculándolos simbólicamente a represiones que no les corresponden.

Cárcel republicana


2. Estrategia discursiva del autor

  • Afirma como hechos lo que son interpretaciones personales: “El franquismo tuvo un cuidado extremo…”, “La realidad fue mucho más cruda…”.

  • Omite por completo la represión y el horror republicano (chekas, ejecuciones sumarias, destrucción de pruebas).

  • Construye un relato moral unidireccional: unos como verdugos, otros como víctimas angelicales.

  • Introduce el caso de Miguel Hernández como símbolo, generalizando sin contextualizar.

  • Apela a la emoción y a la memoria selectiva para reforzar un único eje narrativo.


3. Puntos discutibles

  • Ausencia de contexto previo y paralelo: se omite sistemáticamente la represión ejercida en la zona republicana (chekas, ejecuciones sumarias, desaparición de archivos), lo que distorsiona la comprensión global del periodo.

  • Falta de contextualización histórica: no se comparan las condiciones carcelarias con los estándares de la época en Europa, sino que se juzgan con criterios contemporáneos, lo que conduce a lecturas anacrónicas y sesgadas.

  • Uso acrítico de testimonios orales: se presentan como “pruebas concluyentes” sin matizar su parcialidad ni confrontarlos con fuentes documentales contrastadas.

  • Generalización ideológica y culpabilidad difusa: el relato confunde contexto represivo general con responsabilidades individuales, alimentando atribuciones falsas y estigmatización pública de personas concretas —entre ellas, mi padre—.

  • Narrativa moralizante y sesgo calculado: se construye un marco emocional de “buenos y malos” que favorece interpretaciones mediáticas simplistas y un discurso histórico unilateral.



Réplica narrativa: “Relatos con un solo ojo: así se fabrica culpa retroactiva”

No es historia: es propaganda revestida de solemnidad.
Introducción documental Hispania Mágica

Fuente: Introducción documental Hispania Mágica 06/10/25 


Cuando Ríos Carratalá escribe que “el franquismo tuvo un cuidado extremo en el control de las imágenes relacionadas con las cárceles de la posguerra”, parece olvidar —o elegir olvidar— que en la zona republicana también hubo cárceles, chekas, tiros en la nuca y archivos borrados a conciencia. ¿Qué eran? ¿Hoteles de cinco estrellas? ¿Spas revolucionarios con jazz al atardecer y masajes de solidaridad antifascista?

Fuente: Internet, un método de tortura chequista. 


Se nos vende un relato en el que un bando encarna el Mal absoluto y el otro, la pureza angelical. Pero mientras unos censuraban, otros destruían archivos, borraban huellas y, en demasiados casos, ejecutaban sin juicio. La historia completa es bastante menos épica —y mucho más incómoda— de lo que se quiere pintar.
Lo más grave es que este tipo de relatos no son inocuos. Han servido —y siguen sirviendo— para arrastrar nombres a la picota, responsabilizar a personas que no cometieron crímenes y reescribir biografías con brochazos ideológicos. Entre ellos, la de mi padre.
El caso de Miguel Hernández es profundamente doloroso. Nadie lo discute. Pero de esa tragedia a señalar, décadas después, con el dedo acusador a funcionarios, administrativos o simples jóvenes obligados a servir en un sistema que no crearon, hay un abismo que la ética académica debería respetar.
Lo que Ríos hace —una y otra vez— es levantar ese dedo desde la comodidad del despacho, construyendo relatos parciales que se convierten en etiquetas públicas difíciles de borrar. La memoria no se honra fabricando culpables a medida ni reduciendo la historia a un cuento de buenos y malos.
La memoria auténtica exige mirar de frente todas las verdades —también las incómodas, las que no favorecen a ningún bando—. Porque la historia con un solo ojo no es historia. Es un arma.

jueves, 23 de octubre de 2025

MILI CON VACAS Y DOBLE VARA DE MEDIR

 


  • Título original: Soldado de reemplazo en tiempos golpistas
    Fecha: viernes, 25 de agosto de 2023
    Enlace: https://varietesyrepublica.blogspot.com/2023/08/soldado-de-reemplazo-en-tiempos.html

  • Tipo de alusión: indirecta — aunque no menciona a Antonio Luis Baena Tocón, es muy significativa porque muestra cómo el propio autor justifica su actitud pasiva y temerosa durante su mili en un contexto democrático, mientras exige a otros —en contextos infinitamente más duros— conductas heroicas que él mismo no tuvo.


ESTRATEGIA DISCURSIVA DE RÍOS CARRATALÁ

  1. Autorretrato victimista:
    Se presenta como un joven soldado aterrorizado, atrapado en una mili absurda y opresiva, usando un tono literario que convierte la incomodidad personal en tragedia existencial.

  2. Magnificación selectiva:
    Exagera las incomodidades —guardias, rumores, miedo a atentados— como si fueran acontecimientos épicos, olvidando el contexto real de violencia política en el que ocurrieron.

  3. Moral asimétrica:
    Justifica su propio silencio, su miedo y su acomodación al absurdo como “comprensibles”, pero niega esa misma comprensión a quienes vivieron circunstancias mucho más extremas, como los funcionarios y militares en la inmediata posguerra de 1939.

  4. Recurso al absurdo como coartada moral:
    Utiliza el absurdo y la ironía para neutralizar cualquier cuestionamiento sobre su pasividad personal. Lo que en él es “ironía lúcida”, en otros es “colaboracionismo culpable”.

  5. El silencio como doble estándar:
    Presenta su silencio como legítimo —porque había miedo—, mientras etiqueta como “silencio cómplice” el de quienes vivieron bajo un régimen autoritario y un clima represivo infinitamente más duro.


CONTEXTO HISTÓRICO: 1980–1982

En 1980, el año previo a su servicio militar, Euskadi Ta Askatasuna (ETA) asesinó a 93 personas. En 1981, año en que Ríos Carratalá hizo la mili, ETA mató a más de 30, entre militares, guardias civiles y civiles. Fue un período en el que los uniformados eran objetivos directos de atentados. El fallido golpe del 23-F añadió un clima de tensión y temor a un país todavía en transición política.

En ese contexto, su relato se centra no en esa violencia real —que apenas menciona de pasada—, sino en el drama personal de montar guardia entre vacas, en bostezos, en rumores de Radio Macuto, en incomodidades que llama “apocalípticas desgracias”.

👉 Esta elección narrativa no es inocente: refuerza su imagen de víctima intelectual y permite ignorar la realidad política y social del momento.


PUNTOS DISCUTIBLES

  • ❌ Equipara una guardia nocturna aburrida con “barbarie y tiranía”, trivializando un contexto en el que otros soldados morían asesinados por ETA.

  • ❌ Se otorga el derecho a callar y adaptarse, pero niega esa misma comprensión a quienes hicieron la mili en 1939, en un país devastado por una guerra civil.

  • ❌ Su “absurdo” personal le sirve de coartada moral; el de los demás, de acusación.

  • ❌ Ignora deliberadamente que los herederos políticos de esa violencia de ETA son hoy parte de alianzas de gobierno que él no critica, mientras condena con dureza cualquier sombra relacionada con el franquismo.

  • ❌ Construye una narrativa egocéntrica: él como víctima lúcida; otros, como culpables históricos.


Réplica narrativa: Mili con vacas y doble vara de medir”

En 1981, Juan Antonio Ríos Carratalá hacía la mili entre vacas y rumores de Radio Macuto. Montaba guardia en la vaquería mientras ETA asesinaba a militares y guardias civiles. En su relato, sin embargo, el centro no es el terrorismo ni el país en ebullición democrática, sino su miedo, su tedio y su sensación personal de absurdo.

Él calló. Él se adaptó. Él asumió que la clave era sobrevivir y esperar la “blanca”. Su silencio es para él “comprensible”, casi poético.

Pero cuando habla de 1939, cuando habla de funcionarios jóvenes recién licenciados, en una España destrozada por la guerra, exige rebeldía, heroísmo y desobediencia moral absoluta. Lo que para él fue prudencia, para otros es “colaboracionismo culpable”. Lo que en él fue miedo humano, en otros es “silencio cómplice”. Lo que para él es ironía literaria, en otros es pecado histórico.

Y así, el hombre que hace literatura de su guardia entre vacas se convierte en juez implacable de quienes no pudieron elegir. No es que no entienda las circunstancias de 1939; es que no quiere entenderlas, porque si lo hiciera, se derrumbaría su pedestal moral.

  • Título original: Soldado de reemplazo en tiempos golpistas
    Fecha: viernes, 25 de agosto de 2023
    Enlace: https://varietesyrepublica.blogspot.com/2023/08/soldado-de-reemplazo-en-tiempos.html
    Tipo de alusión: indirecta — aunque no menciona a Antonio Luis Baena Tocón, es muy significativa porque muestra cómo el propio autor justifica su actitud pasiva y temerosa durante su mili en un contexto democrático, mientras exige a otros —en contextos infinitamente más duros— conductas heroicas que él mismo no tuvo.


ESTRATEGIA DISCURSIVA DE RÍOS CARRATALÁ

  1. Autorretrato victimista:
    Se presenta como un joven soldado aterrorizado, atrapado en una mili absurda y opresiva, usando un tono literario que convierte la incomodidad personal en tragedia existencial.

  2. Magnificación selectiva:
    Exagera las incomodidades —guardias, rumores, miedo a atentados— como si fueran acontecimientos épicos, olvidando el contexto real de violencia política en el que ocurrieron.

  3. Moral asimétrica:
    Justifica su propio silencio, su miedo y su acomodación al absurdo como “comprensibles”, pero niega esa misma comprensión a quienes vivieron circunstancias mucho más extremas, como los funcionarios y militares en la inmediata posguerra de 1939.

  4. Recurso al absurdo como coartada moral:
    Utiliza el absurdo y la ironía para neutralizar cualquier cuestionamiento sobre su pasividad personal. Lo que en él es “ironía lúcida”, en otros es “colaboracionismo culpable”.

  5. El silencio como doble estándar:
    Presenta su silencio como legítimo —porque había miedo—, mientras etiqueta como “silencio cómplice” el de quienes vivieron bajo un régimen autoritario y un clima represivo infinitamente más duro.


CONTEXTO HISTÓRICO: 1980–1982

En 1980, el año previo a su servicio militar, Euskadi Ta Askatasuna (ETA) asesinó a 93 personas. En 1981, año en que Ríos Carratalá hizo la mili, ETA mató a más de 30, entre militares, guardias civiles y civiles. Fue un período en el que los uniformados eran objetivos directos de atentados. El fallido golpe del 23-F añadió un clima de tensión y temor a un país todavía en transición política.

En ese contexto, su relato se centra no en esa violencia real —que apenas menciona de pasada—, sino en el drama personal de montar guardia entre vacas, en bostezos, en rumores de Radio Macuto, en incomodidades que llama “apocalípticas desgracias”.

👉 Esta elección narrativa no es inocente: refuerza su imagen de víctima intelectual y permite ignorar la realidad política y social del momento.


PUNTOS DISCUTIBLES

  • ❌ Equipara una guardia nocturna aburrida con “barbarie y tiranía”, trivializando un contexto en el que otros soldados morían asesinados por ETA.

  • ❌ Se otorga el derecho a callar y adaptarse, pero niega esa misma comprensión a quienes hicieron la mili en 1939, en un país devastado por una guerra civil.

  • ❌ Su “absurdo” personal le sirve de coartada moral; el de los demás, de acusación.

  • ❌ Ignora deliberadamente que los herederos políticos de esa violencia de ETA son hoy parte de alianzas de gobierno que él no critica, mientras condena con dureza cualquier sombra relacionada con el franquismo.

  • ❌ Construye una narrativa egocéntrica: él como víctima lúcida; otros, como culpables históricos.


Réplica narrativa: Mili con vacas y doble vara de medir”

En 1981, Juan Antonio Ríos Carratalá hacía la mili entre vacas y rumores de Radio Macuto. Montaba guardia en la vaquería mientras ETA asesinaba a militares y guardias civiles. En su relato, sin embargo, el centro no es el terrorismo ni el país en ebullición democrática, sino su miedo, su tedio y su sensación personal de absurdo.

Él calló. Él se adaptó. Él asumió que la clave era sobrevivir y esperar la “blanca”. Su silencio es para él “comprensible”, casi poético.

Pero cuando habla de 1939, cuando habla de funcionarios jóvenes recién licenciados, en una España destrozada por la guerra, exige rebeldía, heroísmo y desobediencia moral absoluta. Lo que para él fue prudencia, para otros es “colaboracionismo culpable”. Lo que en él fue miedo humano, en otros es “silencio cómplice”. Lo que para él es ironía literaria, en otros es pecado histórico.

Y así, el hombre que hace literatura de su guardia entre vacas se convierte en juez implacable de quienes no pudieron elegir. No es que no entienda las circunstancias de 1939; es que no quiere entenderlas, porque si lo hiciera, se derrumbaría su pedestal moral.


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