viernes, 15 de agosto de 2025

ARCHIVO CON DOBLE LLAVE

 

    Rigor a la carta. Privilegios de archivo




  • Título original:
    Nuevos datos sobre el juez Manuel Martínez Gargallo

  • Fecha: 28 de mayo de 2021

  • Enlace: https://varietesyrepublica.blogspot.com/2021/05/nuevos-datos-sobre-manuel-martinez.html

  • Tipo de alusión: Indirecta, pero relevante (toca el tema de acceso a documentación en condiciones que contrastan con el expediente de Antonio Luis Baena Tocón).

  • Estrategia discursiva de Ríos:

    1. Mostrar conocimiento de la normativa de acceso a archivos.

    2. Justificar la ausencia de información por “no haber pasado el tiempo reglamentario”, pero sin aplicar el mismo criterio a otros casos.

    3. Dejar implícita la posibilidad de “rellenar” conjeturas para suplir la falta de acceso.


Puntos discutibles

  1. Norma conocida, norma ignorada: Reconoce la restricción en un caso, pero la sortea en otro (expediente de mi padre).

  2. Acceso privilegiado: El Coronel Jefe del Archivo Militar de Segovia (verano 2019) admitió que la autorización se concedió por decisión de su antecesor, aunque lo correcto habría sido pedirme permiso (a mí y a mis hermanos).

  3. Incoherencia profesional: Si no se puede acceder, no se puede inventar; mucho menos si uno se presenta como investigador riguroso.

  4. Plazo de 25 años desde el fallecimiento: Hoy ya no sería necesaria autorización, pero en 2019 y antes sí lo era, según el propio archivo.


Réplica narrativa

Visto lo visto, los datos que este catedrático pueda dar, con todos los respetos, no tienen mi credibilidad y no son el objeto de mi publicación de blog.

En su entrada del 28 de mayo de 2021, Ríos Carratalá comenta que no pudo consultar cierta documentación porque “no había pasado el tiempo reglamentario según la normativa en vigor”. Reconoce, por tanto, que conoce la norma. Hasta aquí, nada que objetar… salvo que esa misma restricción se la saltó a la torera para consultar el expediente de mi padre en el Archivo Militar de Segovia, en una fecha (verano de 2019) en que todavía se exigía autorización del familiar.

Cuando supe dónde estaba el expediente, me pidieron todo tipo de acreditaciones y documentos para poder acceder a él (junio 2919). Pregunté por escrito cómo lo había hecho Ríos sin cumplir la normativa, que acreditación no se le pidió que a mí sí y el Coronel Jefe de entonces me llamó (creo que en julio de ese mismo año) para aclarar que fue “cosa de su antecesor” y de “la interpretación” que hiciera de la norma. Añadió que, en su opinión, Ríos tendría que haberme pedido permiso... Hoy, pasados más de 25 años del fallecimiento, el permiso ya no es necesario, pero en 2019 y mucho antes sí lo era.

Este episodio deja dos posibilidades:

  • O bien Ríos tuvo un trato privilegiado que el resto no tiene.

  • O bien no accedió realmente y, como en otras ocasiones, rellenó los huecos con suposiciones y frases de cosecha propia, disfrazadas de información documentada.

Y aquí entra la cuestión de fondo: si un investigador sabe que no puede acceder a una fuente, lo que no puede hacer es inventar lo que no ha podido leer. No hay excusa académica que lo justifique. Presentar conjeturas como si fueran conclusiones verificadas es incompatible con el rigor que dice defender.

Que en esta entrada admita la imposibilidad de acceso por normativa es, paradójicamente, la prueba de que conocía el límite. Que en el caso de mi padre no lo respetara —y que ese acceso se produjera por una “interpretación” discrecional— pone en entredicho no solo su método, sino su ética como investigador. El rigor no es selectivo; si lo es, deja de ser rigor y se convierte en relato a conveniencia.

jueves, 14 de agosto de 2025

DOS TRABAJOS REVISADOS

 

  • Título original: Dos trabajos revisados

  • Fecha: 23 de enero de 2021

  • Enlace: https://varietesyrepublica.blogspot.com/2021/01/dos-trabajos-revisados.html

  • Tipo de alusión: Directa (menciona por nombre a Antonio Luis Baena Tocón en ambos textos enlazados).

  • Estrategia discursiva de Ríos:

    1. Convertir opiniones y conjeturas en afirmaciones históricas.

    2. Vincular a mi padre con la represión franquista, presentándolo como colaborador activo y esencial.

    3. Repetir insinuaciones para fijarlas como “verdad” por reiteración.

    4. Introducir referencias ideológicas para enmarcar su figura de forma peyorativa.


Puntos discutibles o falsos

  1. "Labor esencial" en la represión: No existe documento público que respalde esa función. Es una interpretación ideológica, no un hecho probado.

  2. Capacidad para agravar penas: Ríos omite que mi padre estaba cumpliendo servicio militar bajo órdenes superiores y no actuaba como militar profesional con iniciativa propia.

  3. Atribución de expresiones y valoraciones: Las frases entrecomilladas o los juicios subjetivos se presentan como si fueran declaraciones textuales de mi padre, sin prueba documental.

  4. Omisiones voluntarias: Pretende saber qué documentos revisó o dejó de revisar, como si hubiese estado presente en 1939.

  5. Descalificación profesional: Acusa de negligencia en informes, pero él mismo lleva casi una década repitiendo falsedades sin corregirlas.

  6. Jubilación "a las órdenes" de Julio Anguita: Un dato irrelevante en lo administrativo, usado para añadir carga ideológica.

  7. Formación académica: Aunque reconoce que terminó la licenciatura, insiste en que ejerció antes de obtener el título, obviando el contexto de la guerra y el exilio, así como el procedimiento administrativo habitual de títulos provisionales.

  8. Confusión deliberada sobre funciones: Afirma que fue secretario del Juzgado de Prensa, pero medios y él mismo han repetido hasta la saciedad que fue "secretario de un consejo de guerra", atribuyéndole funciones que no tenía, algo que es falso.

Réplica narrativa

Durante años, por consejo legal, opté por el silencio. Mientras tanto, Juan Antonio Ríos Carratalá ha aprovechado para instalar en el espacio público una versión parcial, sesgada y repetitiva de la historia de mi padre. Lo ha hecho con la habilidad de un trilero de las palabras: moviendo las piezas —y las frases— de forma que siempre salgan las cartas que le convienen. Ahora que puedo hablar, lo haré con la misma franqueza que él usa… pero con la diferencia de que yo no necesito inventar.

En esta entrada del 23 de enero de 2021, Ríos enlaza dos trabajos suyos en los que vuelve a señalar a mi padre, Antonio Luis Baena Tocón, como una pieza clave del engranaje represivo franquista. Lo presenta como alférez honorífico del cuerpo jurídico militar, bajo las órdenes del juez Manuel Martínez Gargallo, con "labor esencial" en el expurgo, vaciado y desaparición de prensa republicana en la Hemeroteca Municipal de Madrid.

Esa "labor esencial" ya la desmonté en mi blog (véase Lo que descubrí sobre mi abuelo… en el apartado "Ironía controlada, pero justa"). No hay un solo documento público que así lo indique. Es una deducción ideológica que Ríos vende como si fuera un acta notarial. Con el mismo método, podría escribirse cualquier cosa sobre cualquier persona de la época, siempre que se parta de la conclusión que se quiere imponer.

Asegura también que mi padre "añadía comentarios que podían agravar las penas, llegando incluso a contribuir a condenas de muerte". El problema es que, para que esto fuera cierto, tendría que demostrarse que un alférez en servicio militar, subordinado a un juez instructor, podía escribir lo que quisiera y que esas palabras tenían efecto directo en la condena. No existe tal prueba. Es otro de esos saltos de fe que Ríos convierte en historia.

Le atribuye expresiones ("violentísimos", "tenaz defensor de la causa marxista") y omisiones voluntarias ("no consultó el fondo del Heraldo") como si hubiera tenido acceso a su pensamiento. Parece que, además de catedrático, es médium: reconstruye lo que mi padre no dijo y hasta lo que, según él, decidió no hacer, todo gracias a su particular túnel del tiempo.

Luego está la descalificación personal: "tan precario e incompleto como el trabajo de un alumno acuciado por la fecha de entrega". Palabras mayores para quien lleva diez años repitiendo las mismas falsedades, sin corregir ni las más evidentes, y que encima añade más cada vez para apuntalar la anterior. Si ese es su concepto de "revisión", que se prepare cualquier estudiante al que le toque en un tribunal de tesis.

Incluso dedica líneas a decir que mi padre se jubiló "a las órdenes" de Julio Anguita, como si la fecha de retiro dependiera del alcalde de turno. El único objetivo es introducir un guiño ideológico: etiquetar. Le encanta poner etiquetas a los demás, pero qué cuidado tiene para que nadie se las ponga a él.

En el segundo texto, "Una nota a pie de página…", reconoce que mi padre terminó la licenciatura en Derecho (en un sitio que nadie ve, y con una difusión que no es la que ha hecho y sigue haciendo con sus publicaciones en 2025), pero insiste en que ejerció antes de obtener el título, omitiendo que la Universidad estuvo cerrada, sin funcionar durante la guerra, que mi padre estuvo exiliado y que al volver para hacer su servicio militar se le dio plazo para regularizar su documentación. El título provisional era el trámite normal antes del definitivo. Pero Ríos no se resiste a agarrarse a cualquier formalidad para repetir: "miren, ejercía sin título", aunque sepa que eso es falso en términos sustanciales.

Por último, repite la confusión que él mismo sembró: que fue "secretario del consejo de guerra" contra Miguel Hernández. En realidad, fue secretario del Juzgado de Prensa durante la fase de instrucción, y eso no es un matiz, es un cambio completo de función. En un juicio de 2024, ante esta falsedad, se justificó diciendo que lo decía "para que la gente lo entendiera". Traducido: simplifica, altera y adapta la verdad a lo que le conviene, porque considera que el público no está "a la altura" de su sabiduría.

La conclusión es clara: Ríos Carratalá actúa con un patrón fijo. Parte de un relato ideológico y rellena huecos con conjeturas presentadas como hechos. Si falta un documento, lo sustituye con una opinión; si los datos no encajan, los reescribe hasta que lo hagan. Y siempre con el mismo resultado: reforzar su narrativa de trinchera. Durante años, callé por prudencia legal; ahora hablo por obligación moral. La historia no puede quedar en manos de quien la retuerce para encajarla en su molde.

miércoles, 13 de agosto de 2025

¿FRANQUISTA, YO? PREGÚNTELE A ANGUITA...

 


Entrada original

Fecha: sábado, 19 de diciembre de 2020
Título en el blog de Ríos Carratalá: De mentiras y franquistas: entrevista en La memoria, de Rafael Guerrero
Enlace: https://varietesyrepublica.blogspot.com/2020/12/entrevista-en-la-memoria-de-rafael.html


Tipo de alusión

Indirecta pero inequívoca. No menciona a Antonio Luis Baena Tocón ni a su hijo, pero el título y la frase “el franquismo necesitaba la mentira para subsistir” sirven como paraguas para etiquetar como franquistas a todos los que no encajan en su relato.


Estrategia discursiva

No entrevista: legitima. Usa el marco del programa radiofónico para reforzar la idea de que cualquier vida que no encaje en su versión es cómplice del franquismo. No distingue entre quienes vivieron bajo aquel régimen por imposición histórica y quienes lo defendieron activamente.


Puntos discutibles

  1. Equipara vivir en el franquismo con ser franquista.

  2. Afirma que “franquismo y mentira” eran inseparables, pero calla sobre las falsedades que él mismo ha repetido durante años.

  3. Utiliza el título como acusación ideológica sin pruebas.

  4. No contrasta hechos, reafirma creencias.

  5. Proyecta su ideología sobre personas fallecidas, que no pueden defenderse.


Réplica narrativa: ¿Franquista, yo? Pregúntele a Anguita

El título De mentiras y franquistas no es solo provocador: es una condena en bloque. Ríos Carratalá no se limita a opinar, señala. No analiza vidas concretas: las aplasta dentro de una etiqueta. Si viviste en la dictadura, franquista. Si trabajaste, aunque fuera donde pudiste, también. Si no le das la razón, entonces formas parte de la mentira que —según él— sostenía al régimen.

No cita el nombre de mi padre, Antonio Luis Baena Tocón. Pero cuando se escribe que “el franquismo necesitaba la mentira para subsistir y mantenerse en el poder” y se asocia ese mensaje a cualquier servidor público de la época, el dardo está lanzado. La acusación, camuflada de memoria, cae sobre todos los que no caben en su relato.

La realidad, a diferencia de los moldes ideológicos, no siempre es cómoda ni uniforme.
Cuando Julio Anguita llegó a la alcaldía de Córdoba, se refirió públicamente a la anterior corporación municipal como franquista. No era un ataque personal, pero la palabra flotó en el aire con todo su peso. Mi padre, que entonces ocupaba su puesto por oposición, le respondió con respeto y firmeza:

—“No es lo mismo ser franquista que haber vivido en tiempos de Franco. Y su propio puesto, si me permite, también se lo debe a una administración que existía entonces.”

Anguita no discutió. Asintió. Y, al menos con él, no volvió a usar ese término.

Esa escena vale más que cualquier etiqueta: hay momentos en los que la memoria se cruza con la dignidad y entonces sobran los discursos.

Mi padre no fue franquista. Fue un exiliado que volvió sin privilegios, aprobó unas oposiciones y trabajó con honestidad donde pudo, no donde quiso. No reprimió a nadie, no ascendió pisando a otros, no usó el poder para beneficio propio. Fue un hombre silencioso en tiempos de ruido, íntegro en tiempos de consignas.

Llamarle franquista es una injusticia. Repetirlo con arrogancia, una cobardía. Disfrazarlo de memoria colectiva, una manipulación. Porque si toda mentira necesita un régimen que la sostenga, también hay regímenes de opinión que se alimentan de falsedades repetidas. Y en eso, Ríos Carratalá, usted sí tiene experiencia.


martes, 12 de agosto de 2025

EL BULO ORIGINAL: LO QUE RÍOS CARRATALÁ DIJO EN LA SER

 

Una entrevista que sembró y publicitó falsedades previas durante años



Introducción: cuando la ironía encubre la mentira

En una de sus entradas más cínicas, publicada en mayo de 2020, Juan Antonio Ríos Carratalá se burlaba de la web que abrí para defender la memoria de mi padre, Antonio Luis Baena Tocón. Esa respuesta pública —recogida en mi blog con el título Una web, una dignidad y un bulo que no cesa— no surgió por capricho ni por nostalgia familiar. Fue una reacción directa a años de silencio, desprecio, tergiversación y falsedades que comenzaron mucho antes.

Y si hay un momento concreto que marca el inicio de ese relato distorsionado, ese momento fue la entrevista concedida por Ríos Carratalá a Radio Alicante, de la Cadena SER, en 2016.

Durante aquella intervención radiofónica, difundida sin derecho a réplica, se enunciaron una serie de afirmaciones gravemente difamatorias, que luego aparecerían de forma casi calcada en artículos, entrevistas y libros. La misma cadena argumental —basada en datos incorrectos y conjeturas ideológicas— se repite desde entonces como si fuera verdad establecida.

Esta entrada no es solo un ajuste de cuentas con la desinformación. Es un ejercicio de memoria: no la que se invoca como bandera política, sino la que nace del deber de no dejar que la calumnia se convierta en historia.


El audio original: lo que se dijo en antena

La entrevista sigue estando disponible en la web de la Cadena SER:
Escuchar entrevista – Radio Alicante, Cadena SER (2016): https://play.cadenaser.com/audio/085RD010000000025650/


Transcripción y comentario detallado en mi web:
www.antonioluisbaenatocon.es/l/nos-vemos-en-chicote-2016-y-2025 y en la entrada anterior:

https://www.antonioluisbaenatocon.es/l/una-web-una-dignidad-y-un-bulo-que-no-cesa/

A continuación, algunos fragmentos especialmente relevantes, seguidos de su desmontaje.


Frase 1: “Era voluntario, no se le obligó a hacer nada”

Una afirmación sin base documental.
Mi padre
regresó del exilio en 1939 y fue llamado a filas, como tantos otros, para cumplir el servicio militar obligatorio. No se presentó por convicción, sino por necesidad y deber. Afirmar que fue voluntario es falsear el contexto histórico y personal.


Frase 2: “Era funcionario sin estudios, un trepador dentro del aparato franquista”

Ninguna de esas afirmaciones es cierta.

Mi padre sí tenía formación, y accedió al funcionariado tras aprobar una oposición, tiempo después de su servicio militar. No era funcionario ni entró, por tanto, para hacer carrera funcionarial, No entró por designación, enchufe ni "mérito ideológico" u "oposición patriótica” como sugiere Ríos. La entrevista lo presenta como una caricatura: ambicioso, servil y sin escrúpulos, sin aportar una sola prueba.


Frase 3: “Participó como secretario del consejo de guerra contra Miguel Hernández”

Falso. Antonio Luis Baena Tocón nunca fue secretario de ningún consejo de guerra, ni de Miguel Hernández, ni de ningún otro. Lo que existió fueron anotaciones en causas militares, en el puesto que le tocó como secretario adscrito a un juez instructor, en la fase previa del procedimiento. Esta distinción es fundamental, y ha sido omitida o manipulada intencionadamente por Ríos. Su relato e interpretación es muy personal; de todos modos, sea como fuere y para ser fiel a su relato tiene que crear un monstruo.


❌ Frase 4: “Formaba parte del engranaje represivo del franquismo”

Otra afirmación ideológica sin pruebas de Ríos.
Se le incrusta en un supuesto “sistema represor” como si hubiera sido una figura clave, cuando en realidad
fue un joven militar de reemplazo, sin cargos de responsabilidad. Su vinculación al régimen franquista no fue ideológica, sino consecuencia de la época que le tocó vivir tras perder a su propio padre —mi abuelo— asesinado por motivos religiosos al principio de la guerra.


Un periodista, una voz sin contraste

La entrevista en Radio Alicante fue conducida por el periodista Carlos Arcaya, quien no solo dio voz a Juan Antonio Ríos Carratalá en aquella ocasión, sino también en otras entrevistas igualmente distendidas y sin el más mínimo contraste. La voz de un catedrático en los medios da prestigio, claro. El problema no es que se le escuche, sino que se le crea automáticamente, sin cuestionar nada de lo que afirma, incluso cuando se trata de acusaciones graves hacia personas que ya no pueden defenderse.

Carlos Arcaya es —curiosamente— uno de mis contactos en Facebook. Un “amigo” digital que no conozco personalmente, pero que sí forma parte de esa red donde se entrecruzan voces, relatos y silencios. Ríos no encajó bien este dato: llegó a quejarse en el juicio civil de octubre de 2024 en Cádiz que teníamos amistades comunes en redes sociales. Una queja irrelevante, impropia del nivel que se le presume, pero reveladora: no le gusta que sus voceros, intencionados o no, escuchen otras versiones o pongan en evidencia la falsedad de la suya.

Tiempo atrás, incluso llegué a felicitar públicamente a Arcaya por su cumpleaños. Por Messenger le dije —medio en broma, medio en serio— que a ver si me daba una entrevista a mí. Me dio las gracias por la felicitación, pero no respondió a lo de la entrevista. Y lo entiendo: Ríos da morbo, yo no. Como me dijo mi procuradora, el catedrático genera clics; yo, en cambio, solo reclamo una verdad incómoda.

¿Acuso a nadie directamente de las campañas de ataques, suplantación de identidad, insultos o amenazas que he recibido desde entonces? No. Pero me reservo el derecho a pensar —y a decir— que cuando se lanza una piedra con tanta visibilidad y se esconde la mano, otros recogen esa piedra y golpean por ti.


Conclusión: una historia mal contada, un honor vulnerado

Lo que comenzó como una entrevista informal se convirtió en la piedra angular de una campaña de descrédito que ha durado casi una década. Bajo la apariencia de análisis académico, se han difundido afirmaciones sin fundamento que afectan directamente al honor de una persona fallecida y a su familia.

La historia no se escribe desde la conjetura.
La memoria no se defiende desde el prejuicio.
Y el ejercicio de la libertad académica no puede servir como coartada para mentir impunemente.

Esta entrada no busca censurar a nadie. Busca que la verdad tenga, al menos, el mismo espacio que la mentira.

UNA WEB, UNA DIGNIDAD Y UN BULO QUE NO CESA

 

Entrada original de Juan Antonio Ríos Carratalá: “Una web dedicada a la reivindicación de Antonio Luis Baena Tocón” (31 de mayo de 2020)

Enlace: https://varietesyrepublica.blogspot.com/2020/05/una-web-dedicada-la-reivindicacion-de.html


Tipo de alusión
Directa y despectiva.
Se refiere a la web que abrí para defender la memoria de mi padre, Antonio Luis Baena Tocón, ridiculizándola como un acto revisionista. Utiliza la ironía para desacreditar una protesta legítima frente a una campaña de descrédito que él mismo inició.


Estrategia discursiva
• Ríos vuelve a presentarse como víctima de censura, usando un tono burlón y condescendiente.
• Ignora los datos documentados que refutan sus afirmaciones.
• Repite el bulo que creó años atrás, como si nada hubiera sido contestado.
• Acusa de querer “borrar la historia”, cuando lo que se le pidió fue rectificar errores.
• Omite que su relato se ha difundido impunemente durante años sin contraste alguno por parte de los medios.


Puntos discutibles o falsos

  1. Ridiculiza el derecho de una familia a defender el honor de un ser querido difamado.

  2. Se refiere a sus artículos como “documentos históricos”, lo cual es profundamente equívoco.

  3. Repite las mismas falsedades —sin pruebas— que ya dijo en 2016 en Radio Alicante (Cadena SER), aún disponibles en audio.

  4. Omite las respuestas, comentarios y pruebas publicadas en mi web.

  5. Finge cordialidad al retirar enlaces, pero acude cínicamente a los medios a decir que está siendo censurado.

  6. Construye un relato ideológico y lo presenta como historia incuestionable.


Réplica narrativa
Ríos Carratalá ironiza sobre la web que abrí para defender la memoria de mi padre. Se burla del intento legítimo de contrarrestar años de difamación. Le molesta que haya una voz que no se rinde al relato dominante. Y eso es lo que no tolera: que alguien sin el poder mediático ni académico de su entorno se atreva a decir “eso no es verdad”.

Dice que he querido borrar la historia.
No. Lo que he querido es que no se confundan los hechos con la ficción ideológica. Que no se mienta en nombre de la memoria histórica. Que no se utilicen documentos tergiversados para construir una narrativa donde mi padre aparece como una pieza clave del engranaje represor franquista, sin pruebas.

Ríos afirma que eliminó unos enlaces amablemente, pero lo cierto es que luego acudió a los medios para decir que había sido víctima de censura, de una campaña de persecución, de un ataque a la libertad de cátedra.

¿Dónde estaba esa amabilidad cuando, en 2016, en Radio Alicante de la Cadena SER, repetía que mi padre era un voluntario, trepador, funcionario sin estudios al servicio del franquismo más deleznable?

📌 La entrevista está aún disponible aquí:
🎙️ https://play.cadenaser.com/audio/085RD010000000025650/

📄 Y también transcrita y comentada en mi web:
https://www.antonioluisbaenatocon.es/l/nos-vemos-en-chicote-2016-y-2025/

Desde entonces, ese relato —falso—se ha repetido durante más de una década (la primera edición es de 2015) . No es una discusión académica: es una campaña pública de descrédito.

Mi web no busca borrar nada. Solo reivindicar la dignidad que otros han pisoteado desde el púlpito de la supuesta autoridad académica.
La memoria no es propiedad de los que más gritan. Y la historia no es un cómic al gusto del guionista de turno.



miércoles, 6 de agosto de 2025

LO QUE DESCUBRÍ SOBRE MI ABUELO… BUSCANDO RESPUESTAS A UNA MENTIRA

 

Cuando la memoria familiar se reconstruye frente al bulo académico

Durante años, en mi casa apenas se hablaba de la guerra. Como en muchas familias marcadas por la tragedia, el silencio y las lágrimas cortaban cualquier conversación incómoda. A mi abuela la recuerdo secándose los ojos cuando alguien o ella misma mencionaba a su marido asesinado, también cuando sin querer hablaba de lo que padeció en la guerra. Bastaba con un gesto para que callara. Era su forma de protegernos. Pero también fue la manera en que se silenció durante décadas la historia real de mi abuelo, Francisco Baena Jiménez.

Sabía que lo mataron por ayudar a unas monjas. Sabía que fue un funcionario respetado. Y poco más. Nunca nadie me lo explicó todo con claridad. Ni en casa, ni en la escuela, ni en los libros. Hasta que, por una razón que no esperaba, me vi obligado a buscar la verdad por mí mismo

 El detonante: una falsedad publicada como "investigación rigurosa"

El catedrático Juan Antonio Ríos Carratalá publicó durante años un relato distorsionado, ideológico y lleno de errores sobre mi padre, Antonio Luis Baena Tocón. Para sostener su bulo, llegó incluso a clasificar a mi abuelo como "víctima nacional", en una evidente falsedad histórica que contradice los documentos, los testimonios y hasta los registros civiles.

Pero eso no fue lo peor. En su libro Nos vemos en Chicote, Ríos no se limita a errar: se permite describir el currículum de mi padre con desprecio, cuestionar méritos profesionales que están documentados, y presentar como verdad contrastada lo que en realidad son insinuaciones ideológicas de trazo grueso. Así me topé con afirmaciones como:

  • "Basta con ser hijo y nieto de abogados" para obtener un título (p. 154)

  • "Excombatiente, opositor, hijo de víctima nacional" (p. 152)

  • "Expurgo, vaciado, desaparición" (p. 156), sugiriendo que mi padre saqueó archivos públicos

Capturas de estas páginas pueden consultarse y juzgarse por sí mismas. Puedo admitir la crítica cuando es verdadera. Pero no la tergiversación sistemática para encajar en un relato.

 Lo que descubrí al buscar la verdad

Y así comencé un proceso que no había imaginado:

  • Contacté con primos hermanos con los que hacía más de 50 años no hablaba, ni veía.

  • Visite archivos municipales, autonómicos,  estatales, públicos y privados, religiosos.

  • Consulté expedientes incompletos en el AGA (Archivo General de la Administración).

  • Recopilé documentos del Registro Civil, de la Gaceta de Madrid, de colegios profesionales, eclesiásticos y familiares.

  • Escuché a los mayores que aún podían contar algo.

  • Y entendí que el silencio de antes era protección, pero ahora es deber recuperar y contar.

  No se trata de reescribir la historia, sino de evitar que se falsee

Mi abuelo no fue franquista, ni víctima de los sublevados.... Fue un servidor público decentepadre de familiacreyente comprometidocultorespetuoso, y fiel funcionario de la II República.

Murió por defender a inocentespor negarse a entregar un listado de bienespor oponerse a la voladura de un monumento culturalpor vestir de paisano a monjas perseguidaspor no mirar a otro lado mientras otros eran asesinados. Esos fueron sus "delitos".

Su asesinato fue silenciado durante décadas. Su familia fue perseguida y dispersada. Su hijo, torturado, exiliado, obligado al silencio. Y cuando por fin parecía que su recuerdo podía vivirse en paz, llegó la tercera muerte: la del bulo académico, disfrazado de investigación, pero alimentado por la ideología y la pereza intelectual.

No hay paz sin verdad. No hay respeto sin reparación

No escribo esto movido por odio, ni por revancha. Lo hago por respeto a los hechos, por fidelidad a la memoria de los míos, y por defensa de algo más grande que mi familia: la verdad histórica.

"La verdad no es propiedad de nadie. 

No es rehén de trincheras políticas, ni puede depender del relato de quien más alto grite.  

La verdad se busca, se contrasta de verdad y se corrige de verdad si es necesario. 

Y se defiende cuando otros intentan enterrarla por tercera vez".

 Verdad y dignidad, aunque duela

Este texto no es una reconstrucción completa. Es solo una pieza más del mosaico necesario, hecha con archivos, con testimonios, con memoria viva. La de mi abuelo, Francisco Baena Jiménez. La de mi padre, Antonio Luis Baena Tocón. Y la de tantos otros cuyos nombres nunca debieron ser utilizados como piezas de un relato interesado.

Memoria sí. Pero memoria justa, completa, contrastada. Porque sin ella no hay dignidad. Y sin dignidad, solo queda el ruido.

  Documentos que revelan una historia distinta

Aquello que el profesor Ríos fue incapaz de encontrar, yo sí lo encontré:

  1. Expediente de Francisco Baena Jiménez en el AGA.

  2. Calificaciones obtenidas como abogado (Sobresaliente).

  3. Certificados de buena conducta y moralidad.

  4. Certificado de derecho a plaza en Ayuntamientos de 1.ª categoría (Gaceta de 1925).

  5. Certificado del Registro de Penados y Rebeldes (en blanco).

  6. Acta de toma de posesión como secretario municipal.

Espero que al Sr. Ríos Carratalá le parezcan documentos suficientemente elocuentes. Porque mientras él insiste en el mito, los archivos muestran la realidad de un funcionario decente, culto, sin antecedentes, y con una trayectoria que desmiente cada una de sus insinuaciones.

 Ironía controlada, pero justa

Gracias a los "rigurosos métodos" del profesor Ríos —que ha sido incapaz de encontrar un expediente que yo localicé en menos de una tarde, no considerándome ningún genio—, he podido reconstruir lo que él pasó por alto: la historia de un hombre honesto, asesinado por no colaborar con el odio, y silenciado por quienes no aceptan una memoria que les contradice.

Y si fuera por lo que sugiere Ríos Carratalá, mi padre fue algo así como un ninja de los archivos, desapareciendo documentos a su antojo. Me pregunto si también habrá hecho desaparecer los documentos que deberían existir sobre el entorno del propio Ríos y sobre mi propio padre… porque a juzgar por lo incompleto que está el AGA, cualquiera podría imaginar cualquier cosa. Pero yo no me dedico a fabular, sino a documentar.

Fuente: "Nos vemos en Chicote" (Ríos, 2015, pág. 156)

 Investigar para defender a los míos

No soy historiador. No soy académico. Pero soy testigo y heredero de una historia real, que merece respeto. Y si un catedrático con recursos, medios y reconocimiento ha sido capaz de errar tanto con tanta ligereza, ¿qué no se habrá dicho sobre tantas otras familias como la mía?

Investigar para defender a los míos no fue un deber: fue una necesidad. Porque cuando la mentira se difunde con arrogancia, solo queda una respuesta: la verdad con pruebas.


Fuentes para las entradas relacionadas con Francisco Baena Jiménez:

  • Proceso judicial abierto (caso Carratalá)

  • Web y blog del autor (www.antonioluisbaenatocon.es)

  • Libro: Nos vemos en Chicote, de Juan Antonio Ríos Carratalá (3 ediciones).

  • Habilitados-nacionales.com: artículo "Francisco Baena Jiménez, fusilado en la Guerra Civil".

  • Registro Civil de Torrelaguna

  • Postulación del Arzobispado de Alcalá de Henares: causa de la presidenta de Acción Católica.

  • Sentencia del Juzgado de Primera Instancia de Cádiz (2025).

  • Testimonios familiares (orales, cartas, publicaciones en Facebook).


Continuará…


MEMORIA JUSTA, DIGNIDAD INTACTA

 

No escribo estas líneas desde el rencor, sino desde el respeto. Respeto a los hechos, a los que vivieron, a los que murieron, y a quienes fueron silenciados. Mi abuelo, Francisco Baena Jiménez, no fue un personaje histórico famoso, pero sí fue un hombre justo, culto, creyente y fiel a su conciencia. Muró por eso. Y su historia merece contarse con verdad.


 Ni franquista, ni traidor: simplemente humano

Mi abuelo no fue franquista. Tampoco fue un traidor a la República. Fue un funcionario leal a la legalidad vigente, la de la II República, que se negó a participar en el odio. Protegió a monjas y sacerdotes, denunció la destrucción del patrimonio, se negó a entregar listas para facilitar represalias. Fue ejecutado por eso.

Su hijo, mi padre, fue perseguido, torturado, exiliado y obligado a hacer el servicio militar tras la guerra. Esa obligación fue luego usada por algunos para acusarlo de haber sido franquista, como si no se tratara de una imposición legal para sobrevivir. La manipulación no conoce límites cuando está guiada por la ideología.

 No queremos privilegios, solo verdad

No escribo para exigir homenajes. No busco monumentos, becas, subvenciones ni pancartas. Solo escribo para que la verdad no se pierda entre el ruido, para que el silencio no sea la última palabra, y para que quienes manipulan la historia con fines ideológicos no tengan la última voz.

Mi familia fue dispersada, perseguida, humillada y silenciada. La memoria que hoy recupero no es solo la de los documentos, sino la del dolor heredado y el valor transmitido en silencio.


 Sin memoria justa, no hay dignidad

No hay paz sin verdad. No hay respeto sin reparación. La historia no puede seguir escrita solo por quienes tienen poder para publicar, para dictar etiquetas o para distorsionar lo que no encaja en sus esquemas.

La dignidad de mi abuelo, la de mi padre, y la de tantos otros que no pudieron defenderse de las balas ni de las mentiras, exige que no se les utilice más como peones de relatos ajenos.

La memoria justa no borra nada, pero tampoco acepta el falseamiento.

 Esta historia continuará

Lo que he escrito hasta aquí no es el final. Es solo el principio de una memoria que quiero dejar clara, documentada y viva.

Porque la verdad, aunque duela, libera. Y porque la dignidad, aunque se intente enterrar, vuelve siempre a la luz.


ARCHIVO CON DOBLE LLAVE

  Rigor a la carta. Privilegios de archivo Título original: Nuevos datos sobre el juez Manuel Martínez Gargallo Fecha: 28 de ...